Al momento de publicar la presente Columna de Opinión, ya han transcurrido más de cuatro de las siete semanas que median entre la primera vuelta (11 de abril) y la segunda vuelta (6 de junio) electorales. La situación, está “de correr”: hasta donde puedo recordar, nunca antes se polarizó tanto, se dividió tanto al país como en esta ocasión: no sólo es los ricos contra los pobres, los blancos contra los cholos o los cultos contra los ignorantes; también y sobre todo, los pudientes contra los que no, los que miran para arriba o, por lo menos de frente, contra los que siempre miran para abajo, al suelo.
Por supuesto que entre los de clase o nivel socio económico A y B hay personas que se sienten por encima de las demás, demasiadas para mi gusto; pero, entre las de los niveles C, D y E, la gran mayoría miran al suelo, no sólo eso, son resentidas de nacimiento hacia los de clase alta, únicamente por el hecho de que forman parte de ella. Cada uno de sus integrantes, por consiguiente, se aferra a sus ideas -léase candidat@- y ve en la otra posibilidad de elección no ya a un personaje político que puede gobernar el país por un período gubernamental, la ve como la encarnación de todos los males que en el futuro él, su familia y hasta su descendencia puedan sufrir. En este aspecto se supone peor a Pedro Castillo, justo es decirlo, porque es a quien se conoce menos y de quien la aplicación de sus intenciones como Presidente de la República dadas a conocer -no parece apropiado decir en “su Plan de Gobierno” porque, según publicaciones no desmentidas, el presentado al inscribir su candidatura es el ideario del partido Perú Libre, transcrito por su líder Vladimir Cerrón, no un plan de gobierno propiamente dicho-, inspira temor de que el Perú se convierta en uno más de los países comunistas del siglo XXI.
De ambos candidatos, se puede decir mucho y en el aspecto negativo, porque los dos tienen bastante “cola que les pisen”: Keiko Fujimori desde que, como hija, se solidarizó con su padre en desmedro de su progenitora, convirtiéndose en la Primera Dama de nuestro país, en buena parte del Gobierno de Alberto Fujimori. Pasando por sus estudios en el extranjero, que nadie ha negado hayan sido costeados con fondos públicos. También, lo más clamoroso por su efecto en el país, así como porque ella era la lideresa del partido cuando alcanzó una mayoría legislativa absoluta, con 73 parlamentarios en la elecciones generales de 2016, cuyo ejercicio lejos de ser el anunciado en su campaña electoral de contribuir de manera importante a plasmar una serie de mejoras tendientes a encaminar al Perú por la senda del desarrollo, llevó a cabo una guerra sin cuartel con el Ejecutivo que tuvo como consecuencia la caída de dos Presidentes de la República -Pedro Pablo Kuczynski, prácticamente obligado a renunciar en marzo de 2018, lo que fue motivado inicialmente por el indulto que concedió a Alberto Fujimori. Asimismo, su reemplazante, Martín Vizcarra Cornejo, quien fue declarado “vacante por insolvencia moral” por los actuales parlamentarios con los que este presidente logró reemplazar por elección popular a los elegidos en 2016, en enero de 2020 luego de haber cerrado el Congreso en uso de atribuciones que hasta ahora se discuten, el 30 de setiembre de 2019-. Se atribuye, también, a Keiko Fujimori haber permitido una serie de actos de corrupción propios y de miembros de la bancada de su partido, lo que tampoco ha podido ser desmentido por la candidata. En el único debate entre ambos candidatos ocurrido hasta ahora, en Chota – Cajamarca, efectuó ofrecimientos populistas sin mencionar cómo los pondría en práctica de salir electa, tales como la construcción de 3000 colegios y el reparto del 40 % del canon minero directamente a la población de las regiones en las que están asentadas las minas que lo generan.
