El lunes 13 de julio, el programa noticioso En Contacto del canal 32, informó que una patrulla del ejército había detenido a unos jóvenes que estaban reunidos en la vía pública, alrededor de las dos de la madrugada de la misma fecha. También dio a conocer que algunos miembros de la mencionada patrulla abusaron físicamente de los referidos jóvenes al golpearlos fuertemente con varas y/u objetos contundentes que portaban, de lo cual se quejaron los jóvenes que, por su parte, cometieron la falta de reunirse en horario de toque de queda.
El conductor del programa, periodista Juan Carlos Gambini, condenó duramente la actitud de la patrulla, entrevistando a un abogado penalista, Benji Espinoza, quien a su vez hizo resaltar todas las sanciones a las que se debía hacer acreedores a los miembros de la patrulla, por haber cometido sendos abusos de autoridad. El Alto Mando del que depende la patrulla, informó a dicho programa, en el curso del mismo, que se había dispuesto una exhaustiva investigación que deberá culminar en penalidades para quienes resulten responsables de esas vejaciones.
Independientemente de lo que estipulen las disposiciones vigentes, tanto de lo que no deben hacer los encargados del orden público -en este caso, el ejército-, como las establecidas como sanciones, creo necesario levantar mi voz de protesta por lo que, en principio, se va a hacer con los miembros de la referida patrulla. ¿Por qué lo hago?, porque discrepo totalmente con que a quienes están incumpliendo lo dispuesto por la autoridad competente -nada menos que el Presidente de la República, en esta oportunidad-, se les haga respetar sus “Derechos Humanos” y, a los encargados de hacer cumplir las medidas ordenadas y dadas a conocer oportunamente, se les investigue para sancionarlos.
De acuerdo a lo mostrado en el citado programa, fueron tres hombres jóvenes los entrevistados que se quejaron de los malos tratos recibidos, mostrando incluso las huellas que dejaron en sus cuerpos los golpes (aparentemente de vara) que sufrieron. Sin embargo, el programa habló de 16 sujetos que fueron intervenidos por la patrulla: cabe preguntarse, ¿qué estaban haciendo a esa hora de la noche en la calle?; ¿está probado que no se trata de delincuentes?; ¿se les va a sancionar por incumplir el toque de queda?
Por otro lado, ¿cómo se condice este “espíritu de justicia” con el pésimo trato que se da a las quejas de mucha gente por los delitos que se cometen contra ellos? -robos, golpes, arrastre de las víctimas por el pavimento, entre otros-. La misma televisión y, en general, los diversos medios de difusión, propalan prácticamente a diario, actos que podríamos hasta considerar propios de salvajes, de los que son víctimas nuestros ciudadanos y ciudadanas; sin embargo, no se ve que se tome acción al respecto: la delincuencia campea en nuestro país, especialmente en las ciudades más importantes y populosas, con Lima a la cabeza.
Desde que se inició la cuarentena, se dispuso que la policía contara con el apoyo del ejército para resguardar el orden y hacer cumplir, especialmente, las medidas dispuestas respecto a toque de queda. Desde mi punto de vista, la mayor razón para que las personas que desafiaron las disposiciones y salieron a las calles en días y horarios prohibidos e hicieron, con eso, que fracasara en gran medida el plan de salud aplicado para afrontar a la pandemia que nos azota, fue la “suavidad” con que fueron tratadas por quienes debían obligarlos a “portarse bien”, especialmente, la tropa del ejército designada al efecto. Porque siempre se ha entendido que, la tropa, no tiene miramientos, como sí los tendrían la policía y los serenos municipales; y, sin embargo, en esta oportunidad los han tenido, con las consecuencias que nos vemos obligados a lamentar.
¿Qué habría pasado si, por ejemplo, se hubiera dado baños de agua a presión a los desobedientes? Nada malo, con seguridad; pero, en cambio, también se puede asegurar que no seríamos el quinto o sexto país en el mundo con más infectados por el coronavirus. Es de suponer, que una de las primeras indicaciones que se dieron a las tropas que salieron a patrullar las calles, fue que respetaran las disposiciones que salvaguardan los “Derechos Humanos” de las personas, sin importar que desobedecieran las disposiciones impartidas, ni si se podía tratar de delincuentes.
No es que pretenda, con estas líneas, fomentar el irrespeto a la ley, ni a los Derechos Humanos de las personas: sólo busco que haya un trato justo para todos, que no se proteja la integridad de los delincuentes en desmedro de los que no lo somos: ¡que haya equidad y, sobre todo, justicia!
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