Si bien me he propuesto, desde que empecé a publicar esta Columna de Opinión, no escribir sobre política, entendiendo la misma como inclinar mis redacciones hacia una u otra de las varias tendencias partidarias o de ideas que se ponen de manifiesto especialmente en el Parlamento de la República, no puedo menos que hacer mi propio juicio de valor de lo que estamos viviendo, cuando ya hemos pasado más de la mitad del presente período gubernamental y congresal.
Hasta donde me es posible apreciar el comportamiento público de quienes conforman los poderes Ejecutivo y Legislativo, el presente es un nuevo quinquenio perdido, como también lo fue el anterior. Esto, se debe principalmente a que los llamados “padres de la patria” de ambos períodos gubernamentales y congresales no han sido, ni son, personas que reúnan una adecuada preparación para dictar leyes y llevar a cabo una tarea de fiscalización acordes con los cargos que obtuvieron por votación ciudadana.
Es cierto, que la voz del pueblo es la voz de Dios (o debe serlo), según reza un dicho popular totalmente reconocido como válido; sin embargo, en descargo de esta expresión, cabe anotar que casi la totalidad de electores ignoramos la mayoría de los nombres de quienes integran las listas parlamentarias y, consecuentemente, no sabemos por quiénes votamos al marcar determinada sigla política en la cédula de sufragio. De tal ignorancia y consecuente gestión negativa posterior son, pues, responsables las agrupaciones políticas que postulan a tanto inept@.
Somos testigos de cómo los congresistas se han ocupado sóla o mayoritariamente de dirigir sus intervenciones a satisfacer los intereses del grupo que los ha ubicado en la posición congresal, sin importarles en absoluto la razón de ser de su condición, ni los destinos del país, ni tampoco su desarrollo ni el de los más necesitados. Además, que muchos de ellos han demostrado con toda claridad su total incapacidad para ocupar esos cargos.
Por otra parte, las autoridades gubernamentales no se libran de calificativos similares, porque tampoco han demostrado capacidad ni eficiencia en los cargos que les ha tocado desempeñar, llegando incluso a actuar de manera delictuosa para “aprovechar su cuarto de hora”. Lo que más vemos es corrupción: desde que se hizo público el llamado caso Lava Jato, por donde se busque se encuentra corrupción, coimas y comportamientos delictivos de autoridades de todo nivel, incluyendo en esto a las regionales y locales.
A nivel de las relaciones entre los dos poderes del Estado mencionados líneas arriba, destaca en primer orden la confrontación, siendo varios los congresistas de determinada tienda política que la practican, pero siendo especialmente el actual Presidente de la República quien más la emplea por el lado contrario. Así, no se puede avanzar como país, estas autoridades nos están llevando a un pozo cada vez más profundo e insondable, del que difícilmente podremos salir, si aceptamos que este tipo de comportamientos está sentando escuela, que los políticos venideros habrán de copiar el modelo y actuar en consecuencia cuando les toque su turno.
En el período anterior, al tener las autoridades gubernamentales mayoría parlamentaria, no hubo necesidad de pugnas entre ambos poderes del Estado, pero se consagró algo incorrecto que la Prensa dio en denominar “la pareja presidencial”, siendo la entonces Primera Dama quien tuvo un papel preponderante, incluso superando públicamente a su esposo en muchos aspectos. En el actual quinquenio, al tener la oposición mayoría parlamentaria, incluso de parte de un solo partido político, lo que ha caracterizado la política seguida por ambos poderes es un enfrentamiento pertinaz, que a nada conduce o, dicho mejor, que está conduciendo al país a un atraso y a una falta de desarrollo cada vez mayores.
Mediante estas breves líneas elevo un clamor ciudadano: ¡los partidos políticos deben hacer un acto de contrición y encontrar la forma de seleccionar mejor a quienes postulan para ocupar tanto la presidencia de la república como las curules congresales!; no habrá ninguna mejora, aún si se aprueban las medidas planteadas por el Ejecutivo al Legislativo y propuestas por una comisión especial formada por personas muy capacitadas encabezadas por el señor Fernando Tuesta Soldevilla para una reforma política importante, si se sigue postulando a gente inadecuada para ocupar puestos cuya responsabilidad primera y última es dirigir los destinos del país.
Interesante artículo, con opiniones respetables, con varias de ellas concuerdo referidas al Congreso de la República, sin embargo en lo referente al Primer Mandatario, discrepo, se le advierte un Hombre honesto, trabajador y con muchos problemas. El Presidente Vizcarra se encontró la responsabilidad de Gobernar y el partido mayoritario, solo quería manejar al "pelele",
no han podido hacerlo ,sus enemigos políticos tratan de amedrentarlo, El se mantiene firme, qué DIOS lo ayude. Ah y sí es necesario escoger bien al momento de votar, por ello también estoy de acuerdo con las reformas políticas planteadas por el Ejecutivo. DIOS nos ampare a los peruanos.