En cuanto al otro postulante, Pedro Castillo, se sabe que sus ideas políticas son de corte izquierdista; pero, también, por medio de sus discursos públicos para ganar electores, pone de manifiesto que dichas ideas son absolutamente radicales, lo que lo ha llevado en más de una oportunidad a contradecirse para no arriesgar una posible pérdida de votos. Su única actuación pública previa a su actual candidatura, a nivel nacional, ocurrió en 2017 con ocasión de una huelga magisterial, en la que tomó la posta de la dirección de la citada paralización luego de ganarla como líder de la facción CONARE (Comité Nacional de Reorientación del Sutep) a la dirección nacional de este sindicato -es pertinente mencionar que, según el Secretario Nacional del SUTEP, Lucio Castro, la actuación de Pedro Castillo en la mencionada huelga magisterial perseguía “liquidar la organización sindical, liquidar a sus dirigentes”; asimismo, que en el presente proceso electoral los maestros no han votado masivamente por él-. Aquella, fue la huelga magisterial de mayor duración en los tiempos recientes, lo que se debió, notoriamente, a la intransigencia de Pedro Castillo y de la cúpula del movimiento que lo acompañaba en dicha paralización.
Las amenazas al orden establecido con las que el señor Castillo se ha ganado un lugar preponderante entre la población más pobre y olvidada del Perú, si bien forman parte del ideario del partido político Perú Libre, no han sido formuladas inicialmente por él, sino que constan en su gran mayoría en las ideas expresadas por el Secretario General de ese partido, Vladimir Cerrón en el documento presentado como Plan de Gobierno. Por coincidir con sus ideales políticos, a Pedro Castillo no le ha representado dificultad alguna hacerlas suyas y expresarlas abiertamente ante un sector poblacional que para lo único que vio a políticos peruanos anteriormente, fue para que le hicieran promesas demagógicas y populistas con fines exclusivamente electoreros, que muy pronto olvidaron una vez que alcanzaron el sitial para el que requirieron su voto.
Entre las propuestas y amenazas que ha lanzado Pedro Castillo en sus diversos discursos de campaña, es de conocimiento general, que ha anunciado que desactivará entidades de la importancia del Tribunal Constitucional y la Defensoría del Pueblo; también, que convocará un referéndum para cambiar la Constitución actual, de modo que la que se ponga en vigencia contemple instaurar una "economía popular con mercados", en reemplazo de la actual “economía social de mercado”. Asimismo, cambiar al Estado "supervisor" por un Estado "interventor, planificador, innovador, empresario y protector"; que, en su gestión, se va a estatizar o nacionalizar -realmente, no encuentro la diferencia entre ambos términos- muchas empresas, mencionando específicamente a la que extrae el gas de Camisea, así como renegociar el reparto de utilidades de las empresas extractivas transnacionales, para que su contribución sea el 70 % de las utilidades que genere su actividad, en vez del 30 % actual, según él: algunos analistas dicen que la verdadera contribución de esas empresa es del orden del 55 %-. Además, propone aumentar el presupuesto de Educación y de Salud a 10% del PBI, cada uno, algo totalmente inviable si, como indican algunos analistas, esto sumaría más que todo el presupuesto nacional.
Dadas sus ideas comunistas, se ha manifestado admirador o, por lo menos, partícipe de muchas de las que se han puesto en práctica en países de tendencia igualmente izquierdista de América Latina, como Cuba, Venezuela, Nicaragua, Ecuador (en época de Rafael Correa) y Bolivia (especialmente, en época de Evo Morales). No se le ha escuchado exponer ideas, en cambio, a favor de los gobiernos también de izquierda de Michelle Bachelet en Chile o José Mujica en Uruguay, cuyas gestiones no se asemejaron nunca a las de los expresidentes de los países antes mencionados. Es de reconocer, sin embargo, que José Mujica sí expresó su respaldo a Castillo posteriormente a la primera vuelta electoral en Perú.
Indudablemente, para los posibles votantes de ambos candidatos presidenciales, la elección de quien no es de su simpatía representa un peligro para el futuro en el Perú; y, con el antecedente expuesto líneas arriba, se puede resumir que existe un justificado temor a futuro sea cual sea el candidato o candidata que asuma la Presidencia de la República a partir del 28 de julio de este año, 2021; para más señas, el año en que nuestro país cumple 200 años de vida independiente.
Hasta donde me es posible atestiguar, es primera vez que el Perú se encuentra frente a un proceso electoral, constitucional, cuyo resultado definitivamente no le ofrece un buen augurio.
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