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Foto del escritorAlfonso Abad Porras

¡INCREIBLE!

Sucedió el domingo 31 de mayo, me estaba duchando y, ¡zas!, se fue la luz en mi domicilio. Como fría consecuencia, en estos tiempos, me quedé sin agua caliente; le di la voz a mi esposa, para que fuera a ver el tablero eléctrico y no había saltado ningún fusible, por lo que la conclusión lógica fue que había un corte masivo.


Mientras terminé de bañarme, ella llamó a una vecina, quien le contestó que sí tenía energía eléctrica, por lo que nos habían hecho un corte indebido, ya que estábamos al día en el pago del servicio. Entretanto, bajó mi hijo del tercer piso, en donde vive en forma independiente con su esposa y dos hijas, para inquirir por lo que pasaba y él llamó a la concesionaria (Luz del Sur), la que respondió que habían tomado nota del reclamo e iban a enviar un técnico a ver físicamente el porqué del corte, ya que ellos también tenían registrado que no adeudábamos ningún pago; para la llegada del técnico, disponían de hasta cuatro horas, a partir de la llamada. Dicho sea de paso, todo el reclamo fue a una computadora, que efectuó ese trabajo en forma correcta.


Aproximadamente hora y media después de la llamada, llegó una camioneta de Luz del Sur y bajó un técnico, mientras que el chofer se quedó en el vehículo, luego de bajar del mismo por un momento. El mencionado técnico nos saludó amablemente, a mi hijo y a mí, dirigiéndose al medidor eléctrico, instalado en la pared exterior de mi casa, como es usual. Después de revisarlo, efectuó un cambio de fusible y solucionó el problema. Hasta aquí, nada anormal, ni mucho menos “increíble”.


Mi hijo y yo quisimos saber cuál fue la causa de la “voladura” del fusible exterior y no la de uno interior, lo que a veces nos sucede cuando estamos usando ducha, dado que los calentadores que tenemos instalados tienen potencia eléctrica muy elevada para la baja presión de agua que recibimos en mi domicilio. El operario de Luz del Sur, nos explicó, de manera muy amable que, con el constante uso, el fusible va perdiendo calidad de funcionamiento, hasta que se llega a quemar. Al consultarle qué debíamos hacer para que esto no se vuelva a producir, nos recomendó que, una vez superada la cuarentena actual, pidiéramos una “ampliación de carga”, dadas las características de nuestras instalaciones y consumo de luz y agua.


Lo increíble de este hecho, es la forma cómo fuimos atendidos por Luz del Sur, especialmente por su técnico. Desde que la computadora pudo atendernos debidamente -incluso, tengo que decirlo, yo hice una segunda llamada con el propósito principal de encontrarme con una persona que me diera más luces sobre lo que había ocurrido con mi servicio y, sobre la seguridad de que el técnico al que se asignara la revisión y reparación cumpliera con llegar en el plazo señalado- hasta que el técnico terminó su atención, puedo decir, con toda honestidad y reconocimiento, que fuimos bien atendidos, en especial por el técnico, quien fue muy amable y claro al absolver nuestras consultas.


En realidad, recibimos la atención que cualquier persona espera de quien le proporciona un servicio, aunque el mismo pudiera tratarse de algo muy elemental. Lo que pasa -y, por eso a mi hijo y a mí nos pareció increíble- es que estamos, todos, acostumbrados a que no se nos trate bien al atender cualquier demanda de atención o servicio; por lo general, a la gente que atiende al público, sea en el ramo que sea, parece que le molestara que se le haga preguntas y responden de mala manera, como si no se debieran hacer consultas o, como si quien las hace es una persona tan tonta, que no se da cuenta de lo obvio.


Hasta podría suceder que este último fuera el caso, es decir, que la respuesta a la consulta que hace fuera tan evidente que no era necesaria la pregunta; y, sin embargo, la persona a quien se dirige quien lo hace, tiene todo el derecho de preguntar, porque para eso paga el costo de lo que adquiere o recibe y, si aún no comprara nada, seguiría usando su derecho a consultar, porque es parte de la vida de relación y porque la persona que es consultada, también está para absolver las preguntas que se le hagan.


El hecho que me merece tan positivo comentario me dejó pensando en la posibilidad, que siempre vi remota, de que nuestro país esté cambiando para bien o, por lo menos la empresa Luz del Sur lo esté haciendo, preocupándose de la imagen que deja a través del comportamiento de su personal hacia el público que le toca atender. De ser esto último, sería un ejemplo a seguir y, con toda seguridad, habría de ir extendiéndose, lentamente al principio, pero cada vez más, hasta cambiar la actitud general.


A pesar de lo dicho anteriormente, tengo una fuerte duda sobe esa primera conclusión a la que con ánimo positivo llegué: como antes mencioné, junto con el técnico, en la camioneta de Luz del Sur llegó el chofer del vehículo, al que vi que había bajado de la camioneta cuando recién salí a atender la llegada; aunque en algún momento este otro trabajador de la misma empresa cruzó su mirada con la mía, no se dignó saludarme, lo que creo le correspondía por un elemental gesto de educación.


Por consiguiente, creo que debo “bajar de las nubes” y sólo esperar que Luz del Sur reconozca los méritos del técnico que atendió, como debe ser, mi reclamo.


P.D.- Al momento de publicar esta Columna de Opinión, ya he cumplido con algo que es muy importante para mí: soy de las personas que reclama actitudes o hechos muy desagradables que me afectan, si me son dirigidos; considero que, recíprocamente, debo reconocer de la misma forma los gestos positivos que recibo, si así sucede. Pues bien, he cursado un correo electrónico a Luz del Sur, reseñando el hecho y agradeciéndolo, pidiéndoles que, si aún no lo han hecho, eduquen al íntegro de su personal en lo que a trato al público se refiere, lo que les dará una muy buena imagen ante sus clientes actuales y potenciales; además, que den a conocer al técnico mencionado en este escrito, el correo que les he cursado.

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