Con motivo de la segunda vuelta para el proceso que dio como resultado la elección como Presidente de la República al candidato Pedro Castillo, el Jurado Nacional de Elecciones organizó un único debate entre los dos postulantes que llegaron a dicha instancia, el mismo que tuvo lugar el 30 de mayo último en la ciudad de Arequipa. En aquella oportunidad, los dos candidatos se dedicaron, básicamente, a destacar lo negativo de su oponente, dejando de lado que a los peruanos nos interesaba saber qué nos podían ofrecer como programa de gobierno, a fin de aceptar que uno de los dos había planificado algo interesante para el país, que valía la pena ofrecerle nuestro voto.
Ninguno de los dos dejó nada positivo que destacar, al menos para mi personal punto de vista; y, si bien no era considerado como punto formal de agenda, los seis aspectos que sí lo fueron implicaban, para muchos de los electores, conocer cómo cada uno reformaría el Estado para satisfacer adecuadamente las expectativas de quienes esperamos que, por fin, el Perú encuentre un equipo de gobierno que lo encamine al desarrollo. No hubieron propuestas que mostraran, siquiera, intenciones de hacerlo.
Sin embargo, la Reforma del Estado era y es un asunto de capital importancia para el Perú: somos un país que requiere de una reestructuración total, porque así como está y ha venido haciéndolo por espacio de doscientos años, no debe seguir más: no vamos a ninguna parte como estamos, desde que se declaró la independencia de España. Los peruanos en general y las autoridades en particular, debemos hacer todo lo posible por honrar a nuestra historia; hemos olvidado que nuestra cuna fue el Imperio de los Incas, que era una de las dos más grandes potencias de América y que, habiendo sido conquistados por los españoles, el Virreinato del Perú fue quizás el más importante de toda América o, por lo menos, de América del Sur.
Considero que a todos los gobiernos nacionales, a partir de la fecha, les debemos exigir que hagan una verdadera reforma del Estado, para ubicar al Perú en el lugar que le corresponde, no sólo hacer que “no haya pobres en un país rico”, como ha propuesto el candidato finalmente elegido señor Pedro Castillo, sino también impulsar el crecimiento del Perú hasta llevarlo a la condición de país desarrollado, objetivo ambicioso pero no descabellado que puso el Gobierno de Ollanta Humala, cuando estableció la meta de integrarnos a la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico), en cuyo intento no parece haberse avanzado nada, absolutamente.
A continuación, me permito presentar algunas sugerencias respecto a lo que se debe hacer, expresadas desde el punto de vista de un ciudadano común y corriente, que espera poder vivir en un país mejor, porque lo merece y el país tiene la posibilidad de lograrlo. Naturalmente, el orden en que las enuncio no implica un orden de prioridades; la idea es que todas ellas se atiendan simultáneamente; es decir, que la reforma del Estado Peruano sea absolutamente general, de acuerdo a sus necesidades y urgencias: definitivamente, acometer la reforma del Estado traerá consigo la reforma de muchos aspectos paralelamente.
Reducción y/o Minimización de la Burocracia.
Es de todos conocido que la burocracia peruana es demasiado nociva para la ejecución de lo que se tenga que hacer y para la prestación de servicios de cualquier índole que le puedan ser requeridos por el público usuario. El Gobierno Central debe estudiar y aplicar los correctivos a que haya lugar, para que esto no continúe, so pena de aplicar políticas drásticas de reducción y reemplazo de personal, para cuyo efecto se deben llevar a cabo campañas de advertencia y divulgación, así como cumplirlas.
Desarrollo del Turismo.
