La idea de crear una moneda común para Latinoamérica y el Caribe vuelve a posicionarse como uno de los asuntos más relevantes en la agenda económica regional, en el criterio de que este proyecto es necesario para cortar con la dependencia del dólar. Aunque se trata de una propuesta a largo plazo, en esta oportunidad el proyecto parece cobrar fuerza tras la decisión de Argentina y Brasil de comenzar a trabajar en una divisa unitaria que les permita facilitar el comercio bilateral. El anuncio de los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, y Alberto Fernández, de Argentina, se hizo previo a la VII Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), efectuada en Buenos Aires y la noticia ha generado reacciones a favor y en contra.
Para el líder brasileño, la propuesta de la divisa única es un tema transversal que se debe construir a través de un amplio debate, pues este proyecto también podría impactar al resto de la región, sobre todo porque hay países con dificultades para mantener un “equilibrio con el dólar”. Por su parte, el presidente argentino dijo que, a pesar de que todavía no saben cómo podría funcionar la iniciativa entre Argentina y Brasil, ni mucho menos cómo sería para el resto de la región, existe la certeza de que es nociva la dependencia que tienen Latinoamérica y el Caribe en el uso de monedas foráneas para el comercio.
El primer paso para la moneda común ya lo han dado formalmente Argentina y Brasil, aunque es un largo camino que América Latina tendría que recorrer, el cual incluye estudiar desde cuestiones fiscales hasta el tamaño de la economía y el papel de los bancos centrales. Los presidentes de los primeros países involucrados, defendieron que se avance en un proyecto de moneda común en la región para transacciones comerciales, que permita dejar de depender del dólar. El presidente de Brasil, Lula da Silva, y su homólogo argentino, Alberto Fernández, han dado su aprobación a poner en circulación una moneda de uso común, para impulsar el comercio exterior y las transacciones entre ambos países, con la perspectiva de ampliar esta unión al resto de países de América Latina "a largo plazo" y evitar que la política comercial de la región dependa del dólar.
En concreto, Lula ha explicado que, de momento, la moneda de uso que sería conocida como 'Sur' es solamente un proyecto que esperan que pongan en marcha "próximamente" los equipos económicos de los gobiernos de Argentina y Brasil, a la espera de conocer los detalles de esta propuesta.
Entre los argumentos a favor, Lula ha destacado que hay países que tienen dificultades para adquirir dólares, por lo que sería positivo contar con un tipo de moneda para el comercio exterior. "Si de mí dependiera, el comercio exterior se realizaría siempre con la moneda de los otros países; todo lo nuevo debe de ser probado y ojalá que los ministros de Economía y los presidentes de los bancos centrales tengan la inteligencia, la competencia y la sensatez para dar este salto de calidad en las relaciones comerciales y financieras", ha afirmado.
Por su parte, el presidente de Argentina ha celebrado la "vocación" del gobierno brasileño por apostar por esta moneda común que, si bien "no se sabe" cómo puede funcionar, ha indicado que ambos países son "conocedores" de "lo nocivo" de que la economía dependa de monedas extranjeras. "Es una interesante reflexión. Es necesario ahondar en los vínculos entre Argentina y Brasil porque supone motorizar todas las relaciones de América Latina", ha añadido.
Este proyecto de moneda común, en reciente opinión de 'Financial Times', supondría crear la segunda mayor unión monetaria del mundo; según estimaciones de Financial Times, la posible moneda latinoamericana, representaría el 5 % del PBI mundial. Actualmente, la moneda común más fuerte es el euro, con casi 14 % del PBI global. Todavía quedaría un largo proceso para llegar a este nivel, así como para ampliar este acuerdo a otros países; además, durante un tiempo indefinido, la nueva divisa común conviviría con el peso argentino y con el real brasileño.
