Como resultado de la crisis política, social y económica en la República Bolivariana de Venezuela, muchas personas, cientos de miles de ellas, migraron al Perú desde el segundo semestre del 2017, así como a otros países latinoamericanos, en la búsqueda de una mejor calidad de vida, oportunidades de empleo, educación, entre otros motivos. En el año posterior a los censos del 2017, la población en el Perú creció en cerca de un millón de habitantes, unos trescientos mil de ellos peruanos, el resto inmigrantes venezolanos, jóvenes predominantemente. Existen algunas proyecciones que concluyen en vaticinar que a fines del año en curso, 2023, la población venezolana en el Perú alcanzará 1 millón 600 mil personas.
Perú se encuentra en el segundo lugar de destino de venezolanos, asentándose una cuantiosa cantidad de migrantes en nuestro territorio. Ante este éxodo venezolano, el Perú y los demás países receptores han logrado obtener ciertas ventajas, inicialmente en la contribución al crecimiento económico del país. En términos de productividad, el principal impacto en la economía del Perú está relacionado con el capital humano. Los refugiados y migrantes de Venezuela que han llegado al país son una población mayoritariamente joven, en edad de trabajar, con un nivel educativo superior en promedio al de la población local y dispuesta a recolocarse en otras ciudades o regiones del país por motivos laborales.
La última Encuesta a Población Venezolana residente en el Perú (Enpove 2022), realizada por el INEI, arrojó que el 31,8% de los mayores de edad tiene estudios de educación superior (universitarios y/o superiores técnicos) terminados. Entre ellos, profesionales del área de ingeniería, industria y construcción (22,9%), educadores (19%) y administradores de empresas (16,7%), que podrían ayudar a cerrar la brecha de profesionales requeridos en las diferentes regiones del país y contribuir en mayor medida al desarrollo económico sostenible del Perú. Si estos profesionales calificados hubiesen estudiado en el Perú, desarrollar este capital humano le habría costado al Estado Peruano alrededor de S/13 mil millones, según el estudio Cavenpe - KAS.
De manera general, en la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), están convencidos de que la migración es un motor de desarrollo que contribuye a la sociedad en su conjunto como una importante fuente de capital, trabajo, conocimiento, diversidad cultural, tecnología y comercio para los países. Sin embargo, sólo aquellas personas que consigan regularizar su situación migratoria e integrarse en el tejido laboral del país podrán aportar de manera directa y beneficiosa con su conocimiento, trabajo y entusiasmo, para contribuir aún más a la prosperidad de la nación y comunidades que las han acogido.
En el marco del Día Internacional del Migrante, conmemorado el pasado 18 de diciembre, es importarte insistir en que la migración puede ser beneficiosa para todos si se gestiona de manera segura, ordenada y regular, tal y como propone el Pacto Mundial para la Migración, con un marco de cooperación de 23 objetivos. Contribuye a este criterio el hecho que, en base a lo establecido por el Banco Mundial y el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), este fenómeno migratorio, ya ha supuesto un crecimiento económico de aproximadamente un 8% en el Producto Bruto Interno (PBI) del Perú, esto también debido a las políticas migratorias y económicas establecidas por las instituciones pertinentes.
En base a lo estipulado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en el mediano plazo la fuerte migración recibida por el Perú, podría dar lugar a un impulso creciente en el ámbito económico, puesto que cada uno de estos venezolanos contribuiría a complementar la mano de obra nacional. De igual manera, los migrantes venezolanos podrían contribuir a la reactivación de la economía, ya que lograrían aportar innovación, inversión, ideas, habilidades y experiencias, con la ayuda de la adaptación de políticas e instituciones públicas que permitan integrar a esta población adecuadamente y distribuirla entre las provincias para cubrir las carencias existentes.
A pesar de que existen ventajas en cuanto a la migración venezolana al Perú, también existe una serie de desventajas que han logrado impactar fuertemente en la situación del Perú. Inicialmente, se ha establecido un alza en las tasas de desempleo del país, debido a que en el mercado laboral se tiene presencia de las manos de obra tanto local, como extranjera generando cierta competitividad. Ahora bien, estos migrantes venezolanos en su gran mayoría, se establecen en empleos informales o realizando actividades independientes, el resto se encuentran en situación de desempleo. Cabe señalar al respecto que, en los últimos años, sólo el 0.2% de los migrantes venezolanos ha logrado ser insertado en un empleo formal que cumpla con todas las condiciones laborales que establece la ley, por lo cual se podría decir que no ha habido efecto significativo sobre el sector formal.