El Perú cuenta con una amplia gama de atractivos turísticos, desde ruinas históricas hasta el turismo de aventura, que no se han desarrollado de acuerdo a su potencial. De un tiempo relativamente corto a esta parte, se les ha añadido otro atractivo más: el turismo gastronómico -viene ocupando los primeros lugares en cuanto concurso de esta índole participe-. Se debe evaluar y mejorar la infraestructura que podemos poner al servicio de los turistas, desde la presentación de nuestras ciudades a los ojos de los turistas, cuando ellos recién arriban al Perú, hasta los medios de comunicación y transporte que ellos han de emplear para movilizarse dentro de las fronteras de nuestra patria. Asimismo, es necesario capacitar a quienes, por la labor que deben llevar a cabo para atender a los turistas o, cuya vida tiene que ver con el trato que reciben los mismos, les dan una imagen que puede ser distorsionada de lo que es el Perú, para ellos. El objetivo debe ser que el Turismo sea la primera fuente de ingresos pecuniarios para el país.
Explotación de Recursos Naturales.
El Perú es un país que vive casi exclusivamente de la explotación de sus recursos naturales, sean estos mineros, marinos o agrícolas. Por consiguiente, se debe revisar y legislar apropiadamente sobre las condiciones en que estos productos de nuestro territorio pueden y deben ser comercializados al exterior, así como el porcentaje apropiado de los mismos que no deben nunca salir del territorio nacional porque deben ser dedicados al consumo nacional.
Mejoras en Salud.
El Perú cuenta con varios sistemas de salud que corresponden a determinados segmentos de población, siendo los principales según su extracción: servicio totalmente privado, para quienes disponen de los recursos económicos suficientes como para afrontar los costos de los centros de atención hospitalaria creados para este fin, constituido generalmente por las empresas prestadoras de salud, que también han sido creadas de veinte a treinta años a la actualidad, para atender -vía contratos de servicios- a personal de empresas que los contratan al efecto. EsSalud, para personal de empresas formales que efectúan retenciones con fines de prestación de servicios de salud, de acuerdo a disposiciones legales vigentes, cuyo alcance llega a su vigencia como jubilados e incluye a los cónyuges e hijos menores de edad de los trabajadores. El Seguro Integral de Salud (SIS), que es un servicio de salud subsidiado por el Estado, para que los ciudadanos que residan en el Perú puedan atenderse de manera gratuita en todos los centros de salud públicos.
Mucho se ha hablado, especialmente durante la campaña política para ocupar la presidencia de la república por parte del hoy primer mandatario, de la necesidad y/o conveniencia de unificar todos estos servicios para mejorar su prestación, así como la cobertura de la población que los demande. Considero que tal medida sería inadecuada, porque cada una cuenta con su propia fuente de ingresos normada por ley y fue creado atendiendo las necesidades de atención y capacidad de pago de los que debían ser sus usuarios o, de hecho, lo eran al momento de su creación. Desde mi punto de vista, estos tres grandes estamentos de salud dependen administrativamente de una sola entidad que unifica a los servicios mencionados y a todos aquellos que a efectos similares se pudieran crear; ellos existen bajo la supervisión y control de un ente especialmente creado para ese fin, el Ministerio de Salud o, si no lo es, debiera serlo: sería conveniente y hasta necesario, revisar la normativa legal y clínica al respecto, para determinar las necesidades de rectificación pertinentes, si las hubiera, en cuyo caso aplicarlas en el más breve plazo para mejorar y optimizar los servicios brindados.
Educación.
Se deben revisar todos los niveles de educación que se brindan en el Perú, así como las currículas que se imparten en los primeros -inicial, primaria y secundaria- para hacerlas participativas en vez de memorísticas; adecuadas al medio en que se deben impartir, en vez de generales para todo el país. Asimismo, propender a que la Educación sea la profesión por excelencia, que los mejores estudiantes escolares pretendan dedicarse a ella, a ser docentes, pero que su ejercicio profesional sea el mejor remunerado, que quienes brindan sus servicios en esta área sean mirados con envidia por aquellos que no alcanzaron a ocupar un cupo en sus filas, como hoy es, por ejemplo, en Finlandia.
Empleo Formal.