El ministro de Economía argentino, Sergio Massa, confirmó a Financial Times que el proyecto de moneda común se ejecutaría acompañado por el real brasileño y el peso argentino, para luego evaluarse y ofrecerse al resto de la región. "Es el primer paso de un largo camino que América Latina debe recorrer", comentó Massa sobre el proyecto, que incluye estudiar "desde cuestiones fiscales, hasta el tamaño de la economía y el papel de los bancos centrales". Massa agregó que por ahora no hay que "crear falsas expectativas" y que lo más probable es que el tema requiera de un estudio profundo de muchos años para materializarse, como sucedió con la Unión Europea, que esperó 35 años para sacar el euro.
Para Gabriel Orozco, docente de relaciones internacionales de la Universidad Simón Bolívar de Barranquilla - Colombia, lo primero que hay que analizar es si efectivamente esta propuesta es viable. “Las condiciones para una integración monetaria, y sobre todo la construcción de una moneda única, no tienen que ver solamente con intenciones políticas o con emular el modelo europeo”, afirmó. Para el analista, hay que precisar si esto implicaría la creación de un modelo de banco central a nivel regional, similar al europeo, una idea que no goza de mucha aceptación, a su juicio. “Los países latinoamericanos son muy celosos de su soberanía y en un momento de diferentes desafíos donde se prevé una desaceleración, lograr que haya una especie de solidaridad monetaria es muy difícil”, declaró; no obstante, para el analista, sí puede llegar a ser más viable una mayor “coordinación fiscal” a nivel regional.
En un principio, la iniciativa de una moneda común solo aplicaría para Brasil y Argentina, aunque no se descarta que posteriormente se vaya incluyendo otros países de la región. Asimismo, en un primer lugar, esta moneda buscaría reemplazar la dependencia del dólar estadounidense en las transacciones comerciales.
“Esto tendría un impacto positivo especialmente para Argentina cuya economía ha sufrido mucho con la falta de dólares, y desarrollar esta iniciativa con Brasil es importante porque el país es un socio comercial clave”, apuntó Leandro Lima, analista senior de Control Risks en Brasil. Para el experto, la implementación de esta moneda común “requerirá un alto y perdurable nivel de coordinación entre los países”, lo que es un desafío porque “habrá resistencia de importantes sectores políticos y económicos brasileños que desconfían de la inestabilidad argentina”. Cabe recordar que la inflación en Argentina cerró el 2022 en 94,8 %, la más alta en 100 años, mientras que en su vecino fue de 5,79 %, tras el incremento de las tasas de interés. Ahora, los beneficios económicos para Brasil aún no están claros y para Lima solo se trataría, en un principio, de un beneficio desde el punto de vista geopolítico.
En esto coincide Andrés Abadía, economista jefe de Pantheon Macroeconomics para América Latina. “Sería un desastre en estos momentos, especialmente si no se resuelven los problemas estructurales de estas economías, o al menos se aminoran, antes de embarcarse en este proyecto”, apuntó. “Los costos de incurrir en un proyecto como este sobrepasarían con creces los posibles beneficios de una unión, debido a las condiciones iniciales de estos países, particularmente de Argentina”, aseguró Abadía.
La creación de una moneda única en América Latina no es una propuesta tan olvidada. Recientemente, en la toma de posesión de Gustavo Petro, el presidente del Senado, Roy Barreras, comentó sobre esta iniciativa. “Para que de la mano de las otras naciones latinoamericanas decidamos compartir un destino común, una sola agenda de competitividad, un Parlamento Latinoamericano vinculante, ojalá una moneda”, mencionó Barreras. El presidente de Chile, Gabriel Boric, un día después, no descartó la idea, aunque reconoció que falta un largo camino para lograrla. “Estos mecanismos específicos (moneda única) son muy complejos; son procesos de largo aliento y tenemos mucho que avanzar antes”, complementó.
En el pasado reciente también se buscó esta integración monetaria a través de la Unasur. En 2009, se impulsó el Sistema Unitario de Compensación Regional, conocido como Sucre, una unidad de cuenta común para las transacciones comerciales dentro de los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba). Por ser una unidad de cuenta común, el Sucre no funcionaba como una moneda en sí, sino más bien un sistema de intercambio con un valor de US$1,25 por unidad transaccional. Ecuador, con más de 6.000 transacciones entre 2011 y 2016, y Venezuela, como promotor, fueron los países que más emplearon esta unidad dentro del extinto bloque de países.
