El 12 de agosto de 1936, el Gobierno Militar del General Oscar R. Benavides, dio inicio al Sistema de Seguridad Social en el Perú, mediante la promulgación de la ley N° 8433, por la cual creó el Seguro Social Obrero Obligatorio y la Caja Nacional del Seguro Social, exclusivamente para la atención de la clase trabajadora obrera, por los riesgos de enfermedad, maternidad, invalidez, vejez y muerte. Posteriormente, el 19 de noviembre de 1948, en el gobierno también militar del General Manuel A. Odría, se expidió el Decreto Ley N° 10902, que creó la Caja Nacional del Seguro Social del Empleado para la protección del empleado público y particular, en los mismos riesgos para los que fue creado el seguro anterior.
Con el régimen Revolucionario de las Fuerza Armada, bajo la figura del Gral. Juan Velasco Alvarado, se inició un proceso de unificación progresiva del Seguro Social Obrero y Empleado. Para ello, el 1° de mayo de 1973, se promulgó el Decreto Ley N° 19990 que unificaba los diversos regímenes de pensiones existentes del Perú. Meses después, el 6 de noviembre, se promulga el Decreto Ley N° 20212, creando el Seguro Social del Perú, dependiente del Ministerio de Trabajo.
El 30 de enero de 1999, por Ley N° 27056, en el segundo gobierno del Ing° Alberto Fujimori, se creó el Seguro Social de Salud (ESSALUD), ente encargado de las prestaciones de salud a los asegurados y sus derechohabientes -recién incluidos a partir de la vigencia de esta ley-.
Hasta aquí, la forma en que se ha ido constituyendo el Sistema de la Seguridad Social de Salud en el Perú, hasta abarcar la cantidad de personas que cubre en materia de salud, a los que habría que agregar al personal que realiza labores de servicio doméstico domiciliario y a los choferes de autos de alquiler, más conocidos como “taxistas”; obviamente y de acuerdo a la norma dictada por el gobierno de Fujimori en enero de 1999, estos grupos humanos también accedieron al sistema con sus derechohabientes o dependientes.
El 10 de julio último, la Fundadora y Presidenta de la consultora Videnza Consultores, Janice Seinfeld, publicó un artículo en la página de Opinión de El Comercio, titulado “Al Rescate de EsSalud”. En dicho artículo, la autora se refiere a aspectos no necesariamente del dominio público de la citada entidad, que me permito glosar a continuación, para emitir opiniones sobre los mismos.
v Más de 12 millones de asegurados.
Según da a conocer la autora del artículo bajo glosa, actualmente el Seguro Social de Salud del Perú (EsSalud) cuenta con más de doce millones de asegurados. Como es fácil de apreciar, la cifra creció desmesuradamente con la ley dictada en enero de 1999. No es que la intención de dicha norma sea criticable por sí misma, es que se emitió sin incrementar proporcionalmente la infraestructura hospitalaria y, es de suponer, tampoco sucedió lo pertinente con los demás recursos necesarios; esto es, equipos humanos de salud -médicos, enfermeras, personal auxiliar, etc.-, así como insumos necesarios -medicinas, equipos de trabajo, etc.-. En todo caso, la medida que se dictó fue a todas luces populista, lo que tenía su posible razón de ser en la proximidad de un siguiente proceso electoral -fijado para el año 2000-, en el que Alberto Fujimori fue candidato.
Ninguno de los sucesivos gobiernos posteriores hizo nada por mejorar esa situación; muy por el contrario, la empeoraron, porque todos medraron a expensas del Sistema de Seguridad Social de Salud, al permitir que muchas empresas públicas quedaran en deuda por incumplir total o parcialmente con sus aportes obligatorios al mismo, siendo los asegurados los directamente perjudicados al no poder recibir las coberturas a que está obligado dicho sistema, por falta de pago de sus empleadores.
