A pesar de que uno de los propósitos de mis publicaciones es evitar los temas relacionados con avatares políticos de actualidad, me veo en la necesidad, en la obligación, de exponer un caso de actualidad que pone de manifiesto lo que está sucediendo en el Perú con el nombramiento de ministros en casi todos los cargos de ese nivel.
En el actual Gobierno, la gran mayoría de los más de 50 ministros que viene nombrando el Presidente de la República, desde que asumió sus funciones hasta el momento, no sólo no reúne los requisitos para el cargo al que es nominado, sino que, en muchos casos, se trata de personas que llegan a ocuparlo con historiales a cuál peor y/o lo demuestran en el ejercicio del mismo.
De un tiempo reciente a esta parte, se viene comentando y cada vez con más fuerza y razón, que el actual Primer Ministro Aníbal Torres va a ser removido del cargo. Frente a esta posibilidad, también se ha empezado a elucubrar quién sería su posible reemplazo, mencionándose entre otros al actual Ministro de Cultura Alejandro Salas.
¿Cuál sería el mérito del indicado funcionario para ocupar el cargo de Premier? Lo único destacable de él, si se mira desde la posible perspectiva del Presidente de la República, es que se ha vuelto fiel defensor del mismo, al extremo de que en la prensa hablada y escrita se ha empezado a hacer referencia a él, como el “escudero” de Pedro Castillo. Es de reconocer, que posee una verborrea bastante hábil, que lo distingue para desempeñar tal función; total, el Primer Mandatario ha demostrado con creces que necesita de alguien así.
Sin embargo, es necesario evaluar qué significaría para el Perú un nombramiento de esa naturaleza. Como Ministro de Cultura, Salas comenzó el ejercicio de su cargo luciendo como curriculum su condición de abogado con especialización en Ciencias Políticas, habiendo efectuado gestión en cargos públicos, especialmente en municipalidades; tal formación y experiencia, definitivamente, no lo hacían apto, necesariamente, para desempeñar el cargo al que fue nombrado, para el cual no exhibía experiencia alguna.
Empero, lo más clamoroso y actual, es que se han producido derrumbes en la muralla de la fortaleza de Kuélap, de 19 metros de altura, ubicada en la provincia de Luya, Amazonas. Como la posibilidad de esta ocurrencia fue determinada hacen ya algunos meses, el Ministerio de Cultura, siendo ya su titular el señor Alejandro Salas, declaró en emergencia dicho complejo arqueológico el 11 de febrero del presente año y destinó 140 mil soles para la compra y colocación de mallas de protección, así como apuntalar las zonas en riesgo del sitio pre-inca.
A causa de los derrumbes producidos en días recientes, el titular de la cartera de Cultura se vio obligado a hacerse presente en el lugar de los derrumbes y, ante una consulta del reportero de El Comercio, le respondió, muy suelto de huesos: “Esto se realizó posdeclaratoria de emergencia; según el informe técnico ya se han venido instalando las mallas en la zona este, pero aún falta terminar de colocar, debido a que estamos en temporada de lluvias”.
El diario -o el reportero en cuestión- consultó a la Dirección Desconcentrada de Cultura de Amazonas sobre los plazos de ejecución de dichas obras , recibiendo como respuesta que la gestión correspondiente se encuentra actualmente en proceso de compra de las geomallas, las mismas que deben ser trasladadas desde Lima, por lo que “aún no hay trabajo de protección en Kuélap”.
De acuerdo a la nota periodística, Salas informó además que un equipo de especialistas del ministerio de Cultura y del de Comercio Exterior y Turismo, está en la zona y se encargará de determinar la afectación y hacer los estudios para la recuperación, así como que con la participación de la citada Dirección de Cultura de Amazonas se implementará un nuevo circuito de visita alterno para disfrutar de parte de Kuélap, sin poner en riesgo al complejo ni a los visitantes, así como de permitir el trabajo de la población de la zona. Cabe anotar, que el Gobernador de Amazonas advirtió que hay otros 11 puntos débiles en Kuélap pasibles, también, de deslizamientos.
¿Se puede creer lo que ha dicho el ministro? Definitivamente, no. Los derrumbes producidos en la muralla del complejo el 10 de abril último, no debieron haber ocurrido, toda vez que dos meses antes, el 11 de febrero, el ministerio con el mismo titular -si no lo hubiera sido, la responsabilidad siempre sería del responsable del sector pero, tratándose de la misma persona, resulta mucho más notoria- declaró el complejo en emergencia, precisamente por haber tomado conocimiento de los riesgos que corría, para lo que incluso se asignó un presupuesto. Hubo, pues, inacción del Ministro Salas, aparte del cinismo en sus declaraciones ya anotado.
Cabe preguntar: ¿sería un Primer Ministro confiable?
Esta, no es sino una muestra de la calidad de autoridades que pone a cargo el Poder Ejecutivo y, por supuesto, no pasa nada: en otras gestiones, la cabeza del ministro respectivo ya habría rodado. Considero que esto no debe suceder en el Perú, los peruanos no nos lo merecemos.
Comments