Una moneda común sería "una ayuda para salir del atolladero" que Brasil podría darle a Argentina, dijo a Sputnik el analista argentino Marcelo Elizondo. El también argentino Andrés Malamud se mostró más cauto, recordando que "en el Mercosur ni siquiera funciona la unión aduanera".
En el marco de la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) en Buenos Aires, Argentina y Brasil colocaron la discusión sobre una moneda común entre los dos países pero con pretensiones latinoamericanas. “No significa resignar la moneda” sino “encontrar un instrumento denominador común comercial que refleje la potencia del producto bruto de la región”, explicó el ministro de Economía argentino Sergio Massa en una conferencia de prensa con el Ministro de Hacienda de Brasil, Fernando Haddad, tras firmar un Memorándum de Entendimiento sobre Integración Económica y Financiera regional el 23 de enero reciente. “La decisión de ambos gobiernos es empezar a trabajar para lograr una moneda común de ambos países, con invitación a otros países de la región, para encontrar un instrumento económico y comercial que habilite a profundizar el sistema de comercio entre ambos países y dentro de la región y el Mercosur”, agregó.
Haddad, por su parte, dijo que los presidentes de Brasil y Argentina solicitaron la creación de una cámara de compensación con una moneda común que "no tiene nombre ni fecha límite y no buscaría la unificación monetaria como el euro de la Unión Europea”.
Los problemas de una nueva moneda se desprenden de las disparidades en el comercio regional. Según el informe de Intercambio Comercial Argentino del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), citado por La Nación, en 2022 Argentina tuvo un déficit con Brasil de 3.365 millones de dólares. Además, tuvo una inflación del 94,8% en 2022 contra 5,9% de Brasil. Por otra parte, en los últimos diez años el dólar subió 67% frente al real (de 3,1 a 5,2), mientras que en Argentina el dólar aumentó 3.662% (de 4,9 a 184,36 pesos), según reporta el diario.
La propuesta de la moneda común viene desde el Tratado de Asunción de 1991, constitutivo del Mercosur, comentó a Sputnik el argentino Marcelo Elizondo, analista de negocios internacionales y presidente de la Cámara de Comercio Internacional (ICC). Dicho tratado ya preveía "coordinación monetaria, no moneda común, sino coordinación monetaria; fiscal; arancelaria; cambiaria, además de arancelaria”, un tema del que ya se viene hablando desde hace varios años, incluso durante la administración del presidente Mauricio Macri (2015-2019), recordó.
Para Elizondo, las razones de revivir la propuesta en este momento pasan, en primer lugar, por la difícil situación argentina: el país “tiene un problema cambiario complejo, un tipo de cambio distorsivo de las condiciones de mercado y eso hace que haya mucha presión, escasez de divisas y le ha pedido a Brasil algún auxilio; han lanzado esta propuesta como una ayuda para salir del atolladero”. Brasil responde afirmativamente “porque bajo la presidencia de Lula da Silva está buscando un liderazgo regional y ser líder regional genera ciertas condiciones y reclamos de lo que uno quiere liderar”, a lo cual se agrega que “Argentina tiene un sistema de comercio exterior proteccionista y las empresas brasileñas quieren vender más en Argentina y este régimen permitiría vender más y mejor, así que también sería de interés económico de Brasil, agregó.
Para que el proyecto sea viable sería necesario un camino previo, advierte Elizondo: “Una moneda común no es una moneda única, sino una moneda para los intercambios comerciales y las relaciones bilaterales”. “Todavía hay mucho por resolver, por ejemplo, ¿quién va a emitir esa moneda? En segundo lugar, ¿a qué tipo de cambio va a cotizar? Tercero, ¿esta moneda común va a cotizar contra terceras monedas; en qué condiciones? ¿Va a poder ser usada para otro fin que el intercambio comercial? Porque, si fuera sólo para eso, sería un mero nominador binacional para pagos y cobros”, se preguntó.
