En los últimos tiempos de la pandemia que se vive a nivel mundial, en el Perú se publican constantes quejas en los medios de difusión relativas al perjuicio que las medidas aplicadas por las autoridades para combatirla han traído consigo en el aspecto económico, especialmente para la industria turística en el país.
Sin que esto deje de ser cierto, a mi modo de ver esas manifestaciones configuran sólo y únicamente reclamos, ya sea contra el Gobierno que fue quien las dispuso, contra la naturaleza que está haciendo este daño o, quizá contra Dios, que lo permite.
Es cierto, evidentemente, que no hay recursos en estos momentos para afrontar una serie de necesidades, desde las básicas hasta las superfluas, pero eso lo pueden argumentar quienes han dedicado su vida laboral al servicio de esta industria, no así quienes de una u otra manera han hecho empresa para desarrollarla en el ámbito turístico. Estas personas, han usufructuado, con todo derecho, de los réditos que les ha dado como resultado la empresa que crearon para tener un rumbo empresarial, haya sido este el que fuera y su forma de obtener utilidades la que más les convenía siempre, a pesar de que dichas utilidades no constituyeran un medio de riqueza, si se les compara con las que se pueden obtener en otro tipo de empresas, las mineras por ejemplo.
No podrán negar esos empresarios que han vivido del Turismo, porque a ese rubro se dedicaron y, se puede asegurar sin sacarlo a la luz pública, que ni ellos ni quienes han sido o son sus dependientes, han dejado de sustentarse de esos ingresos y no de manera paupérrima.
Asimismo, quienes son autoridades dentro del Sector Turismo, se sostienen y a sus familias por serlo, pero en este caso es el Estado quien retribuye su dedicación y, aunque no haya ingresos en el sector, ellos seguirán cobrando sus emolumentos, que no creo que sean bajos.
Cuando de uno u otro lado surgen voces que exigen dedicación de capital y de disposiciones del Estado para sacar adelante el Turismo, lo que realmente se oye es que están esperando que venga “papá Gobierno” para solucionar los problemas que existan, sean estos de recursos humanos o financieros, para que ellos sigan beneficiándose de las condiciones que brinda toda “mesa servida”.
Algo hay que hacer, es cierto. Se tiene que aprovechar la paralización forzada, para planificar y desarrollar el Turismo a fin de que, cuando recupere su auge, encuentre al Perú mejor preparado, turísticamente hablando, para aprovechar su inmenso potencial. Nuestro país no es sólo un conjunto de grandes y hermosas ruinas arqueológicas, cuenta con una serie de otros atractivos que podrían y deberían ser explotados, poniéndolos previamente en valor.
Además, aunque por el esfuerzo de gente que no lo hizo pensando en el Turismo, la cocina peruana está actualmente en la vanguardia de todas las del Mundo. Asimismo, nuestra Cultura, merece una exposición adecuada, como no la ha tenido nunca: ambas manifestaciones de una nación, Cocina y Cultura, también son o pueden ser atractivos turísticos de primer nivel internacional; en el caso del Perú, en estos momentos, lo son.
¿Cómo y qué hacer para desarrollar el Turismo? Es cuestión de voluntad primero y de imaginación, después. El Estado no tiene recursos que brindar, pero puede dictar disposiciones que favorezcan el Turismo, tales como estímulos tributarios por invertir en ese sector, para las empresas peruanas o radicadas en el Perú. Fuera del país, también hay capitales que podrían contribuir decisivamente, si se les pudiera y supiera interesar, se les podría, por ejemplo, hacer concesionarios de servicios turísticos, así como los tenemos de otros activos, como carreteras (mediante casetas de peaje) o, como empresas extractivas.
También, se podría mejorar significativamente los lugares turísticos, para que sus visitantes percibieran un trato acogedor al hacerlo. Se podría y debería capacitar de manera muy especial a las personas que debieran tratar con los turistas, desde los guías turísticos hasta quienes les dieran alojamiento. Se debería concientizar a los habitantes de las ciudades que serán visitadas, a dar trato verdaderamente hospitalario a quienes los visiten, nacionales o extranjeros -cambiando la mentalidad actual de la gran mayoría, que sólo buscan sacar provecho de ellos, robándoles si fuera posible- Se debería mejorar la infraestructura vial y la hotelera, para que no sea tan incómodo viajar a esos lugares, ni pasar unos días en ellos: no se puede olvidar que la transmisión “boca a boca” es la mejor publicidad que puede tener cualquier lugar de atractivo turístico.
Las embajadas, que tiene diseminadas el Perú por todo el orbe, deben cumplir la función de agentes turísticos de primera mano, para que cumplan esa función en el medio en que desarrollen las demás que le compete a toda misión diplomática.
Nada ganará el Perú si, quienes deberían estar pensando y haciendo lo que se debe hacer no se dedican a ello, con mayores energías que las que despliegan cuando el Turismo se está desenvolviendo con normalidad, este es el momento de prepararse, ¡nada va a venir del aire!
Agradezco su lectura y comentario, raccon 8. Si bien no puedo sino reconocer que le asiste razón en lo que opina, no puedo dejar de creer que tiene que haber alguna forma inteligente de interesar a quienes cuentan con capital para invertir en negocios con proyección a futuro; considero que es cuestión de elaborar un buen proyecto de desarrollo para cada motivo de atracción turística de los tantos con que cuenta el Perú, para luego hacer una especie de "bolsa de trabajo o de negocios" y adjudicársela al mejor postor. Dicha bolsa o proyecto debería, paralelamente, incluirse en algún programa de incentivos tributarios que ofreciera el Gobierno para estimular estas inversiones, para lo que los interesados (quienes laboran en el…
No hay mal que dure cien años y mientras tanto, la gente dedicada a ese sector tendrá que mejorar sus actitudes y forma de ser en los pueblos que consideran muy visitados. Solo, que en este momentos, nadie dedica a gastar en lo que podrá ser mejor. El dinero vuela, desaparece. Desgraciadamente, conozco personas que se han quebrado al interrumpirse la actividad turística y que han tenido que abrir una pequeña bodega en su domicilio y sostenerse hasta que todo regrese a su normalidad, cosa que va a demorar. La desgracia ha golpeado a todos, especialmente a quienes tienen actividades donde agruparse, viajar , hospedarse están prohibidos.