Hasta antes de la pandemia por el Covid-19, el promedio de atención mensual de consultas en el sistema, era alrededor de dos millones, reduciéndose a menos de la mitad durante la vigencia de la misma y, posiblemente, no recuperando hasta el momento el promedio antes citado.
v El 50 % de los medicamentos del almacén del Hospital Edgardo Rebagliati Martins está agotado.
Si bien se proporciona esta información en calidad de ejemplo de la carencia de medicinas en el primer hospital de la Seguridad Social en el Perú, brinda una pauta demasiado clara de lo que se puede esperar del sistema en este aspecto. Y esto, lo da a conocer para decir a continuación que, a pesar de esa y otras situaciones propias de la muy mala gestión de que adolece por años la Seguridad Social de Salud, una de las últimas adquisiciones de la Administración cuyo titular acaba de ser cesado en el cargo, ha sido una camioneta de más de S/ 220000, para la movilización exclusiva de sus altos ejecutivos.
v Dado que EsSalud se financia principalmente con aportes empresariales, la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (CONFIEP), ha anunciado que está promoviendo propuestas para que los asegurados reciban una atención oportuna y de calidad.
Es, desde todo punto de vista, inaudito que el Estado o cada Gobierno de turno se haya arrogado la “propiedad” del Sistema de la Seguridad Social de Salud, disponiendo a su libre albedrío de un patrimonio muy importante, mediante la nominación del cuerpo directivo de la misma, empezando por su presidencia, sin molestarse siquiera en invitar a quienes aportaron y continúan haciéndolo a participar en su dirección y funcionamiento, así como, de paso, brindar un cada vez peor servicio de salud a los asegurados, por lo menos en lo que a consulta externa se refiere: constantemente no hay existencias suficientes de medicamentos; las consultas con médicos especializados son casi imposibles de alcanzar, por mucho que el asegurado insista en intentarlo y, las que se requieren para médicos generales, son cada vez más difíciles de conseguir; la atención en consultas presenciales normalmente deja mucho que desear, porque los médicos se ven obligados a dedicar muy poco tiempo a cada paciente y estos no se sienten debidamente atendidos; la existencia de medicinas usualmente no cubre la demanda de los mismos médicos que las recetan; muchas veces, el personal auxiliar de los nosocomios de atención, hace que los pacientes se sientan mal tratados, obligándolos a sentir que la atención que brindan es “un favor” que ellos hacen.
Es necesario que este tipo de desempeño y todo lo que de negativo tiene la Seguridad Social de Salud en el Perú, se modifique y mejore pasando, para comenzar, la dirección de la misma a manos de sus legítimos dueños, las empresas y los asegurados, que son sus aportantes. Al respecto, la articulista menciona un proyecto de ley del congresista Alejandro Cavero, que ha recogido las mejores prácticas internacionales en términos del manejo eficiente de una institución de esta naturaleza.
v EsSalud cuenta con dos hospitales “bata blanca”: Guillermo Kaelin, en Villa María del Triunfo; y, Alberto Barton, en el Callao.
De acuerdo a la publicación, estos nosocomios brindan sus servicios conforme a la aplicación de las asociaciones público-privadas (APP) en el sector Salud e incluyen todos los servicios, asistenciales y no asistenciales. Dice la señora Seinfeld y no cabe sino transcribir sus palabras, que “La aplicación del modelo de APP en el sector Salud, está contribuyendo con servicios de mayor eficacia y calidad y debe ampliarse”; como hace notar, “Requerimos de más hospitales como estos, porque sus incentivos están alineados con los del paciente -atención de calidad con los menores tiempos de espera- y no con la burocracia de turno”. Honestamente, se tiene que reconocer la razón de lo que afirma.
v El gobierno de Pedro Castillo liquidó una iniciativa que se había puesto en práctica para la prestación de los Servicios de Salud: las Unidades Básicas de Atención Primaria (UBAP).