Por otro lado, la migración masiva genera un impacto negativo a nivel presupuestario, debido a que los sectores Salud y Educación requieren de una mayor inversión de recursos para poder brindar una buena atención los cuales, en la actualidad, han sido asumidos por nuestro país en su mayoría. Especialmente, la situación de vulnerabilidad social de la población venezolana en el Perú, revela y hace aún más precaria la condición de atención de la salud de la población nacional, con la que eventualmente compiten por los mismos servicios insuficientes.
Como se puede apreciar, existen razones a favor y en contra de la masiva presencia de ciudadanos venezolanos en el Perú. A pesar de que dichas razones pudieran inclinar la supuesta balanza a que nuestro país se beneficia con la presencia venezolana, básicamente por razones económicas, eso no llega a ser percibido por los ciudadanos de a pie, especialmente por los de los sectores económicos D y E, con quienes compiten a brazo partido por los insuficientes servicios públicos con que desde siempre contamos, así como por los trabajos eventuales que se pueden presentar a esos niveles y, por lo general, con carácter eventual.
También contribuye al criterio del perjuicio que ocasiona la presencia venezolana en nuestro país, el hecho de que los actos delictivos parecen no sólo haberse incrementado en cantidad, sino y especialmente en ensañamiento y métodos más viles, es decir se han sofisticado para hacer daño, lo que para los peruanos ha sido traído por esos extranjeros, porque desde antes de comenzar su éxodo se conocía por informaciones periodísticas que su forma de cometer delitos era mucho más elaborada y sangrienta que la que ocurría en el Perú.
Sin embargo, existen algunos argumentos, válidos también, para concluir que vamos a seguir conviviendo con ese volumen de personas que han tomado al Perú como su nuevo país de residencia:
v Es correcto pensar que la gran mayoría de ciudadanos venezolanos llegados al Perú, no son delincuentes ni han venido a convertirse en tales a nuestro país.
v A pesar de que no se hizo desde un principio, las grandes masas venezolanas asentadas entre nosotros no deberían establecerse en Lima y/o las principales ciudades de nuestra república, unicamente; por el contrario, deberían ser reubicadas en poblaciones por desarrollar: ellos se sentirían felices de ser “dueños” de lugares a los cuales hacer crecer; ellos vinieron para labrarse un nuevo destino en la vida. Las autoridades deberían encargarse de su redistribución a lo largo y ancho del país.
v La formación profesional de muchos de los venidos al Perú, por la aciaga circunstancia que los hizo emigrar, les debería permitir brindar conocimientos en provecho del país que les da cobijo y medios de vida; es cuestión de buscar una forma apropiada de utilizarla.
v Habiéndose habituado la gran mayoría de emigrantes a nuestro modus vivendi, además de que se mantienen o han empeorado las condiciones de vida que los hicieron salir de su país, sería muy difícil, por no decir imposible, que dejen suelo peruano.
v Los peruanos debemos tener presente que, durante el Gobierno de la Fuerza Armada, especialmente el de Juan Velasco Alvarado, muchos connacionales emigraron a Venezuela, porque aquí se sentían perseguidos y/o sin posibilidades de salir adelante: nunca supe que en el país llanero fueran perseguidos ni considerados siquiera delincuentes.
No puedo concluir esta Columna de Opinión, sin mencionar el conflicto actual en la frontera común entre Perú y Chile, relacionado de manera bastante directa con la migración a nuestro país. De acuerdo a las publicaciones al respecto y después de aproximadamente veinte días de intentos de colombianos, ecuatorianos, haitianos y principalmente venezolanos -en condición de ilegales, todos ellos- por ingresar al Perú provenientes de Chile, con el pretexto de usar nuestro territorio como tránsito para llegar al norte del hemisferio -se dice que algunos a Méjico y otros, la mayoría, a Estados Unidos-, el conflicto se mantiene igual y sin vías de solución. Ciertamente, se puede argumentar un pretexto o usar otra explicación tanto o más increíble que la mencionada; pero, muy fácil sería que, una vez transpuesta nuestra frontera, se quedaran indefinidamente en nuestro territorio.
Lo que salta a la vista, es que Chile no quiere más a esa gente entre su población, por razones para ellos válidas; y, que para cumplir su propósito, los “empujan” hacia el Perú. Entretanto, nuestras autoridades, con la Presidenta y el Premier a la cabeza, están muy “entretenidos” en sus luchas fratricidas con los otros Poderes del Estado, especialmente el Legislativo, sin ocuparse debidamente de atender esta situación que paulatinamente se va convirtiendo en un problema de envergadura entre dos países que debieran ser hermanos, pero que actualmente distan mucho de serlo por cuestiones ideológicas.
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