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Foto del escritorAlfonso Abad Porras

UNA AVENTURA POETICA

Cursaba yo el 4° o 5° de Secundaria cuando, en una ocasión un condiscípulo se me acercó para mostrarme una poesía que había hecho, dedicada a su entonces amada; naturalmente, la leí y le hice algún comentario positivo, como él esperaba de mí. Pero, me dejó con un sinsabor en la boca: si yo era el que más sabía de Castellano y Literatura, si muchos se “peleaban” por sentarse cerca de mí en los exámenes de estos cursos, ¿cómo era posible que otro fuera capaz de componer poemas y, yo, no?


Esa, fue mi motivación para empezar a escribir poesías, de las que he compuesto algo más de cuarenta, la mayoría de corte romántico, eso sí. Incluso, hubieron amigos, pocos, que me pidieron que les compusiera algunas poesías para las chiquillas que los atraían, a lo que yo no sólo no me opuse, sino que atendí de muy buen grado, porque constituían desafíos para mí. O, con motivo diferente -ponerme a prueba-, alguna vez una de mis hermanas me preguntó si yo podía hacer poesía sobre cualquier tema; ante mi asentimiento, me desafió a que compusiera una sobre el espejo …. y, lo hice.


¿A santo de qué viene todo esto?, a que a continuación voy a contar una anécdota de vida que ocurrió cuando cursaba el 3er. Año de Ingeniería, en la universidad nacional del mismo nombre (UNI). Aproximadamente a mediados del año entonces en curso, vinieron al Perú seis “misses” de diferentes países sudamericanos, para emprender vuelo, junto con la representante del Perú -en el final del proceso de su elección-, desde nuestro país a Estados Unidos, donde se iba a celebrar el concurso Miss Universo de ese año.


Las presentaron por televisión en el Canal 2 de entonces, cuya sede principal estaba ubicada en la segunda cuadra de la avenida Tacna -lo sabía, porque el paradero inicial y final de los ómnibus de la UNI era en la primera cuadra de la misma avenida-. Con gran gusto de mi parte, especté el programa y me pareció muy bien que, en mi país, las halagaran con un lenguaje muy florido del que hacía gala el maestro de ceremonias del mismo, Humberto Vílchez Vera. Muy rápido caí en la cuenta de que el citado anfitrión era argentino, con lo que ya no me sentí tan bien; me fui a dormir con la idea en la cabeza de que sería conveniente que un peruano les hiciera, también, un homenaje que estuviera a la altura de lo que hacía Vílchez Vera. Después de muchas vueltas en la cabeza a lo que ya se convirtió en preocupación para mí (no podía dormir), llegué a la conclusión de que yo podía y debía ser el peruano que también agasajara a las candidatas a tan conocido y prestigioso concurso; ¿cómo?: dedicándoles poesías.


Ese día siguiente, mi horario de clases indicaba Taller Eléctrico en la mañana y Dibujo Eléctrico en la tarde (o, al revés) por lo que, faltando a las clases respectivas (no había nada urgente) me podía dedicar a escribir los poemas que había pensado iban a ser un buen homenaje a las mencionadas “misses”. En el trayecto hasta la universidad, tomé la decisión de que debía componer poemas similares en sus características (tipo, profundidad, extensión y, cosas así); me fue fácil concretar que debía escribir sonetos, así como destacar en cada uno la cualidad a mi juicio principal de la acreedora del homenaje.


Llegué y, sin titubear, ubiqué una banca solitaria en el campus universitario y, a componer se ha dicho. A la media mañana, ya tenía dos poesías concluidas, pero también había llegado a la convicción de que no iba a poder terminar a tiempo los seis sonetos que debía escribir y después pasar a máquina (para lo que era bastante lento y siempre cometía errores), lo que me empezó a deprimir. Supongo que esto se me notaba en el rostro, porque en algún momento y como caído del Cielo, pasó por allí un compañero de clases que, al verme, se acercó a preguntarme cuál era el motivo de mi ausencia a clase; conversando, notó mi desánimo y, al inquirirlo, creo que me desahogué en él, contándole en lo que me había metido. Se entusiasmó con la idea y me propuso ayudarme con el tipeo de los sonetos que ya estuvieran listos, mientras yo terminaba la composición de los que faltaran, más la obligatoria carta de presentación a Humberto Vílchez Vera.


Nos dedicamos, el resto del día, a lo que pretendía y, me parece que a eso de las siete de la noche tomamos el ómnibus de la universidad que nos llevaría a la primera cuadra de la avenida Tacna. Dejamos el sobre con las poesías y la carta de presentación en la recepción del canal, en la ingenua creencia que Vílchez Vera se iba a sentir contento por mi colaboración, así como que iba a entender perfectamente el propósito y daría lectura a cada poema, con el acompañamiento de la verborrea que manejaba.


