Sin el menor ánimo de emitir opiniones político partidarias ni, mucho menos, de promover o buscar enfrentamiento alguno, a raíz del luctuoso acontecimiento que ocupa nuestros actuales días públicos, a continuación me permito ofrecer mi personal punto de vista de lo que este acontecimiento puede implicar para los seguidores del líder, una vez que el mismo deja de estar presente para siempre.
Considero que, la primera reacción ante un hecho definitivo como este, es una consternación total, una sensación de no saber qué hacer en el futuro inmediato y, tal vez, tampoco en el mediato. Debe ser, algo así, como haber perdido la brújula del derrotero a seguir; de encontrarse, de golpe, a ciegas, a oscuras, en un callejón sin salida.
Acto seguido, dar una suerte de “manotazos de ahogado”, para tratar de superar esa especie de hecatombe, como seres pensantes y suponiendo que algo así querría el ya inexistente líder, procediendo a armar el rompecabezas que se ha creado al interior de la agrupación u organización que lo seguía para, entre todos o entre los que decida la mayoría (aspirantes a líderes, por consiguiente), comenzar a enrumbar nuevamente al grupo humano, creando o fabricando nuevos líderes de los que saldrá el verdadero reemplazante del que se fue. Esto, por supuesto, si existe el ánimo de que la organización no desaparezca.
Algo así, creo que es lo que está sucediendo y por suceder en el Apra, como consecuencia de la desaparición, por mano propia, de Alan García Pérez. No pretendo emitir un juicio de valor sobre la pertinencia o no del acto fatal que lo llevó a la tumba, sino pensar en lo que debería hacer su partido político para salir adelante. Para esto, aparte de la razón que obliga a los actuales dirigentes, sus herederos, existen dos argumentos muy importantes a tener en cuenta: el Apra es, de lejos, el partido político más antiguo, sólido y fuerte que ha habido en el Perú hasta hace poco; por otro lado, en las elecciones generales del 2016, esta agrupación solo alcanzó un magro 5.8% de la votación ciudadana y apenas colocó cinco parlamentarios en el Congreso, a pesar de que Alan García fue quien lo condujo a ese resultado y, de que además postuló en alianza con el Partido Popular Cristiano.
La desorientación que hoy debe cundir en esa agrupación política, aunque es lógica, no puede durar: los actuales dirigentes están obligados, no solo con sus seguidores, sino con el país en su totalidad, porque el Apra ha contribuido, democráticamente, a llevar al Perú a donde se encuentra hoy. No es, que nuestro país esté en un lugar privilegiado ni mucho menos, pero está en el lugar que ocupa, gracias principalmente al Apra, si nos referimos al tema político: ese, es el legado que su hasta hace muy poco líder indiscutible les ha dejado, para bien o para mal.
Se avecinan las elecciones generales para el cambio de gobierno del año 2021; de acuerdo a la ley vigente, Ley de Organizaciones Políticas – N° 28094, su Artículo 13 – Cancelación de la Inscripción, inciso a), dice:
“Al cumplirse un año de concluido el último proceso de elección general, si no hubiese alcanzado al menos seis (6) representantes al Congreso en más de una circunscripción electoral o haber alcanzado al menos el cinco por ciento (5%) de los votos válidos a nivel nacional. O en su caso, por no participar en dos (2) elecciones generales sucesivas”.
A esto, se puede añadir que desde abril del 2018, obra en el Congreso un Proyecto de Ley de Código Electoral propuesto por el Jurado Nacional de Elecciones que, respecto a la cancelación de la inscripción de un partido político, dice lo siguiente:
Artículo 81.- Cancelación de la inscripción
a. Si, en la elección al Congreso de la República, no hubiese alcanzado al menos el cinco por ciento (5%) de los votos válidos o un número de escaños equivalente al cinco por ciento (5%) del número de los Congresistas de la República.
e. Cuando no participe en elecciones generales
El Apra, por su condición de partido político más antiguo, está obligado a participar en todos los procesos electorales que se celebren en el país, so pena de ser eliminado del imaginario popular, por lo que la anteriormente citada ley o la conversión en ley del proyecto en mención podrían cancelar su inscripción como tal, de cumplirse alguno de los supuestos indicados; aparte de esto, de no hacerlo, también existe un límite por no participar.
Con todo respeto por el dolor que deben sentir los apristas actualmente, los conmino a resurgir de sus casi cenizas como partido, para mantenerse en un sitial que los líderes históricos le han deparado.
Al intentarlo les pido, como peruano no aprista, que lleven a su partido ideas y planes renovadores, en los que se privilegie el desarrollo del Perú por encima de mezquindades y de egoísmos de grupo, tan comunes actualmente, para contribuir decidida y decisivamente a elevar el nivel de vida de todos y cada uno de los peruanos, así como para mejorar por encima de todo a nuestro Perú: de un tiempo a esta parte, somos testigos de demasiados actos negativos en diferentes agrupaciones políticas y en la política partidaria que se hace en nuestro país en general; como un homenaje a quienes los iniciaron en su vida político partidaria, apliquen lo necesario para enmendar rumbos y hacer de su lema “solo el Apra salvará al Perú” una forma de contribución para que así sea.
Comentarios