Cuando me ocupé por primera vez en esta Columna de Opinión -setiembre de 2018- del tema del yacimiento de litio descubierto en Puno, meseta de Macusani -a 4500 metros de altura sobre el nivel del mar- por la empresa minera Macusani Yellowcake filial de la canadiense Plateau Energy, empecé dicha columna refiriéndome a que la citada empresa encontró el mineral anotado cuando, en realidad, buscaba reservas peruanas de uranio, a partir de la verificación de su existencia por el Instituto Peruano de Energía Nuclear (IPEN) a fines de la década de 1970.
De hecho, la exploración de Macusani Yellowcake dio como resultado, también, el descubrimiento de reservas de uranio, junto con las de litio; comparativamente hablando, las reservas de uranio no han sido tomadas muy en cuenta en comparación con las de litio, porque el volumen descubierto -aproximadamente 56700 toneladas- es muy reducido en comparación con las posibles existencias de litio -se habían explorado sólo 8000 de una concesión de 92000 hectáreas y se proyectaba que el volumen de litio sería del orden de 4.7 millones de toneladas-. Sin embargo, el volumen confirmado de las existencias de uranio no permite que se les considere despreciables; por el contrario, existen posibilidades de utilización de las mismas, que hacen que se estime que pueden ser, también, una fuente de ingresos para el Perú.
El uranio es un material radioactivo que tiene aplicaciones muy especiales, dadas sus características. Entre ellas, ya han surgido como ideas de utilización: su uso para alimentar una o varias centrales nucleares de 300 MW cada una en el Perú; aprovechamiento del uranio, como energía limpia, en la transición energética de las actualmente utilizadas a base de combustibles fósiles que producen gases de efecto invernadero generados por el carbono que contienen las que, a su vez, dan lugar a que la temperatura media del planeta se eleve produciendo el calentamiento global, con consecuencias tales como deshielo de glaciares, con la consiguiente subida del nivel del mar; desertificación y aumento de fenómenos extremos como por ejemplo huracanes, inundaciones e incendios: la alteración del clima podría causar daños incalculables.
Otra idea de aplicación utilitaria del uranio, propuesta por Bill Gates, es el desarrollo de la tecnología de minireactores modulares nucleares, que permite incrementar potencia nuclear de forma rápida y barata, idea que ya se está aplicando en Estados Unidos y Canadá y que, según el especialista en uranio, señor Guido Arroyo, podría ser utilizada en Loreto que no forma parte del sistema interconectado nacional debido a la densa selva amazónica. Esta idea, sin embargo, no sería aplicable por el momento en el Perú, debido a que el Organismo Internacional de Energía Atómica recomienda la implementación de una normativa especial para el manejo de minerales radioactivos, como el uranio, debido a los residuos que deja; a causa de esto, el Ministerio de Energía y Minas solicitó en 2019 al Gobierno de Estados Unidos asistencia para elaborar las normas técnicas que permitan la explotación y beneficio del uranio. Se esperaba que las citadas normas fueran publicadas hacia fines de 2020; sin embargo, actualmente se cree que podrían estar listas a fines de 2022, por el poco interés que hay en su elaboración -debe entenderse que de parte de las interesadas, las autoridades peruanas-. El señor Arroyo estima que la explotación del yacimiento de uranio no se llevará a cabo antes de 2025; la Agencia Nuclear de Estados Unidos, por su parte, considera que la fecha más probable, es 2035.
Si bien la razón aparente para que no se haya intentado aprovechar hasta ahora esta riqueza natural, ha sido la alta fluctuación del precio del uranio, cuyo precio internacional se desplomó en las décadas de 1980 y 1990, llegando a ser $ 10.00 la libra. En la década de 2000, el valor del mineral subió nuevamente y en forma muy significativa, llegando hasta $ 140.00 la libra, el desastre nuclear de Fukushima (en 2011), sin embargo, volvió a reducir el precio del uranio, hasta que hace muy poco se le ha vuelto a poner mucho interés por las aplicaciones que se le pueden dar, ya mencionadas.
Esta, pues, es otra riqueza natural disponible en el Perú, que a todos nos toca cuidar y sacarle el mayor provecho posible. No debemos permitir que haya quienes obtengan enormes beneficios con lo que es de todos, por lo que al país en su conjunto y a los peruanos en general nos toca sacar provecho a esta y otras riquezas, para alcanzar el desarrollo que nuestra historia, la del Imperio de los Incas, nos demuestra que podemos y debemos llegar a tener.
Considero que una manera eficiente de poder cuidar y controlar el buen aprovechamiento de nuestras riquezas -la aquí mencionada y todas las naturales en general- debe ser permitir que se dé a publicidad su manejo. Toca a las autoridades peruanas supervisar apropiadamente el buen uso de nuestro patrimonio natural, así como dárnoslo a conocer.
Nota.- La mayor parte de la información consignada en esta Columna de Opinión, ha sido obtenida de internet, así como del artículo sobre el uranio descubierto en Puno publicado en El Comercio el lunes 5 de abril último por el señor Juan Saldarriaga.
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