En mi domicilio, por supuesto que estuve pendiente del programa y, por supuesto también, el animador argentino no hizo mención alguna a lo que le había dejado, causándome una gran decepción. Al día siguiente, de paso para subir al ómnibus de la universidad, para asistir a un día más de clases, pude ver el sobre que le había dejado, en el mismo sitio que vi que lo puso quien me lo recibió la noche anterior. La verdad, no sé si se lo quisieron dar a Vílchez Vera y él no lo quiso recibir o, el receptor ni siquiera intentó entregárselo a su llegada para el programa de la víspera. Para el caso, es lo de menos; con la experiencia ya vivida, comprendo con toda claridad que, ni Humberto Vílchez Vera ni nadie, habría leído mis composiciones, por la sencilla razón que le “harían sombra” a su participación en el programa de que se trataba; más, todavía, si él era el “maestro de ceremonias”, el personaje principal.



Como una muestra de mi logro poético -que, de todas maneras, lo concreté-, a continuación presento a ustedes, mis amables lectores, los seis sonetos que aquel día compuse. Espero no cansarlos.


SONETO A LA ARMONIA

(A Miss Uruguay)


Eres dueña del don de simpatía,

atraes por doquier con tu prestancia,

llevas, en tu ser, tal elegancia;

no sé cómo hay en ti tal armonía.

Eres la mujer cuya figura

simboliza, con certeza tan profunda,

el anhelo de la mente vagabunda

que busca con el alma la hermosura.

Quisiera yo poder en pocos versos

definir con precisión, sin fantasía,

el ser que asoma a tus labios tersos.

En tu risa cristalina hay, todavía,

reflejos de tu infancia, sin esfuerzos;

eres, tú, la miel y la ambrosía.



SONETO A LA ATRACCION

(A Miss Paraguay)


Eres bella flor, precioso fruto,

tienes un imán en la mirada;

prodigio de atracción, es tu atributo:

por donde vayas, serás muy admirada.

Llevas, en tu ser, impreso un sello,

que tienta, seduce, que fascina;

eres, por cierto, todo aquello,

que atrae al hombre, lo domina.

¿Qué puedo yo decirte, que el espejo

no te haya, antes, reflejado?

No digo, entonces, nada; a otro dejo.

Feliz, ha de sentirse, el que a tu lado,

Sin sentirlo, ni creerlo, se haga viejo,

Porque siempre estará enamorado.



SONETO A LA BELLEZA

(A Miss Bolivia)


Eres, entre todas, bonita, la más bella;

eres, lo digo sin mentir, una lindura;

eres hermosa, preciosa criatura;

eres verdadera flor, dulce doncella.

Si de todo el ramillete me pidiera,

un jurado que yo seleccionara,

la mujer cuya belleza destacara,

sin dudar, por un momento, te escogiera.

A tu lado, sin quererlo, empalidecen,

la belleza, la gracia, el donaire;

porque es, en tu figura, donde crecen.

No hay palabras que reflejar puedan el aire

que derraman tus pies, cuando tu cuerpo mecen;

y, despiertan al galán, sin un desaire.



SONETO A LA INOCENCIA

(A Miss Chile)


Eres, a mi modo de ver, la más sencilla;

la más ingenua criatura, la más pura;

eres canto, poema a la hermosura;

eres adorable: ¡Qué chiquilla!

Tu gracia, tu candor, son un trastorno;

eres, toda una delicia:

es, tu juventud, una caricia;

sin querer, tu admirador, me torno.

Eres, botón de flor, capullo vivo;

que despierta, en quien te ve, un gran asombro:

eres musa del poeta, su motivo.

Despiertas un afán, cuando te nombro;

llevas, en tu ser, un garbo altivo:

has hecho, de mi ser, todo un escombro.



SONETO A LA INTELIGENCIA

(A Miss Ecuador)


Eres la mujer que, inteligente,

busca solución a las incógnitas

que lleva en su ser toda la gente,

clavadas en la mente, muy recónditas.

Posees, en tu linda cabecita,

inquietud por el saber humano;

eres, adorable mujercita,

esperanza, de la cual me ufano.

A tu lado, cualquier hombre sentiría

admiración, respeto, valentía,

para enfrentar la vida, sin reparo.

Por ello, hoy, te rindo pleitesía;

porque, significas más que poesía,

y no encuentro, para ti, comparo.



SONETO AL CORAZON

(A Miss Venezuela)


Eres; ¡oh, mujer!, representante

de la esencia del sexo femenino;

obedeces al mandato del Divino,

al tener un corazón tan rebosante.

Unes, a la belleza, el sentimiento.

¡Qué par maravilloso de virtudes!;

pero, en tus palabras, siempre aludes:

el amor al ser humano, no es un cuento.

Eres, la combinación más anhelada

por el hombre de ideales superiores;

eres, de las joyas, más preciada.

La paz y el amor, son tus temores;

de la felicidad, preciosa, serás hada

Dichoso, será el rey de tus amores.

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