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Foto del escritorAlfonso Abad Porras

FEMINICIDIO

En nuestro país, se está produciendo, actualmente, un tipo de delito que nunca dejó de ocurrir, pero en forma esporádica, por cuantificarlo de alguna manera: el feminicidio. Sucede que, de un tiempo a esta parte, especialmente durante el año en curso, casi no deja de haber semana en que se cometa o, por lo menos, que suceda un intento de feminicidio.

A ojos de la opinión pública, nuestras autoridades de toda índole no tienen forma de afrontarlo, ni siquiera de cuantificarlo en una dimensión realista: se habla de endurecer las penas, pero a la vez se hace caso omiso de muchas denuncias (avisos) de que se está generando uno más; se pretende que, por solo hablar y amenazar se genere temor para cometerlo. Muchos políticos aprovechan estos sucesos para “salir en la foto” de los críticos de la inacción de diferentes autoridades; otros tantos periodistas utilizan noticias como estas para, con sensacionalismo de por medio, hacer escándalo que solo sirve de caja de resonancia para estos delitos.

Pero, ¿qué se está haciendo realmente para tratar de disminuir al mínimo estas desgracias de que son víctimas personas del sexo femenino?. Todo lo que se conoce, no son sino medidas paliativas, cuando las dictan; no se publicita que exista o se cree una entidad que se dedique a estudiar las causas, ni a proponer soluciones que lleven a la disminución y paulatina desaparición de estos crímenes. Podría ser que el origen o la causa de esto fuera falta de educación: pues bien, debería, entonces, introducirse cambios en la currículo escolar temprana que permitan crear conciencia en cada individuo, en su etapa de desarrollo como persona, de lo que esto significa como crimen contra seres humanos normalmente indefensos.

Me permito, aquí, tomarme una licencia y contar al respecto una anécdota personal: soy originario de un hogar conformado por padre, madre y cinco hijos, de los cuales el único varón soy yo; me imagino que, cuando era todavía un niño, me sentiría en desventaja, por lo menos numérica, por lo que seguramente trataba de compensarla algunas veces con el uso de mi mayor fuerza física contra alguna de mis hermanas; mi madre trataba de protegerlas y una de las formas que aplicaba era tratar de convencerme de no hacerlo diciéndome “a una mujer no se le toca ni con el pétalo de una rosa”. Tantas veces me lo habrá dicho que, cuando me tocó ser padre de un varón y hube asistir a una de mis primeras reuniones de padres de familia en el “Nido” en que habíamos iniciado la formación de nuestro hijo, junto con mi esposa, la profesora de nuestro niño se refirió a haber escuchado a nuestra criaturita decir “a una mujer no se le toca ni con el pétalo de una rosa”; mientras decía esto, dirigía su mirada a mí. He querido ilustrar, con el ejemplo anterior, el propósito que sugiero al proponer la introducción de cambios tendientes a crear conciencia de respeto a las mujeres, en los varones.

Cabe anotar, que la primera y más sólida formación la debe dar la familia, por lo que también corresponde que se hagan campañas de concientización a los padres de familia sobre la necesidad de formar a sus hijos, cuando pequeños, en el respeto al sexo débil.

Al proponer una idea como la anterior, no pretendo que desaparezca lo bueno que ya se esté haciendo como correctivo para atacar el problema; simplemente, persigo que no nos quedemos en eso, en lo correctivo; que tratemos de arrancar el mal de raíz mediante medidas estudiadas por especialistas y/o profesionales de diversos campos que puedan emitir estudios y conclusiones positivas para combatir este mal tan dañino. Mientras más dilatemos esto, más tarde llegaremos a la solución.



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