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LA PANDEMIA Y LOS ADULTOS MAYORES

Foto del escritor: Alfonso Abad PorrasAlfonso Abad Porras

La experiencia que estamos viviendo los Adultos Mayores con la pandemia que azota a la humanidad en su conjunto, lo digo con conocimiento de causa al formar parte de ellos, es doblemente dura para nosotros porque -aparte de ser pasibles de contagio, al igual que cualquier ser humano y más aún, por tener bajas las defensas de nuestro organismo por los “muchos” años que ya llevamos a cuestas- al igual que en otros aspectos de la vida, principalmente el laboral, se nos margina.


Esto se hace con el pretexto dizque de “protegernos”. No se acuerdan todos aquellos que lo dicen, lo establecen y lo disponen, que fuimos “nosotros” quienes les enseñamos a ellos a cuidarse, a lavarse cara y manos, a bañarse, a vestirse, a alimentarse, podría decirse que hasta a ponerse la mascarilla sobre la boca y la nariz, colgada de las orejas.


Está bien que a los niños se les margine, es decir se les cuide, porque ellos no saben a qué se arriesgan, tanto por penetrar en ambientes posiblemente contaminados, como por caminar o correr por las calles. Pero, nosotros, los “viejos”, sí sabemos todo eso, no tiene nadie que decirnos qué hacer y qué no hacer, cuándo nos exponemos a riesgos de cualquier tipo; nosotros, ya sabemos “sonarnos las narices”, mientras que algunos llamados “adultos” ni siquiera eso saben. Además, ¿es que acaso no saben que muchos ancianos viven solos por muy diferentes razones y, que deben satisfacer sus necesidades ellos mismos, aún las de salir a la calle, por algún motivo?


Es cierto, que necesitamos algún tratamiento especial, que en los sitios en los que es necesario hacer “colas”, se debe habilitar una especial para adultos mayores, al igual que para personas gestantes o impedidos físicos. ¿Por qué?, porque nos cansamos de estar parados, porque nuestro organismo ya está deteriorado, ¡pero, nuestra mente, no! Ellos, los que disponen el aislamiento y el que no debamos salir, ingresar a determinados lugares, etcétera; no saben, porque aún no han llegado -y, ojalá lleguen como nosotros- a nuestras edades, que la mente que tenemos es tan ágil y tan capaz como la de ellos mismos o, tal vez mejor, porque a nuestra respectivas habilidades se suma la experiencia que ellos no tienen.


Para proteger nuestra “vulnerabilidad”, se han dictado disposiciones y se han hecho procedimientos que tienen la finalidad de facilitarnos las cosas, no para que no las hagamos, porque aún somos capaces y lo seremos prácticamente hasta que nos toque “cambiar de barrio”. Pero, fácilmente no se respetan, porque los que tienen que hacerlos respetar, no se preocupan de su cumplimiento.


Al respecto, a continuación, voy a citar un ejemplo. Hace probablemente un mes o algo así, un funcionario de EsSalud hizo declaraciones para Radio Programas del Perú, entre las que dijo que todos los asegurados de esa entidad que fuéramos pacientes crónicos, de los que formamos parte también “viejitos”, recibiríamos la emisión de las recetas médicas que necesitamos, con sólo llamar al nosocomio en el que normalmente somos atendidos, para que se nos indicara a qué farmacia cercana a nuestros domicilios debíamos pasar a recogerlas, junto con los medicamentos autorizados por las mismas. Evidentemente, esta era una medida muy conveniente para todos los pacientes a los que se pretendía beneficiar; más aún, para los adultos mayores que estuviéramos incluidos en la disposición.


Al hacer el llamado que me competía, la persona que me respondió me dijo que lo que le mencionaba era sólo verdad en parte, que debía acercarme al hospital que me corresponde para pedir la receta correspondiente, Resignado, no me quedó más alternativa que apersonarme al indicado centro médico, donde el vigilante a cargo de la puerta de entrada me dijo que para el propósito que llevaba, debía hacerme presente a las seis de la mañana, a más tardar, para ver “si alcanzaba cupo”.


Si así se cuida a las personas mayores, mejor que no nos cuiden. Primero que nada, el citado funcionario de EsSalud, cuyo nombre no tomé pero me gustaría poder publicar aquí, mintió con el mayor cinismo. Aparte, ¿es esa la forma en que se preocupan los que disponen tales medidas de la llamada población vulnerable de adultos mayores?; ¿es que no se dan cuenta que el frío clima invernal que estamos atravesando, puede afectarnos con diferentes afecciones a las vías respiratorias, aparte del COVID-19?; ¿es que no saben cómo son la gran mayoría de “viejitos” (me excluyo, porque no soy así), tan desesperados por alcanzar primero lo que sea que haya que alcanzar, sin importarles estar muy temprano formando “cola”?


Con este ejemplo creo graficar, con toda claridad, la verdad de los “afanes de tanto funcionario de primer o último nivel que, de lo único que en realidad se preocupa, es de la figuración; si, para hacerlo, tiene que “agarrarse” de los adultos mayores, no importa.


Me hacen recordar a aquel parlamentario del Partido Popular Cristiano de ingrata recordación, Xavier Barrón (a quien creo que ese gran político peruano, Luis Bedoya Reyes, debe haber vetado, porque Lourdes Flores Nano disfrutaba tanto de su compañía que hasta permitió que le tomaran una foto en piscina bañándose con él: siendo así su buena relación, no lo vetaría), cuya bandera de lucha -forma de ganarse votos, en realidad- eran los “viejitos”.



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2 Kommentare


Alfonso Abad Porras
Alfonso Abad Porras
06. Aug. 2020

Richard, te agradezco la lectura y comentario sobre mi Columna de Opinión. Creo que tienes mucha razón en lo que dices, especialmente en lo que se refiere a un deseo común de no quedar ante los demás como que queremos darles lástima (creo haber entendido eso en lo que comentas); sin embargo, lo que más pretendo es hacer notar que hay un trato discriminatorio que no merecemos: me rebelo a eso.

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Manuel Ricardo Fernandez Delgado
Manuel Ricardo Fernandez Delgado
05. Aug. 2020

Pienso Alfonsito que nuestro reclamo de atención va mas allá de la emergencia en la que vivimos todos, empezando que la existencia de una ley de atención preferenciál es burlada por los obligados e incluso abusada por los inmersos, creo a estas alturas, se debe estar lo suficientemente preparado para sobrevivir a una mala intención de sopesar, una buena atención calificada, que podría hacerse al domicilio del verdadero veterano, y no exponerse a ser el preferido entre grupos de personas que reclaman su derecho de oportunidad, que por oleadas y suposiciones creemos preferirán no tener mas este tipo de compromiso moral que se nos debe o se debe solo a las personas que valoran mas que... lo q…

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