Estas, eran empresas privadas que atendían a asegurados de EsSalud con la calidad y oportunidad establecidas en el contrato, lo que se reflejaba en disminución de los tiempos de espera para las citas médicas, percepción de calidad en el servicio recibido y capacidad de resolución de los problemas inherentes de los pacientes, entre otros. Como bien dice la articulista, en vez de eliminar estas iniciativas, deberían replicarse; más aún, si este modelo de atención “es más económico que el esquema tradicional de salud y tiene menor margen para la corrupción”.
v Actualmente, el Sistema de Seguridad Social de Salud cuenta con dos programas para atender demandas específicas: la Farmacia Vecina y, el Programa de Atención Domiciliaria (PADOMI), en Lima Metropolitana y Callao.
El primero de ellos, se utiliza para descentralizar y descongestionar el despacho de medicamentos, lo que se realiza mediante la convocatoria de la farmacia mencionada a farmacias y boticas particulares, las que reciben las recetas de cada asegurado y coordinan con ellos para el recojo de sus medicinas en establecimientos cercanos a sus hogares. Como menciona la señora Seinfeld, este servicio es de la mayor importancia para los pacientes con enfermedades crónicas, no sólo porque normalmente se trata de lugares bastante más próximos a sus domicilios, sino también porque los horarios de atención son mucho más amplios.
El segundo, es un programa de atención domiciliaria que se brinda normalmente a personas de 70 a más años de edad, aunque también se aplica a casos demostrados de impedimento físico para el desplazamiento respectivo, cuando el paciente no alcanza aún la edad anotada. En este caso, los medicamentos dispuestos por el médico tratante son enviados a los domicilios de los asegurados.
Ambos programas son llevados a cabo por EsSalud, mediante convenio con una empresa, Salog y, operan exitosamente.
Como dije al inicio de la presente Columna de Opinión, los asuntos que resalto al glosar el artículo de la señora Janice Seinfeld, no son necesariamente del dominio público lo que, a mi modesto entender, es aprovechado ampliamente por nuestras autoridades -del color y pelaje que sean o hayan sido-, porque en empresas tan grandes que “no tienen dueño”, todos hacen y deshacen “como les viene en gana” y, como resulta evidente, “meten la mano” por donde se les antoja. Parafraseando a la señora Seinfeld, la política de salud en el Perú, por lo menos en lo referente al Sistema de Seguridad Social en Salud, “no es transparente ni equitativa, ni incluye el financiamiento necesario para brindar cobertura efectiva a los trabajadores formales del país”, por lo que urge su rectificación total.
Dadas nuestras actuales circunstancias, no puedo cerrar esta columna sin hacer una breve referencia a la reciente designación de la nueva Presidenta de EsSalud: considero que dicho nombramiento constituye una falta de respeto total al pueblo del Perú, porque la señora Gutiérrez demostró total ineptitud en el ejercicio del Ministerio de Salud, obligándose ella misma a renunciar cuando se anunciaba a “todo pulmón” que iba a ser censurada por el Congreso de la República. No importa que la Presidenta Boluarte, oficialmente, le haya “agradecido por los servicios prestados a la Nación”; o, que el Primer Ministro Otárola haya “reconocido los grandes esfuerzos que desarrolló” a cargo de esa cartera ministerial: en el mejor de los casos, esas no son sino las opiniones de dos seres humanos que hoy ostentan los cargos públicos más elevados del Perú, pero que no por ello son infalibles, ni eso los autoriza a imponer su opinión sobre prácticamente todo el país. Que hayan tenido las manifestaciones citadas, sólo se puede tomar de una de dos maneras: son “formas” para casos como la renuncia de una autoridad tan elevada como un(a) ministro; o, no quisieron reconocer el error cometido al nombrarla en ese cargo.
La realización de la marcha denominada “Toma de Lima III”, ha distraído la atención del reclamo originado por el nombramiento de la señora Rosa Gutiérrez en la Presidencia de EsSalud, pero no ha dejado de anunciarse una interpelación al Ministro de Trabajo y Promoción del Empleo en el Congreso: estoy seguro de que ese señor pagará con “su cabeza” el error cometido por sus dos jefes en el escalafón gubernamental.
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