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Foto del escritorAlfonso Abad Porras

SE FUE EL JAGUAR DE “LA CIUDAD Y LOS PERROS”

Hace menos de un mes (28 de mayo último), a la edad de 63 años, falleció Juan Manuel Ochoa, conocido como “El Jaguar”, por el papel que desempeñó en la película “La Ciudad y Los Perros”, versión cinematográfica de la novela de nuestro Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa. Para quienes pudieron leer la obra del laureado escritor y, especialmente, ver la película del mismo nombre que dirigió Francisco Lombardi, fue un actor peruano verdaderamente notable, que desempeñó el rol de uno de los personajes principales de la obra con mucha propiedad, haciendo que el ávido lector de esa primera novela de Vargas Llosa visualizara plenamente no sólo al personaje dentro de la misma, sino también el ambiente en el que se desenvolvían su insólita trama y una serie de hechos inimaginables, para los profanos en los usos y costumbres del Colegio Militar Leoncio Prado.


Ochoa fue un actor de cine, televisión y teatro, que también apareció en las películas nacionales, “Mariposa Negra”, “Coraje”, “Asu Mare”, “Muerte en los Andes”; y, recientemente, en la serie de televisión “El último bastión”. Sin embargo, la platea peruana lo identificó tanto con el papel que desempeñó en “La Ciudad y los Perros”, que hasta en el momento de su muerte ha sido más fácil saber a quién se hacía referencia usando su apelativo antes que su nombre.


El personaje que desarrolló en esta película, a los 24 o 25 años de edad aproximadamente, ha sido motivo de estudio para los críticos, quienes han emitido conceptos que se manifiestan en el texto consolidado a continuación:


El Jaguar destaca por su violencia y agresividad en el colegio militarizado, ya que ha podido enfrentarse con estudiantes mayores, que pretendían golpearlo por ser ingresante (o “perro”); se hace apodar con esa denominación por su capacidad de pelear. En general, estos motivos le permiten convertirse en un líder para su sección y, a la vez, infundir temor y respeto hacia ellos. Muy pronto, forma una banda delincuencial llamada El Círculo, en el que se incluyen el serrano Cava, el Rulos y el Boa; el Jaguar será quien asuma el cargo principal de mandar. Asume una agresividad exponencial y transfiere una imposición temeraria y respetable hacia los demás personajes; es una identidad negativa y violenta que instaura una nueva manera de sobrevivir en aquel universo militar. Para estudiarlo, se evalúan conceptos tales como protagonista, amo, dandi, violento, manipulador, agresor, temerario, vengativo y obsesivo.


El diario El Comercio hizo al actor una última entrevista en los primeros meses del presente año, en la cual se detallan pormenores significativos de la última etapa de su vida:


“Dos septicemias, un infarto y un agudo síndrome de abstinencia son algunas de las pruebas que Juan Manuel Ochoa, superó durante el año anterior al de su muerte. En medio del confinamiento debido a la pandemia de coronavirus, un impensable diagnóstico de cáncer a las amígdalas llegó para cambiarlo todo; pero, también, para demostrarle que el amor de su familia, la solidaridad de sus amigos y las buenas vibras de un público que no lo olvidaba, eran capaces de lograr aquello que parecía imposible.


A las 5 de la tarde del 14 de abril del 2020, una teleconsulta encendió las alarmas; el médico que seguía su caso durante semanas determinó que una infección generalizada amenazaba la vida del actor y le solicitó a su esposa, Roxana Portugal, llevarlo de emergencia al hospital. 'Faltaba una hora para el toque de queda, comencé a llamar a todas las ambulancias, ninguna respondía. Unos policías me ayudaron a llevarlo a la clínica Cayetano Heredia. Allí lo reciben, lo llevan a UCI y diagnostican la septicemia producto del cáncer. Fue terrible', recuerda aún conmovida; aquel día, en unas cuantas horas, los sueños de la pareja se convirtieron en pesadilla. Los resultados de los primeros exámenes fueron devastadores, tenía hepatitis, diabetes, cirrosis, trombosis en la yugular, fibrosis y edema pulmonar; todos los males latentes que su cuerpo contenía habían despertado”.


En algún momento de la narración de aquella entrevista, el reportero informa que: Por escrito, él nos cuenta que necesita volver a actuar. “Mi voz se ha visto afectada por el tumor y la ha tornado gangosa hasta el dolor. Yo he bautizado este problema como el síndrome del ‘ñaja ñaja’. Pero estoy esforzándome intensamente para poder volver a trabajar. En estos momentos extraño el cine mudo”….. El mea culpa de Ochoa continúa, no sólo se arrepiente de haber abusado de su buena salud sino también de no haber sido más dedicado a su carrera. Sentir que ha fallado como padre es una herida que permanece abierta en su corazón, uno de sus hijos mayores se encuentra en estos momentos en un centro de rehabilitación, el mismo que hace años acogió al actor. “El sino del ‘Jaguar’ es muy poderoso en mi vida. Mucha gente asume que yo soy él; a veces, lo he sido pero, por favor, no es para emularlo. Nosotros los malvados somos los más vulnerables a las consecuencias karmáticas. Lo negativo inevitablemente te alcanza y te pasa la factura completita”, sentencia.


Con este intento de semblanza de un actor que fue muy impactante por su trabajo en la versión fílmica de “La Ciudad y los Perros”, he querido mostrar el rostro más humano de alguien identificado con papeles actorales de delincuente o malvado, esperando al hacerlo que, si llegara esta Columna a estar a la vista de personas, especialmente jóvenes, con similares inclinaciones a las que caracterizó en el escenario Juan Manuel Ochoa, sepan captar el ejemplo que su vida ha dejado.


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