Hoy en día, con motivo de los momentos políticos que viene viviendo el Estado Peruano a lo largo del quinquenio que concluye el 27 de julio próximo, para dar paso al nuevo que se inicia al siguiente día, 28 de julio, 200° aniversario de nuestra independencia nacional, mucho se ha hablado de modificar o cambiar la Constitución Política de nuestro país, dependiendo de la tienda política en la que se trate este asunto.
No es que quiera sumarme a esas voces, pero debo reconocer que he encontrado algo que requiere ser modificado, de forma urgente, en nuestra Carta Magna. Esto, se debe a las desagradables y nocivas experiencias que los políticos nos han hecho vivir a los peruanos; como decía líneas arriba, a lo largo del presente quinquenio político. Quienes han ocupado los cargos de Presidentes, Vice-Presidentes y Parlamentarios de la República, todos ellos, han dejado mucho que desear, dedicándose mayormente a pugnas y enfrentamientos que sólo han conducido a frenar y hasta hacer retroceder lo avanzado con mucho esfuerzo por todos los peruanos, a lo que se sumó, para colmo de males, la pandemia del coronavirus que hasta ahora no deja de asolar al planeta en su conjunto.
Pues bien, soy de opinión que todos esos efectos negativos a nivel político que acabo de enumerar, se podrían y deberían evitar o, por lo menos, minimizar a futuro, para lo que tendríamos que prepararnos verdaderamente. Respecto a una nueva pandemia del mal que pudiera tratarse, las autoridades deberían abocarse a dotar al país de una infraestructura acorde con nuestras necesidades; asimismo, con respecto a la disponibilidad de equipamiento médico y de medicinas en general, también deberían ocuparse de mantener vigentes líneas de aprovisionamiento cuya disponibilidad evitara la presentación de carencias como las que hemos sufrido y de las que aún no terminamos de salir.
En cuanto a quienes ocupen los altos cargos que han representado barreras en vez de soluciones y no únicamente para la atención de la pandemia, debemos cortar el mal de raíz. ¿Cómo?, reformando la Constitución en lo pertinente: no puede ser que, para ser Presidente y/o Vicepresidente de la República, sólo sea requisito “….Para ser elegido Presidente de la República se requiere ser peruano por nacimiento, tener más de treinta y cinco años de edad al momento de la postulación y gozar del derecho de sufragio….” (Artículo 110°); para ser elegido vicepresidente, “…. Junto con el Presidente de la República son elegidos, de la misma manera, con los mismos requisitos y por igual término, dos vicepresidentes ….” (Artículo 111°). Para ser parlamentario, “….Para ser elegido congresista, se requiere ser peruano de nacimiento, haber cumplido veinticinco años y gozar del derecho de sufragio….” (Artículo 90°).
Todos los peruanos con uso de razón sabemos que, para ocupar cualquier cargo -desde el más alto hasta el de menor jerarquía- en una empresa, sea esta de la envergadura que sea, se exige el cumplimiento de una serie de requisitos, entre los que figuran, siempre, los de formación en conocimientos, dependiendo del nivel del cargo a ocupar que se requiera que dicha formación sea más o menos compleja; pero, a nadie se le pide actualmente que tenga menos de instrucción escolar completa. Es decir que, mientras a los candidatos a ocupar los cargos políticos antes mencionados ni siquiera se les exige saber leer y escribir (líneas arriba, he transcrito los artículos pertinentes de la Constitución Política del Perú en lo que se refieren a este tema), a quienes postulan para ocupar cualquier cargo, el de menor nivel en la empresa que sea, se le exige mucho más….
Considero un real y negativo contrasentido que en un país con la historia que tiene el Perú, con el grado de desarrollo que alcanzó el Imperio de los Incas, con el nivel que tuvo el Virreinato del Perú y con todo lo que significó nuestra independencia para la independencia americana en su conjunto, hacen ya prácticamente 200 años, pueda suceder lo que estoy denunciando: es definitivamente algo inconcebible que, para ser Presidente de la República o parlamentario, no se requiera nada, ni siquiera saber leer y escribir -lo que la ley no prohíbe, la ley lo permite-. Si, para ser “pinche de cocina”, barredor o peón de construcción hay que saber leer y escribir, para dirigir al Perú, la exigencia debería ser mucho mayor, muchísimo mayor.
Creo que una explicación del comportamiento de nuestras autoridades -por elección-, probablemente sea su pobrísima formación: ¿es que alguien podría atribuir a otra razón el desagradable y pésimo comportamiento de la actual parlamentaria Cecilia García, por ejemplo?; o, ¿la falta de espíritu constructivo de los 73 parlamentarios con que “debutó” Fuerza Popular en el Parlamento el 28 de julio de 2016? Creo que se impone revisar y modificar este aspecto de la Constitución.
¿Qué se debe exigir a los postulantes a autoridades para que tengan derecho a postular a alguno de los altos cargos mencionados? Aparte de los considerados actualmente en nuestra constitución política, que tengan título profesional, como mínimo, siendo deseable que exhiban grados académicos adicionales en asignaturas que los califiquen aún más para la elección a la cual postulan. Dado que actualmente hay muchas carreras profesionales que otorgan títulos universitarios pero, que en realidad sólo proporcionan conocimientos que lindan con lo técnico en las especialidades que forman, me permito sugerir que dichos títulos profesionales correspondan a carreras consideradas tradicionales, como Derecho, Economía, Ingeniería, por ejemplo, porque brindan una formación bastante amplia en Humanidades, lo que no necesariamente ocurre con las modernas que he mencionado.
Todo lo anteriormente referido, podría y debería ser complementado por las agrupaciones políticas que quieran postular candidatos a la presidencia y/o al Congreso de la República. Como decía en reciente Columna de Opinión, Nuestros Políticos, “Se impone, consecuentemente, la necesidad de formar a nuestros políticos, impedir que se improvisen: los centros superiores de estudios y los partidos políticos deberían ser capaces de visualizar esta necesidad y atenderla de inmediato, sería muy buen momento empezar a hacerlo pronto, ahora que faltan mínimo cinco años para un nuevo proceso electoral de similar magnitud al presente”.
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