Cuando concluí mis estudios profesionales de ingeniero, comprendí que era teórico cien por ciento; es decir, lo más que había aprendido era a “pasar” los exámenes, pero no era hábil para la aplicación de esa teoría que había aprendido, que no tenía práctica en absoluto. Ese descubrimiento, para mí, significaba que en algunos aspectos de mi desarrollo profesional, yo dependía de los técnicos a mi cargo: ¿cómo podía ser responsable del trabajo de gente, generalmente mayor que yo que, más aún, me enseñaría de alguna manera? A ese personal, en efecto, a lo largo de todo mi desarrollo profesional le he debido y le debo muchos de los éxitos que haya alcanzado lograr a lo largo de mi gestión profesional.
Pocos años antes de concluir mis estudios profesionales, tuve ocasión de conocer socialmente a un técnico en el campo al que había decidido dedicarme. Por sus muchos años de experiencia, pronto se dio cuenta de que podía hacer una muy buena dupla conmigo, así como (probablemente) moldearme a su manera de ejecutar los trabajos que consiguiera; naturalmente, para que fuera así, yo tenía que inclinarme por un desarrollo profesional como independiente. Lo desdeñé, por dos razones, que sólo hoy alcanzo a comprender, no en aquella época: me sentía muy por encima de él, porque pronto alcanzaría un título profesional que él jamás obtendría; y, porque (y estoy seguro que fue la razón principal) tenía miedo a enfrentarme, como profesional independiente a la vida que se me venía encima, miedo al fracaso.
Creo que una de las razones para haber actuado así, es que en nuestro medio no existe la costumbre de que los profesionales liberales cuenten con el apoyo de técnicos de mando medio en la misma especialidad que dichos profesionales ostenten. Sin lugar a dudas, cuando el profesional decide desarrollar su actividad intelectual en calidad de independiente, se debe rodear de personal técnico que lo ayude a hacerlo, con el cual forma un equipo de trabajo que basará sus logros no sólo en la formación y capacidad que cada integrante tenga en su respectivo campo de acción, sino también y en alto grado, en la confianza que cada uno tenga en los demás, empezando por el propio profesional líder del equipo. Dentro de dicho equipo, el profesional encuentra a su “brazo derecho”, generalmente de la misma especialidad, aunque con muy diferente nivel de preparación.
Actualmente, los escolares que concluyen su formación básica regular (Secundaria), generalmente aspiran a seguir estudios superiores en alguna universidad, con el propósito de alcanzar títulos profesionales que les permitan vivir de igual o mejor manera que la que han tenido en sus respectivos hogares paternos. Basan su propósito en la seguridad de que el ejercicio de las profesiones que lleguen a alcanzar, les dará libertad económica y les permitirá formar hogares que no afronten dificultades materiales, sin dejar de lado el escalamiento de ubicaciones cada vez más importantes en sus respectivas actividades.
Si bien es lo que nuestro medio de vida plantea a cada nueva promoción escolar, son muchos los que consideran atractivo y único el camino descrito, algo que muy pocos de quienes integran esos universos juveniles llegan a alcanzar, en términos porcentuales. Desdeñan la posibilidad de convertirse en técnicos de mando medio, sólo por el prurito de que estarán, siempre, bajo la tutela de algún profesional, que no dispondrán de la misma libertad de elección que quienes los dirigirán; esto, hace que la demanda de técnicos de este nivel sea bastante alta, debido a su escasez en el mercado, así como paralelamente que las remuneraciones a que los mismos pueden aspirar sean verdaderamente atractivas.
Este campo laboral es muy poco explotado y debería serlo; sería bueno para ellos y, también, para el Perú: los profesionales en general y los nuevos en particular, contarían con el apoyo necesario para el desarrollo de sus actividades, porque sería este un apoyo verdaderamente formado para colaborar con ellos al logro de sus objetivos profesionales.
Sería muy conveniente, para el país, estimular la creación de más entidades que se dediquen a la formación de técnicos de mando medio, así como inculcar entre los escolares de años superiores un genuino interés por esta alternativa de formación, muy necesaria en el Perú actualmente.
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