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Foto del escritorAlfonso Abad Porras

LOS QUE NO QUIEREN SER VACUNADOS

El 15 de marzo de 2020, se decretó el Estado de Emergencia y Aislamiento Social Obligatorio debido a la pandemia de COVID-19 que se había detectado en diversos lugares del mundo -cuyo primer caso se había presentado en el Perú el 6 de marzo- con consecuencias nefastas para la humanidad, puesto que para entonces ya se habían producido muchos decesos en diversos países. En ese entonces, la medida mencionada, implicó la aplicación de una cuarentena obligatoria inicial de 15 días que después fue siendo prolongada hasta fines de junio del mismo año, para pasar desde entonces a ser focalizada en los departamentos, provincias y distritos en los que la incidencia de la pandemia era mayor.


En adelante, el Perú ha venido sufriendo la aplicación de cuarentenas focalizadas de acuerdo a la mayor o menor incidencia de la pandemia por regiones y/o zonas, así como de acuerdo a horarios de reclusión obligatoria según la misma. A la fecha, ya transcurridos poco más de veinte meses de que el Gobierno aceptara oficialmente que la pandemia había llegado al Perú mediante el mencionado Decreto del 15 de marzo de 2020; se han reconocido más de 200,000 víctimas mortales del virus a nivel país, así como se han desarrollado y aplicado vacunas contra el mal en laboratorios de primer orden a nivel mundial, cuya acción hasta el momento no es evitar el contagio, sino contrarrestar sus efectos negativos, evitando en la gran mayoría de los casos el deceso de quienes sean contagiados después de haberla recibido.


El día a día, para el común de las gentes, por lo menos en el ámbito urbano, ha sido agotador, si cabe poner calificativo a la tensión nerviosa que nos ha tocado vivir y continúa haciéndolo: a pesar de que, según las informaciones periodísticas recibidas oficialmente del Ministerio de Salud (MINSA) indican que la vacunación ya supera con largueza el 60 % de la población objetivo, nos sentimos muy lejos de alcanzar la llamada “inmunidad de rebaño”, que en 2020 especialmente se veía como el punto de inflexión que, al ser logrado, nos convertiría en una especie de país inmune a la pandemia. Hoy, se habla de una tercera y hasta de una cuarta ola de la misma, a cuál más dañina y mortal, por lo que nada nos hace sentir con la plena garantía de estar indemnes a los peligros que implica la pandemia de coronavirus en cualquiera de sus formas.


A pesar de todo lo dicho hasta el final del párrafo anterior, incluso la implicancia respecto a que falta un porcentaje significativo de población a vacunar, existe un segmento poblacional que por razones propias ha decidido no vacunarse, a pesar de haber tenido lugar su programación correspondiente en fechas anteriores a la actual. Normalmente, soy respetuoso de las decisiones personales, porque considero que todos tenemos derecho a usar el llamado “libre albedrío”; sin embargo, en esta oportunidad debo discrepar de quienes han tomado y están aplicando esa decisión, porque al hacerlo pueden estar poniendo en riesgo a los demás, como parte de su entorno.


No digo que forzosamente lo están haciendo, pero por lo menos pueden hacerlo aunque no sea su voluntad ni su intención. Creo que en este caso se aplica aquello de que “los derechos de uno terminan donde comienzan los de los demás”: no se puede, por lo menos no se debe, exponer a nadie a transmitirle el contagio de este o cualquier virus, porque creemos que la vacunación encierra o implica tal o cual posible perjuicio para quien no quiere ser inoculado con ella; si realmente existiera ese riesgo, ya sería de conocimiento público cómo se puso en evidencia y qué perjuicios causó.


Hasta donde tengo conocimiento o ha habido divulgación, esto no ha sucedido; sí, en cambio, que muchas personas han sido portadoras del mal y han contagiado a otros sin quedar ellos mismos enfermos. Hace poco hablaba en una Columna de Opinión de la falta de empatía de que da muestra mucha gente: esta manifestación que estoy criticando, también lo es y en grado sumo, porque su consecuencia es poner en riesgo vidas humanas.


Debo reconocer que yo mismo nunca estuve muy de acuerdo con ser vacunado, tal vez porque empecé a dudar respecto a la posibilidad de que hubiera algo de cierto en lo que se decía sobre propósitos ocultos y nefastos de la dichosa vacunación. Sin embargo, el sólo pensar en la posibilidad de servir de medio de contagio a alguno de mis seres queridos, me hizo pasar por alto aquellas elucubraciones y aceptar la inoculación. No quiero considerarme ejemplo de nadie, porque ni lo soy ni pretendo serlo; lo que trato de hacer notar, es que hay razonamientos y sentimientos que pueden doblegar voluntades, especialmente si estas últimas son de las que “van contra la corriente”, tal vez sólo por el hecho de hacerlo.


Recientemente, los medios de difusión han dado a conocer una nueva disposición: “Desde el próximo 15 de diciembre las personas mayores de 18 años sólo podrán ingresar a espacios cerrados como centros comerciales, restaurantes, bancos, cines y gimnasios si acreditan haber recibido la vacunación completa (ambas dosis) contra el COVID-19. Para esto deberán mostrar su respectivo carné de vacunación, sea físico o virtual”. De acuerdo a esta norma, aquellas personas que decidieron, por su cuenta y riesgo -lamentablemente compartido, aunque no sea tal el propósito-, se van a ver impedidos de acceder a los sitios indicados. Para esos efectos, se van a volver unos parias.


P.D.- Tengo el muy grato placer, de informar a mis amables lectores que, con motivo de las dos Columnas de Opinión que hasta ahora he publicado sobre Kipi, la Robot, una de mis hermanas, María Isabel, quien dirige la ONG Mujeres Para la Acción – Perú, logró comunicarse con el creador de dicha robot y comprometerlo a participar en una Conferencia Virtual sobre el tema y la forma de colaborar con el desarrollo de su loable propósito.


Este evento tendrá lugar el jueves 2 de diciembre próximo, a las siete de la noche, el acceso es libre y para asistir y/o participar en el mismo, basta con registrarse llenando el formato que forma parte de la información contenida en el link que indico a continuación:



Por indicación de las organizadoras del evento, debo informar que el día anterior a su realización, es decir el 1° de diciembre, se alcanzará a quienes hayan llenado su registro de inscripción, el link de acceso a la Conferencia Virtual.



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