Por otra parte, las discusiones dentro de cada país no son sencillas. En Argentina hay que pasar por el Congreso, pero el Gobierno no tiene mayoría garantizada, por lo menos en la Cámara de Diputados; y, en Brasil, hay un Congreso opositor. Si esto involucrara a terceros países, requeriría decisiones que no son sencillas, comentó Elizondo. “Hay una idea en la región de que hay una confluencia política y una sentimentalidad, de que el progresismo ha vuelto y gobierna en la mayoría de los países, pero creo que a veces se abusa de los símbolos y los mensajes políticos y no se advierte que luego en términos financieros no es tan sencillo y, si se quiere involucrar a terceros países, requeriría una complejidad que exige ser pacientes”.
Desde otro punto de vista, el analista internacional argentino Andrés Malamud consideró que no estamos ante un proceso parecido al de la Unión Europea y el euro: “En Europa construyeron primero un mercado común, por donde circula el 66% de su comercio exterior, y solo después le agregaron la moneda única. En el Mercosur ni siquiera funciona la unión aduanera, paso muy previo al mercado común, y el comercio regional es inferior al 10%”. Para Malamud, por ahora “no existe proyecto, son solo declaraciones de políticos y títulos de diarios”.
Hasta aquí, he resumido para mis amables lectores, de la forma más sustantiva que me ha sido posible, la información periodística a la que he podido acceder, con ánimo de facilitar su ubicación en el tema, de la misma forma que lo fue para mí previamente. A continuación, presento a ustedes el análisis que esta posibilidad me motiva, con el propósito de dar lugar a un pequeño intercambio de opiniones, si lo tuvieran a bien.
· El propósito de establecer una moneda de uso común en el ámbito latinoamericano no existe, ni siquiera en el papel. Puede decirse que es un sueño que de alguna manera nació en la mente del Libertador Simón Bolívar, cuando trató de plasmar su idea de unificar a los países hispanoamericanos, mediante la creación de una confederación de los mismos, que abarcaría desde México hasta la Argentina, incluyendo a Cuba, Puerto Rico y La Florida.
· Hasta donde es conocido oficialmente, sólo existe el propósito, a nivel de las máximas autoridades de Argentina y Brasil, de establecer una moneda que les facilite el intercambio comercial. A pesar de la aparente buena voluntad de los presidentes de ambos países para lograr el establecimiento de la citada moneda, al interior de ambas repúblicas hay todavía “mucho pan que rebanar”: no se han manifestado, aparentemente, aún diversas entidades locales de Argentina ni de Brasil con derecho a opinión sobre el particular, empezando por las políticas y continuando por las técnicas. Sólo se conocen algunas opiniones personales -aquí transcritas- que no son necesariamente favorables a ese logro.
· Es evidente que la ideología política común -con matices, seguramente- ha ayudado al principio de acuerdo ya logrado entre Alberto Fernández y Luis Inácio “Lula” da Silva; asimismo, que varios países latinoamericanos, hoy de similar tendencia ideológica, estarían llanos a dar su total aprobación -con aplauso incluido- si se les llegara a consultar su opinión al respecto.
· Es indudable que, de lograrse un buen funcionamiento de esa hipotética moneda común entre Argentina y Brasil, con añadidos respecto a su actual objetivo que posiblemente surgirían en el transcurso de su implementación, los demás países latinoamericanos serían influenciados por el éxito alcanzado y tenderían a integrarse al nuevo sistema monetario; pero, en ese momento, sería necesario disminuir hasta casi equiparar la actual desigualdad en el continente.
· Como dice el analista argentino Marcelo Elizondo, la creación de una moneda común entre los dos países, no es un tema exclusivamente ideológico; todo lo contrario, tiene muchos aspectos de primera importancia a evaluar, así como requiere de tiempos de aplicación en calidad de prueba significativos actualmente muy difíciles de cuantificar. No sería, pues, conveniente, estar a favor o en contra de esta opción; lo más apropiado, para emitir una opinión a nivel país, sería que las “aguas políticas” estuvieran calmadas.
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