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Foto del escritorAlfonso Abad Porras

YO SOY

Ricardo Morán, es un productor, guionista y director de teatro, cine y televisión peruano, que se dio a conocer ampliamente, al inaugurar el programa de televisión Yo Soy en Frecuencia Latina (Canal 2), el 9 de abril de 2012; inicialmente, fue producido por GV Producciones (de Gisela Valcárcel) para, a partir de 2013, hacerlo con la producción de Rayo en la Botella (del propio Ricardo Morán). Este programa tiene su origen en el europeo My Name is …. de Endemol y ya ha presentado varias versiones en diferentes países.


En el Perú, el programa ha sido “un gol de media cancha” de Ricardo Morán, porque ha venido a llenar un espacio que era ocupado por telenovelas, uno que otro noticiero y, dos o hasta tres (por épocas) programas políticos, que se propalaban en el horario estelar. Si bien los teleespectadores tenían -teníamos- que aceptar y adaptarse a lo que ofrecían los canales de señal abierta o, recurrir a las alternativas que permitía la cerrada -tampoco habían muchas, dependiendo del tipo de programa que buscara cada televidente-; recién en los últimos años, esta última se ha tornado más variada, pero casi siempre con películas o series.


Muy cerca de cumplir nueve años de su aparición en la televisión nacional, este programa se ha mantenido normalmente entre los preferidos de la teleaudiencia, tanto por ser propalado “en vivo”, como por ser brindado para todo público. Sin embargo, tiene un defecto principal que se ha ido acentuando con los años: dado que llega a mucho y muy variado público, las cadenas publicitarias que intercala en el programa son demasiado extensas; duran más de cinco minutos por “tanda comercial”, sin el menor respeto al público televidente, que no ha seleccionado el canal para ver propaganda.


Es cierto que una forma muy usada de “vender”, es machacar la imagen y lo que se pueda decir del producto que se trata de introducir en la mente de los posibles compradores, pero quienes abusan de nuestra paciencia de la manera indicada, no cuentan con que los televidentes nos podemos hastiar de ese “dale y dale”, para optar por cambiar de canal o programa, agarrarle “fobia” a uno o más de los productos que se ofrecen en esas cadenas publicitarias u optar por expresar nuestra queja, como al presente lo estoy haciendo o de alguna forma similar.


No es el único defecto que imputar al programa: de unos años a esta parte, con excepción del programa que se viene propalando actualmente, porque ha cambiado dos jurados, los miembros del jurado calificador se han venido dedicando -paulatinamente y mientras el concurso que constituye el programa no ha entrado en su fase culminante, es decir cuando ya sólo quedan en competencia los verdaderamente buenos imitadores y cantantes- a burlarse de la mayoría de concursantes, a hacerse bromas entre ellos y/o a hacer cualquier cosa que los entretenga personalmente, haciendo escarnio de los concursantes y burlándose de los televidentes con esas actitudes.


En realidad, no comprendo cómo una persona inteligente y bien preparada, como ha demostrado ser el señor Ricardo Morán, ha permitido y hasta participado en esto último, así como que no perciba que “su” teleplatea puede dejar de lado la “dependencia” que tiene de este programa, porque le va resultando cada vez más desagradable dedicar su atención a un programa que ya no entretiene.


Al televidente, hay que ganárselo, pero también conservarlo; mal hacen los que creen que quienes conformamos la teleplatea vamos a ser fieles seguidores de todo lo que nos exhiban en la televisión. Si el argumento para que se propalen tan extensas “tandas comerciales”, es que el programa es muy caro y, por consiguiente, se requiere de muchas firmas anunciadoras, lo que se debe hacer es subir los costos publicitarios: con toda seguridad quienes quieren vender van a pagar el incremento respectivo; total, sus mayores costos, ellos siempre se los van a “cargar” a los clientes.


Si no son capaces de percibir que las bromas entre ellos sólo son agradables para los miembros del jurado y, posiblemente, los animadores o trabajadores del canal, será muy útil que pongan un director de programa que no sea el señor Morán, porque él también incurría en el mal comportamiento que aquí critico.


Por último, debo hacer énfasis en la responsabilidad de la estación televisiva, que presta su señal para que se cometan los actos que denuncio: no debería bastarles firmar un contrato y que determinada entidad les pague la cantidad que ellos fijen para propalar A, B o C programa; ellos tienen la obligación de supervisar lo que sus canales emiten. De no hacerlo así, como parece que sucede, las autoridades deberían hacerles ver que lo que aquí critico contribuye a que la televisión peruana muchas veces sea calificada como “basura”.


Es necesario que quienes tienen esto a su cargo, sean dueños de emisora, participantes y/o responsables de la emisión de los programas que se emiten por televisión, sean conscientes que el público al que van dirigidos se merece respeto.


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