Fuimos alrededor de doscientos los que iniciamos en 1963, después de cursar el primer año de Ciencias Básicas, los estudios de formación propiamente dicha para culminarla, en 1966, constituyendo una Promoción de Ingenieros Mecánicos, Electricistas y Electrónicos de la entonces Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (FIME) de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). En ese entonces, la currícula que se impartía era de duración anual, no de ciclos de cuatro meses, como es actualmente. A partir de ese año, fuimos separados en dos salones o aulas de los alumnos que querían seguir la especialidad de Ingeniería Mecánica, a quienes llamábamos “mecánicos” a secas, así como una tercera aula conformada por quienes queríamos seguir Ingeniería Eléctrica o Ingeniería Electrónica; posteriormente, al inicio del cuarto año, seríamos separados en aulas diferentes los “electricistas” -grupo del que yo formaba y formo parte- y los “electrónicos”, como se nos llamaba.
Al concluir nuestros estudios universitarios, alcanzamos el grado de Bachiller mediante la sustentación de la Tesis respectiva, con mención en Ingeniería …. (correspondiente a la especialidad que hubiéramos escogido); posteriormente y previa sustentación de la Tesis de Grado, obteníamos el diploma a nombre de la Nación, expedido por el Rector de la Universidad con la siguiente leyenda:
“POR CUANTO EL CONSEJO EJECUTIVO VISTO QUE HAN SIDO CUMPLIDOS LOS REQUISITOS ESTABLECIDOS EN EL PROGRAMA ACADEMICO DE INGENIERIA MECANICA Y ELECTRICA HA OTORGADO EL TITULO PROFESIONAL DE INGENIERO MECANICO ELECTRICISTA A DON …… SE EXPIDE EL PRESENTE DIPLOMA PARA QUE SE LE RECONOZCA COMO TAL. DADO EN LIMA EL …..”. Suscrito por el Secretario General, el Director del Programa Académico y, el Rector de la Universidad.
A partir de nuestro egreso de las aulas universitarias, provistos del certificado respectivo, nos era permitido ser contratados para ejercer funciones ingenieriles, excepto que debiéramos firmar documentos en calidad de ingenieros diplomados, para cuyo caso se nos exigía no sólo disponer del título profesional ya mencionado, sino también de la colegiatura respectiva en el Colegio de Ingenieros del Perú.
Cuando egresamos, la mayoría, pero individualmente, nos dedicamos a buscar trabajo. En una sesión en la misma aula donde habíamos cursado nuestros estudios de tercero a quinto año, los electricistas acordamos que no aceptaríamos trabajos dependientes por sueldos mensuales menores a S/ 7,000.00 de la época. Sé que algunos, muy pocos, se vieron obligados a aceptar sueldos un tanto menores, ante la infructuosa búsqueda que realizaron. La mayor parte, felizmente, conseguimos el ansiado trabajo, aunque unos más que otros nos demoramos para concretarlo.
De los mecánicos y los electrónicos, sobre gestiones laborales, realmente no supe más, hasta que empezamos a reunirnos a nivel promoción. Sí, en cambio, llegué a enterarme que un grupo de electrónicos, por un lado y, otro de mecánicos, separadamente, organizaron al egresar dos viajes grupales a Europa, a fin de conocer fábricas e industrias mucho más desarrolladas de las que había entonces y probablemente ahora, en el Perú. Entiendo que les resultó muy provechoso a los integrantes de ambos grupos.
El ejercicio profesional fue muy amplio y variado, hasta donde he podido saber pero, por lo que después ha llegado a ser de mi conocimiento, la promoción en general tuvo un buen y en algunos casos excelente desempeño profesional. No es para menos, si tan sólo entre los electricistas sabíamos que teníamos de condiscípulos a varios “genios” o casi; me imagino, que entre los mecánicos y los electrónicos también se podría encontrar a verdaderos homólogos de los mencionados, porque siempre supe que había gente muy capaz en toda la Promo.
No me incluyo entre los más destacados, porque que me obligué, desde que egresé de las aulas escolares, a estudiar alguna profesión que no fuera de la especialidad de Letras -mi vocación natural-, porque muy rápidamente llegué a la conclusión que, de hacerlo, “me iba a morir de hambre”, es decir iba a alcanzar sueldos muy bajos -en mi concepto de entonces, las únicas especialidades elegibles eran Derecho, Periodismo y Docencia: con cualquiera de ellas me pagarían sueldos muy bajos, porque había demasiada competencia y sólo alcanzaban buenos ingresos quienes eran verdaderamente destacados en sus especialidades, lo que yo no podía saber si ocurriría en mi caso-. El haber llegado a obtener el título profesional de Ingeniero, no siendo mi vocación las Ciencias, ni mucho menos una profesión tan relacionada con las Matemáticas, como es la Ingeniería, me hace sentir como una especie de muestra de que el ser humano puede lograr lo que se proponga, si verdaderamente se esfuerza para ello: que me costó, ciertamente sí me costó en materia de esfuerzo de mi parte; sé que no fui un gran técnico, pero sí fui un buen administrador en áreas técnicas, lo que se demuestra porque dejé bien puesto mi nombre en la empresa a la que brindé mis servicios profesionales por más de veinticuatro años.
