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Foto del escritorAlfonso Abad Porras

RECICLAJE DE LA BASURA

El Perú es, actualmente, un país en vías de desarrollo, cuya macroeconomía realmente lo pone así de manifiesto, si nos atenemos a las informaciones que nos llegan al respecto; sin embargo, evaluando la situación económica de su población, las grandes mayorías viven en los rangos de pobreza y extrema pobreza. Es decir, aún no se perciben las mejoras, en dichos estratos y parece que esto durará aún mucho tiempo.


Una de las formas que cada vez más gente de los estratos menos favorecidos ha encontrado y sigue haciéndolo, para sobrevivir, es hurgar en la “basura hogareña” que se acostumbra sacar a las calles en horario próximo al paso de los camiones recolectores. Quienes a esto se dedican, llamados genéricamente “recicladores”, buscan al tacto entre los paquetes de basura que encuentran en las zonas residenciales de las ciudades, separan y recogen lo que les parece negociable y se lo llevan para venderlo, normalmente al día siguiente de su operación de recojo y posterior clasificación, a compradores de esa “chatarra y otros” a los que se les denomina, generalizando, “reducidores”. Todo este proceso, se efectúa de manera informal.


El carácter “informal” del proceso, permite la explotación de los recicladores, que dedican sus esfuerzos diarios a esta actividad de recolectar y clasificar la basura, para después venderla a precios irrisorios, que deben aceptar para tener quién les compre el fruto de su trabajo.


Llegando a la conclusión de que esto es tan injusto como para llamarlo “delito encubierto”, considero necesario que intervengan las autoridades que corresponda, para que esto no siga. Sin embargo, una pregunta lógica es la posibilidad de dejar sin medio de vida a los recicladores, si se dictan medidas que logren eliminar la explotación anotada; creo que hay una solución: las municipalidades están facultadas por ley (Nº 27314 y sus modificatorias) para formar empresas comercializadoras de residuos sólidos (nombre que se ha dado en otorgar a la basura doméstica, aunque es genérico en cuanto abarca también otros tipos de desperdicios).


Pues bien, dichos gobiernos locales podrían y deberían, desde mi personal punto de vista, formar tales empresas y dar trabajo (y sueldo) formal a los recicladores, empadronándolos previamente a ese efecto, de modo que la gente habituada a este medio de vida pueda tener un mejor ingreso -el sueldo mínimo sería suficiente para mejorar los ingresos y la consiguiente calidad de vida de ese grupo humano y sus familias-. La actividad, incluso, sería rentable para las municipalidades, porque ellas podrían colocar esos insumos -recolectados y clasificados por los recicladores- a las empresas que se dedican a producir a base de materiales reciclables. Sería tan rentable, que podría convertirse en una fuente de ingresos municipales que, además, nunca terminaría, porque basura doméstica nunca dejará de existir.


Creo que bastaría con que alguien -léase autoridad local, sub-nacional o nacional- hiciera esta idea suya, para dar inicio a una actividad formal que tendría connotaciones sociales , por lo ya descrito, así como medioambientales, porque contribuiría con la mejora del medio ambiente si se llegara a industrializar la basura de la manera indicada. Por supuesto que crear dicha empresa comercializadora de residuos sólidos no es, no debe ser tan fácil como sugerirlo, pero a ello también se pueden dedicar los esfuerzos de las autoridades y el personal de los gobiernos locales que lo hicieran; mediante los ingresos que obtuvieran, hasta se podría dejar de subir los arbitrios municipales de la forma tan onerosa que actualmente se hace.

Dado que los gobiernos locales no pueden formar empresas de carácter utilitario, como las privadas, tampoco estarían en posibilidad de explotar a seres humanos como actualmente hacen quienes se aprovechan de su condición de informales.


Lo dejo ahí.

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