Hoy, que el Gobierno Peruano ha dispuesto que en adelante boticas y farmacias cuenten con stock apropiado de medicamentos genéricos para atender la demanda, en calidad de medicinas alternativas pero a precios significativamente menores de los industrializados o de marca normalmente vendidos en estos establecimientos, considero necesario que conozcamos el porqué de su denominación y, hasta qué punto los usuarios podemos o no sentirnos seguros de que los primeros pueden ser utilizados en reemplazo de los segundos.
Naturalmente que el punto de vista que puedo expresar en estas líneas, es el de paciente de alguna dolencia, porque mis conocimientos de los productos farmacéuticos y de las medicinas, corresponden a los del público en general. Sin embargo, dado que la salud es un tema que a todos nos alcanza, tengo la misma autoridad moral para emitir los comentarios que a continuación voy a enunciar, que la generalidad de los usuarios de estos productos.
De la industria farmacéutica, cada vez con mayor fuerza se dice que tiene la finalidad de servir de medio de enriquecimiento para quienes se dedican a ella, con especial énfasis en los laboratorios en donde se producen dichos medicamentos. Es tan grande la imputación que se hace en el sentido indicado a quienes se dedican a ese rubro de actividad, que se les sindica como los que se oponen a cualquier medicamento o remedio alternativo cuyo costo de preparación u obtención sea demasiado bajo en comparación con los que ellos ofrecen, al extremo de ser digno de crédito que se diga en no muy contados casos, que la industria farmacéutica “ya conocería” el remedio para enfermedades consideradas generalmente como incurables, pero que han evitado hasta el momento su difusión, por ir contra sus intereses.
El caso más increíble respecto a este último rumor, es el muy temido y muchas veces mortal cáncer; otra enfermedad que ya tendría cura es la diabetes. Actualmente, con el empleo multitudinario de las redes sociales, nos llegan recetas, generalmente de corte naturista, cuyo argumento, en síntesis, es que ofrecen una panacea que cura tal o cual enfermedad. Es verdad que la mayoría de esas recomendaciones son falsas, pero siempre existe la posibilidad de que, ¡por fin!, aparezca ese producto que tanto necesitamos para ya no depender de tratamientos, quizá muy costosos, que nos producen generalmente exceso de tensión nerviosa, la que al final es también perniciosa para nuestra salud.
En lo que respecta a los medicamentos genéricos, por definición ellos son (o tienen que ser) iguales a los originales en cuanto a sus principios activos; se diferencian de los de marca en que estos son elaborados como resultado de años de investigación y desarrollo, por lo que, al salir al mercado, los laboratorios que los producen tienen exclusividad de venta sobre ellos por espacio de veinte años (en nuestro país) y, naturalmente, a ellos toca fijar el precio de venta que se “entiende” corresponde a su inversión para sacar el medicamento al mercado, como medida de compensación por los desembolsos que efectuaron previamente. Al cabo de ese período de exclusividad, estos medicamentos cambian a ser denominados genéricos, lo que en principio no debería representar ningún cambio entre uno y otro. Esta información fue brindada por el Decano del Colegio Químico Farmacéutico del Perú en RPP Noticias, en su espacio Ampliación de Noticias y reseñado en el portal de internet de esta emisora.
Sin embargo, los laboratorios, en concordancia con la infraestructura y el capital humano de que disponen, mantienen su proceso de investigación para sacar al mercado nuevos medicamentos que dispondrán de exclusividad de venta, siempre por veinte años. Es fácil colegir que, frente al vencimiento de un período de exclusividad, modificarán levemente la fórmula química, de algún componente accesorio, para volver a ingresar un “medicamento de marca” de similares resultados que el que lo precedió y se convirtió en genérico. A pesar de que el procedimiento sea el reseñado, la diferencia en precio entre uno y otro normalmente es muy elevada, llegando el de marca a alcanzar hasta más de veinte veces el precio del genérico.
Debiendo tener ambos medicamentos la misma efectividad, de acuerdo a lo manifestado por la referida autoridad del Colegio Químico Farmacéutico a RPP, la diferencia de precios entre uno y otro medicamento no tendría razón de ser, a menos que exista una concertación de precios o, que se vendan medicamentos genéricos como si fueran de marca, según denunció el mismo Decano, como práctica usual de algunos malos empresarios o cadenas de farmacias.
Vistas así las cosas, cabe admitir que la reciente disposición gubernamental es de verdadera protección al consumidor.
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