En diferentes oportunidades desde que estoy publicando esta Columna de Opinión, me he ocupado del yacimiento de litio descubierto por la minera Macusani Yellowcake, filial de la canadiense Plateau Energy Metals, el año 2017. El propósito de dichas columnas, así como el de la presente, ha sido y es preservar esta fuente de riqueza peruana de manos ajenas interesadas en su beneficio propio a expensas de todos los peruanos, mediante la interesada complicidad de quienes, por simple cuestión de ubicación propicia, facilitan los malos manejos que desde siempre han ocurrido en el Perú, para despojarnos de nuestros bienes naturales, a cambio de pagos o dádivas que no justifican dejar a un país sin sus riquezas.
He intentado, en cada oportunidad, hacer notar el riesgo que los peruanos estamos corriendo de que “alguien”, sea persona natural o jurídica, se apropie de este nuevo yacimiento que además al descubrirlo, se verificó que era de muy buena ley -4.7 millones de toneladas de carbonato de litio con 99.82% de pureza, según el gerente general de la empresa, señor Ulises Solís-. Como medida de control, para que algo tan funesto no ocurra, he sugerido que se trace una “hoja de ruta” para la gestión del yacimiento de litio encontrado, la que debe comenzar en el inicio o descubrimiento del yacimiento hasta su comercialización y venta, pasando por la extracción y tratamiento pre-venta a que haya lugar; asimismo, se debe crear un ente supervisor de las actividades que constituyan o conformen dicha hoja de ruta y que, periódicamente, den a conocer en forma pública los avances que se vayan logrando.
Como actualmente ya debe ser de conocimiento, el litio, también llamado “oro blanco”, se ha convertido en un metal con aplicación muy amplia y necesaria, porque se le utiliza principalmente en la fabricación de baterías de autos movidos a base de electricidad y ya no de derivados del petróleo, como se ha determinado para protección del medio ambiente. Si a esto le agregamos que el Perú es el segundo país productor de cobre -metal con el que se hacen los cableados eléctricos en general-, es evidente la posibilidad que nuestro país tiene de enriquecerse abasteciendo a la industria automotriz mundial; siempre y cuando los peruanos cuidemos esas riquezas naturales de manos ávidas de su propio beneficio en desmedro del país que las produce.
La más reciente información conocida respecto a las gestiones que se puedan estar efectuando con la explotación del mencionado yacimiento de litio, data del mes de noviembre de 2020, de la que también me ocupé, la misma que da cuenta de una disputa legal entre la empresa canadiense Macusani Yellowcake y el Instituto Geológico Minero y Metalúrgico (Ingemmet), porque la entidad estatal pretende readjudicar 32 de las 151 concesiones que conforman el proyecto minero correspondiente a reservas de litio y uranio en Puno descubiertas por aquella el año 2017. Como digo en la última Columna de Opinión mencionada, …. “Es de suponer, que las condiciones contractuales de costumbre por las que se ha puesto en manos de la empresa explotadora, subsidiaria de la canadiense Plateau Energy Metals, el gran yacimiento que cuenta con ingentes cantidades de litio, así como también otras importantes de uranio, le otorgan atribuciones sobre ambos yacimientos, que no son precisamente cuidadosas del patrimonio peruano de esas riquezas, pero también lo es que no puede ser “a la mala”, que se le podrá imponer cláusulas adicionales que pretendan proteger, recién, nuestros derechos sobre lo encontrado.
Quiero creer, adicionalmente, que las autoridades de Ingemmet pretenden otorgar nuevas concesiones mineras sobre una parte de los yacimientos encontrados y aún por explotar, pero disponiendo de extensiones de terreno ya otorgadas a la descubridora y explotadora inicial, porque de otra forma esta no tendría motivo para querellar judicialmente a la empresa estatal peruana. De ser así, esta última se verá obligada a retroceder y reconocer los derechos de la otra para reclamar. Sin embargo, las buenas relaciones que pudieran haber habido entre ambas entidades ya se habrán roto y la desconfianza será su sustituto; pero, sobre todo, no existirá buena voluntad de la minera para ceder lo que al Perú le convenga y requiera, respecto a esas riquezas, que le son absolutamente necesarias para mejorar su nivel económico en el concierto de naciones.
Será, pues, conveniente que, “en el término de la distancia”, Ingemmet retroceda en sus pretensiones de readjudicar las concesiones que han dado lugar a esta disputa legal, así como que se siente a dialogar con Macusani Yellowcake sobre la mejor forma en que podrían llegar a un acuerdo que también beneficie al Perú, porque los yacimientos a explotar cuentan con riquezas de dimensiones tan amplias que los peruanos tenemos derecho a un mayor usufructo de las mismas, tratando de intercambiar lo que pidamos por algunas otras concesiones y/o beneficios que a aquella le puedan significar motivo de interés”.
Desde hace ya más de medio año -alrededor de siete meses, para ser más preciso- se ha hecho de conocimiento público este litigio, que probablemente nada bueno ni beneficioso para el Perú traerá consigo; nada nuevo al respecto se ha informado públicamente y, mientras tanto, estamos dejando y retrasando el usufructo de los beneficios que puede traer consigo, para el país, el yacimiento encontrado. ¿Es que se está alargando el asunto, para que la opinión pública simplemente olvide el asunto y un grupo de interesados saquen provecho, por lo bajo?
Creo que las actuales o las nuevas autoridades deben intervenir antes de que esta riqueza se convierta en una más que sirvió para crear alguna nueva familia adinerada en nuestro país, a costa de todos los peruanos. ¿Seguiremos dejándonos robar, por pura desidia?
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