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Foto del escritorAlfonso Abad Porras

KIPI, LA ROBOT II

Con motivo de conmemorarse el Día Mundial del Docente, el martes 5 de octubre último, se llevó a cabo en el colegio Santiago Antúnez de Mayolo -ubicado en la zona del Vraem, distrito de Colcabamba, provincia de Tayacaja, región Huancavelica- la presentación de Kipi 3D, la robot de la cual tuve noticia y la satisfacción de publicar una Columna de Opinión el 9 de setiembre último. Tuve, también, la oportunidad de enterarme a tiempo de la realización de este evento, lo que me hizo sentir verdaderamente admirado y orgulloso de que entre los peruanos exista uno, de nombre Walter Velásquez Godoy, que ha tenido y mantiene la vocación de crear y sacar adelante este proyecto tan novedoso y, a la vez, de la mayor utilidad para los niños del ámbito rural de la zona mencionada líneas arriba.


A la presentación mencionada, fueron invitadas diversas personalidades, entre las que expresaron valiosos conceptos y cabe destacar, a la señora Lea Sulmont Haak, Vice Rectora Académica de la Universidad Privada Peruano-Alemana UPAL y Especialista en Integración de Tecnologías en Educación; La Rectora Emérita de la Universidad Científica del Sur y Miembro del Comité Pro Mujer del Concytec, Doctora Josefina Takahashi Sato; asimismo, la exalumna del colegio Santiago Antúnez de Mayolo Diana Benites Domínguez, actual estudiante en la universidad Ricardo Palma; y, el señor Luis Eduardo Alburqueque, en representación de la empresa Kallpa, auspiciadora actual del desarrollo de la robot Kipi. La moderación del evento, estuvo a cargo del docente Yuri Huaroto Carhuamaca.


El profesor Velásquez, que cuenta con estudios de formación muy importantes para el ejercicio de su profesión, los está plasmando en esa pequeña robot, fabricada por él mismo con materiales desechables y no se ha detenido en convertirla en una especie de “ser vivo” para acompañarse con ella en el dictado de clases a sus alumnos del sector rural de la zona en que se desenvuelve, ha desarrollado un libro que contiene 98 aventuras educativas de Kipi, así como ahora está introduciendo su Kipi 3D, con la que podrá estimular más el aprendizaje escolar de sus alumnos, que ya viven fascinados con el androide.


Es impresionante, cómo un hombre sencillo, como se muestra el maestro Velásquez, dedica su tiempo y esfuerzo a sacar adelante esta creación suya que beneficia de sobre manera a los niños que tienen la suerte de ser educados por él. Si nos atenemos a los títulos que ya ostenta y que enumeré en la Columna de Opinión que cito al inicio de la presente, este señor podría “olvidarse” del cargo que la vida le ha asignado, para asumir otras ocupaciones que le representaran un mayor ingreso y una forma mucho más cómoda de vivir la vida; pero él sacrifica su “bienestar material” por ese otro que muy pocos tienen en cuenta, el “bienestar espiritual”.


Porque no de otra manera se puede explicar lo que hace y el cariño que pone en hacerlo el señor Walter Velásquez: él lo demuestra con la forma cómo dedica todo su esfuerzo a desarrollar a su robot educativa Kipi; con el trabajo en equipo que hace en su improvisado laboratorio escolar -en el pequeño colegio Santiago Antúnez de Mayolo- apoyado por algunos de sus alumnos que, por voluntad propia y animados por su espíritu aventurero e investigador, colaboran con él en el desarrollo de esta robot; también, con todo lo que hasta ahora ha desarrollado a la robot y puesto al servicio de las comunidades rurales de la zona -a la fecha, cuenta con 7 robots dedicadas a la enseñanza en igual número de comunidades rurales-. Demuestra, digo, un gran amor a su obra y una total dedicación a la misma, lo que tenemos no sólo que aplaudir, sino y especialmente, apoyar.


Naturalmente que a quien más toca brindar ese apoyo al trabajo del señor Velásquez, es al Estado, por intermedio principalmente del Ministerio de Educación -la empresa privada Kallpa lo viene apoyando económicamente desde fines del año 2020, según se dio a conocer en el evento de presentación de Kipi 3D-, no sólo para que saque adelante su proyecto, sino y especialmente para que el mismo pueda ser multiplicado tantas veces como sea necesario para abarcar el sector rural del país, que para ese fin fue creada la robot. Pero, no debe dejarse únicamente en manos del sector público esa responsabilidad; los privados también podemos ayudar, cada uno desde nuestra propia capacidad y ocupación, aunque tan sólo sea para controlar el desarrollo bien encaminado de un proyecto que podría ser de la mayor utilidad para las comunidades campesinas del Perú y hasta emulado en otros países de similares condiciones de necesidad y/o pobreza.


Sabemos que, cuando las cosas quedan exclusivamente a cargo de las entidades públicas, se producen los malos manejos, la corrupción, así como la lentitud en la ejecución y la desidia burocrática típica de países como el nuestro: ¡No dejemos que algo así suceda con este hermoso proyecto!


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