En los años 40's del siglo pasado, se desarrolló un fenómeno social consistente en la migración de buena parte de la población rural a las ciudades urbanas, especialmente Lima. Lamentablemente, durante el “ochenio” de Manuel A. Odría, este movimiento migratorio se exacerbó, debido a que la esposa del general Odría se dedicó a labores caritativas durante el gobierno de su esposo, las que la llevaron a brindar esa caridad a la mayoría de los pobladores que habían migrado del campo a la ciudad: el buen corazón de esta señora, que sin duda alguna lo tenía, hizo que esa gente encontrara acogida en las ciudades urbanas.
No es que esto quiera significar una especie de racismo; implicó que los migrantes sintieran que habían dejado sus lugares de origen acertadamente y, poco a poco, se afincaran en Lima y las demás ciudades a las que viajaron. Esto, trajo consigo que los poblados rurales de donde provenían las masas de gente que emigraron, fueran olvidados por ellos y perdieran el interés, si antes lo tuvieron, de trabajar para su desarrollo. Así, es que comenzó a decirse que “Lima es el Perú”, lo que siguió ocurriendo a lo largo de los años, porque la migración continuó casi sin esperanza de término.
Según un estudio hecho por el investigador de la universidad del Pacífico, Gustavo Yamada, esto habría ocurrido, debido a que en el campo rural prácticamente ha desaparecido la gente en edad de trabajar o emigrar, quedando sólo los ancianos y los niños; a ello, ha agregado que ya no existe como razón para dejar el lugar de origen, la amenaza terrorista, la que no sólo los motivó al éxodo, los hizo huir literalmente de sus medios. Aunque quisiera que tenga razón, me siento escéptico de esa afirmación, porque hasta donde me es dado conocer, las “reglas de juego” para la población rural, de parte de las autoridades no han cambiado, lo que implicaría que el proceso de migración sólo estuviera pasando por un momento de pausa, mas no habría culminado.
Quisiera estar equivocado, porque el Perú necesita que todas sus regiones se desarrollen, para aspirar verdaderamente a su crecimiento integral. De otros países de la región latinoamericana, a todos nos es dado saber de algunas ciudades que existen en los mismos, aparte de sus respectivas capitales; esto, se debe al esfuerzo de sus correspondientes pobladores naturales, así como al dictado de normas que favorecieron en su momento el desarrollo de ellas. En nuestro país, también existen algunas ciudades que tienen que ser conocidas en Latinoamérica, pero son muy pocas en comparación con la mayoría de los países citados.
El hecho de darse a conocer, permitiría a nuestras diferentes ciudades recibir más atención de las autoridades, así como poner a disposición sus atractivos turísticos, que los hay prácticamente en todo el Perú. Al disponer de tres regiones naturales, cada una de ellas ofrece diferentes atractivos al visitante los que, además, se suman a las atracciones costumbristas y, especialmente, culinarias de cada ciudad o poblado, que nuestro país está en calidad de ofrecer.
Es, desde todo punto de vista, injusto, que los diferentes gobiernos, desde la época del Virreynato, sólo se hayan preocupado por el desarrollo de Lima, que las diversas disposiciones se hayan dictado pensando exclusivamente en Lima: ¿será porque dichas autoridades estaban instaladas en Lima y no querían dejarla más?; algo de eso debe haber. Sin embargo, ya es necesario que las actuales y futuras autoridades se preocupen del desarrollo del resto del país, porque de no ser así llegará el momento en que las poblaciones de los diferentes lugares que conforman el Perú, formarán primero macro regiones (por lo menos en el Sur, ya lo están haciendo), para buscar luego separarse del país, por falta de atención de las autoridades.
El 25 de octubre de 2018, me ocupé de este mismo tema, enfocándolo desde la desnaturalización de la calidad de productor agrario que antes tuvo el Perú, que ya no la tiene, para convertirse en un país con producción aún no definida claramente, aunque la tendencia (por la mayor posibilidad de ingresos que ofrece) es la explotación minera.
También, con fecha 25 de julio de 2018, publiqué otra Columna de Opinión con el título de Nueva Sede para la Capital. En esa columna, proponía (y lo sostengo) una idea para dejar de lado ese desagradable eslogan colgado desde muchos años atrás a Lima, que “es el Perú”. Esa nueva capital, que sólo tendría fines administrativos (mudando a ella todo el aparato público, como Palacio de Gobierno, Congreso de la República, Ministerios y entidades públicas en general), se construiría de manera planificada y captaría no sólo a las reparticiones públicas conocidas, sino también motivaría la migración de los empleados públicos (inicialmente) y sus familias, con lo que disminuiría de manera significativa la población limeña. Por último, la instalación de todo el aparato público creo yo que obligaría a las autoridades a tratar de desarrollar, de forma más homogénea al Perú en general.
Salvo mejor parecer.
Gracias, Chabela, por tu importante comentario; si hago una tercera Columna al respecto, con toda seguridad que lo tendré en cuenta.
Asunto muy importante el que tratas en esta semana, sin duda la mayor responsabilidad de la migración Regional a Lima y otras ciudades del país, es de los sucesivos Gobiernos centralistas, ahora al materializarse la reglamentación de los Gobiernos Regionales, es posible advertir el nuevo interés regional por el crecimiento y posterior desarrollo de sus localidades.
Nos compete a todos los peruanos descentralizar, conocimientos, proyectos, tecnología e innovación. Desde el Gobierno y el "insigne Congreso", se debería incentivar a los profesionales y técnicos de las zonas aledañas a regiones que más lo requieran a trabajar por el impulso y mejora de la calidad de vida de esas regiones. El incentivo debería ser pecuniario, aunque también garantizarles a quienes estén dispuesto…