Como consecuencia de nuestro desenvolvimiento profesional, entre mis colegas de profesión y promoción ha habido un Ministro de Estado, más de un Vice-Ministro y Gerentes Generales de diferentes empresas, así como quienes emprendieron, prácticamente desde los inicios de su desarrollo profesional, el ejercicio del mismo en calidad de independientes: emprendieron, pues, la aventura de gestionar su propio desarrollo y el de quienes, confiando en ellos, aceptaron trabajar a sus órdenes, apostando así por el futuro empresarial que ellos ofrecían. Hubieron también quienes emigraron, sea por considerar que su desarrollo profesional estaba en otro país o países, porque la empresa que los empleaba era transnacional y los promovía para la casa matriz o, porque habían cursado sus estudios profesionales en nuestra universidad, pero eran naturales de otros países, como es el caso de un francés (electricista) y un español (electrónico), que retornaron al graduarse a sus países de origen.
El electrónico español a que me refiero en el párrafo anterior, recientemente, por una entrevista que tuvo con el miembro más significativo de nuestra Promo -por sus dotes personales y profesionales, así como por ser el organizador y coordinador de nuestro grupo-, le dio a conocer que la empresa española de la cual es Presidente, estaba por poner en servicio un proyecto de primerísima magnitud, el cual ha sido desde su origen, concepción, desarrollo e impulso obra de él mismo, que tuvo a su cargo la visión técnica y económica y que materializó con la empresa de su presidencia, Islalink: el 1° de junio último se iba a instalar el Primer Cable Submarino entre Europa (Lisboa – Portugal y Madrid – España) y América Latina (Fortaleza – Brasil); a la ceremonia de inauguración, estaba programada la asistencia, entre otras personalidades, de la Presidenta de la Comunidad Europea Sra. Ursula Van der Leyden y, del Primer Ministro de Portugal y Presidente del Consejo de la UE, Sr. Antonio Costa.
Desde aproximadamente haber cumplido los diez o quince años de egresados de la universidad, nuestra Promo se ha venido reuniendo, inicialmente en una comida anual de reencuentro para, a partir de que asumió la coordinación y organización de estas reuniones un brillante profesional miembro de nuestro grupo -me excuso por no dar a conocer nombres, porque no querría omitir ni siquiera a los que nunca han asistido, ni mencionar como ausentes definitivos a quienes ya nos dejaron-, quien no sólo mantuvo la celebración de estos encuentros, sino los amplió a una comida mensual y un almuerzo anual, para mantener nuestra camaradería y unión. La pandemia de COVID-19 suspendió temporalmente nuestras reuniones, pero este viernes 23 de julio las reiniciaremos, siempre bajo la misma coordinación.
Hoy, que ninguno de los miembros de esta promoción tiene menos de 75 años, creo poder expresar, en nombre de todos, que estamos muy agradecidos a Dios (quienes creemos en El), a la vida, a quienes permitieron nuestra colaboración personal y profesional y, especialmente, a nuestros familiares más cercanos, por todo lo que hemos recibido y por todo lo que se nos ha permitido dar; así como que, mientras dure nuestro aliento, estaremos en disposición absoluta de afrontar lo que corresponda por nuestro país y por nuestros seres queridos.
Solicito la anuencia de mis amables lectores, para ofrecerles a continuación unas décimas de pie forzado que escribí con motivo y en homenaje a la Primera Semana de Ingeniería (de la UNI) de la que fui testigo y participé, como alumno de la Universidad Nacional de Ingeniería, en el año 1964.
SEMANA DE INGENIERIA
La primera universidad del Perú
celebra, en la presente, su semana.
Tendrá nuestra alegría, tal virtud,
que a su eco, se pondrá Lima galana.
I
Con gran pompa y mucho regocijo,
celebra su gran fiesta Ingeniería;
es la unión de sus varias facultades,
motivo de tan grande algarabía:
esencia de entusiasta juventud.
El estudio cotidiano, un acertijo
que a las Ciencias Matemáticas planteamos,
con todas las de ley, valgan verdades,
hacen de la institución que conformamos:
La primera universidad del Perú.
II
¡Con poleas, engranajes y pistones!;
reza así, nuestro grito deportivo,
que estos días oiremos con calor;
pues será, a no dudarlo, un incentivo,
para que, como ayer, hoy y mañana,
¡Ingenieros, ingenieros, son campeones!
nos hagan corear los buenos deportistas
que defiendan con orgullo y con ardor
en el terreno de los hechos, nuestras listas.
Veremos que Ingeniería, con motivo,
celebra, en la presente, su semana.
III
Tenemos muchas reinas como adorno;
que, cual ninfas de las aguas del saber,
y en medio de un gran corso juvenil,
emergerán hacia las tierras del placer,
regalando a la ferviente multitud
con sonrisas hechiceras en su torno.
Llenaremos con afán los corazones
de la gente que, observándonos febril,
será feliz, a su vez, sin mediaciones:
Tendrá, nuestra alegría tal virtud.
IV
Tendremos graciosas competencias,
actuaciones especiales y concursos;
que matizarán y sin duda darán brillo,
a los festejos, sin buscar otros recursos.
Es esta, pues, la hora temprana,
en que iniciamos las felices ocurrencias
que rebasando nuestros límites pequeños
del tiempo y la distancia, ¡qué sencillo!,
tendrán tan gran reflejo, como en sueños,
que a su eco, se pondrá Lima galana.
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