Debido a la falta de empresas de mucha envergadura en el Perú, han proliferado las pequeñas y microempresas (Pymes, de manera generalizada), que se crearon para arriesgar la menor cantidad posible de capital en el negocio que la empresa quisiera emprender, incluyendo también el empleo de una mínima cantidad de personal. Su existencia, ha dado lugar en el Perú a que haya muchas evasiones legales, tanto por la escasa formación empresarial con la que cuentan sus gestores, como por la poca capacidad que, dada su inmensa cantidad a nivel país, tiene el ministerio del ramo para supervisarlas. Se da, pues, el hecho concreto de que la gran mayoría de estas empresas son informales en muchos aspectos, entre ellos especialmente, en lo que se refiere a cumplir con los requisitos de formalidad de sus trabajadores. Esto, redunda en una inestabilidad emocional en ellos que atenta contra la necesidad que tiene cada empresa del mejor aporte de sus trabajadores; así como, posteriormente, en su vida no productiva (ya jubilados) y hasta en los servicios de salud que los mismos puedan requerir.
Obviamente, es impostergable llevar a cabo una reestructuración de toda la maraña laboral, pública y privada que se desarrolla en el Perú, con el objeto de que la población de nuestro país pueda llevar una vida más ordenada, cuya primera consecuencia será superar la informalidad endémica que sufrimos.
Legislación y Manejo de la Ley.
Mucho y mal se habla del manejo y aplicación de la ley en los procesos y sistemas judiciales, lo que de una u otra forma demuestra que los procedimientos que se siguen para aplicar las leyes no son idóneos o no son los que se requieren. Es necesario que las autoridades del Poder Judicial se dediquen a revisarlos y corrijan lo que sea necesario para que no haya una inadecuada aplicación de la ley en muchos casos, así como no se pueda seguir sospechando de la honestidad de quienes imparten justicia, incluyendo a los integrantes del Ministerio Público.
De hacerse algo como lo indicado, sería justo definir la pertinencia de mantener nuestra frondosa legislación en beneficio de su claridad y aplicación.
Seguridad Ciudadana.
La población de la mayoría de las grandes ciudades del Perú vive literalmente presa de pánico, debido a los efectos de la delincuencia y criminalidad que sufrimos cada vez en mayor cuantía. Las fuerzas del orden son cada vez menos capaces de afrontarlas, aparentemente porque carecen de métodos, tecnología y recursos suficientes para ese fin, a lo que considero se debe añadir falta de formación adecuada y de legislación punitiva idónea a los avances de dichas criminalidad y delincuencia. En mi concepto, hasta se debería evaluar la conveniencia de mantenernos como adherentes a determinados convenios que, muchas veces, vemos como más convenientes para los que faltan a la ley que para sus víctimas. Definitivamente, se debe reestructurar los métodos y procedimientos que aplica el Ministerio del Interior, para mejorarlos en beneficio de la ciudadanía: de nada podría servir todo lo hasta aquí anotado, si la delincuencia en general sigue en aumento, tanto en número como en métodos y ensañamiento, así como si no se le pone mano dura y sanciones acordes con la crueldad de que hacen gala, cada vez más, quienes la practican.
Tránsito.
Las necesidades propias de la emergencia de salud que atraviesa nuestro país, han obligado a que el tránsito vehicular disminuya y hasta desaparezca prácticamente en algunas horas de cada jornada. Sin embargo, antes de que se iniciara la pandemia, así como cuando se dispone de cierta libertad de circulación vehicular y, especialmente, cuando la población escolar vuelva masivamente a las aulas, el caos originado por el tránsito vehicular fue y seguirá siendo cada vez peor, por lo que resulta impostergable que las autoridades pertinentes se ocupen, ya, de planificar su mejor desenvolvimiento ahora, que no estamos viviendo esos picos de tránsito que duraban prácticamente desde las siete de la mañana hasta las diez de la noche de cada día laborable y aproximadamente la mitad de ese tiempo los días de fin de semana y los no laborables.
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