Por razones laborales, durante todos los años que trabajé en calidad de dependiente, tuve la suerte de contar con un seguro médico particular, normalmente pagado por la empresa que contrataba mis servicios; por consiguiente, durante ese largo período no hube de sufrir los malos o, por lo menos, despectivos tratos de la mayoría de quienes prestan sus servicios (es una forma de decirlo) a la Seguridad Social en el Perú, por lo menos en lo que se refiere a la atención a los asegurados.
Es muy cierto que esta entidad, que ha ido cambiando de nombre con el paso del tiempo y de acuerdo a quien o quienes han tenido la posibilidad de hacerlo, ha sufrido el “atentado” de una serie de empresas, públicas y privadas (creo que más las públicas o, en montos mayores), para dejar de hacer los pagos mensuales del personal regular a su cargo o, como es conocido, sirviendo de una especie de “caja chica” para tapar escandalosos “forados” en otros entes, en este caso del Sector Público y con la anuencia de las más altas autoridades, llámese Ministerio del Ramo (del que dependía la entidad que pedía el “apoyo” de EsSalud o la entidad con otro nombre que cumplía esas funciones); Ministerio de Economía y Finanzas (o su antecesor, el Ministerio de Hacienda); Ministerio de Trabajo (del que entiendo siempre dependió la Seguridad Social); Primer Ministro; y, hasta el propio Presidente de la República (estos dos últimos funcionarios ponían su firma a cualquier disposición que autorizara el uso de fondos de la Seguridad Social de la manera anotada).
A pesar de ello, es también muy cierto, que el asegurado no es culpable de nada de lo que le hacen otras entidades a EsSalud, no sólo de lo expresado en el párrafo anterior, sino también de muchas disposiciones de autoridades que la han perjudicado a lo largo del tiempo, incluyendo hasta procesos de compra de equipos médicos y medicamentos en el extranjero, que han sido mal llevados por funcionarios que, las más de las veces, procuraban primero su beneficio, generalmente a costa de la empresa que los cobijaba y, por consiguiente, de todos los que la hemos y seguimos pagando con las retenciones que al efecto se llevan a cabo por planilla.
Sin embargo, la gran mayoría de trabajadores de EsSalud brindan trato desagradable y hasta despectivo a los asegurados, quienes tenemos que acostumbrarnos a soportarlo, a cambio de no ser, de alguna manera, marginados por los que tienen “la sartén por el mango”. Todos los que debemos recurrir a la Seguridad Social para que se atienda algún problema de salud que nos aqueja (lo que sucede más tarde o más temprano debido a que, al jubilarnos, se acaba la atención médica particular, por su alto costo y el de los medicamentos) somos víctimas de estos malos tratos y no podemos hacer más que aceptarlos.
De un tiempo a esta parte (años) se ha añadido otro maltrato, ya no en las relaciones interpersonales que podamos tener con el personal que nos “atiende”, sino en la disponibilidad de personal médico a cargo de las consultas externas que requerimos la mayoría de los asegurados: la escasez de facultativos para atender dichas consultas, lo que hace casi imposible que podamos concretar una cita médica cuando la solicitamos o, para cuando la pedimos, así sea con meses de antelación.
Me permito citar un ejemplo personal. Soy paciente diabético y, por la ubicación de mi domicilio, solicito atención en el hospital Carlos Alcántara Butterfield, en el que se me viene brindando asistencia médica desde que dejé de formar parte de una empresa privada que me brindaba seguro médico particular. En dicho nosocomio, actualmente y desde varios meses atrás, sólo atiende consulta externa en la especialidad de Endocrinología (la que corresponde para tratar la enfermedad que me aqueja), una doctora. Como resulta evidente, es muy difícil lograr la concreción de una cita con dicha profesional para cuando el paciente la requiere; siguiendo con mi ejemplo de muestra, la última vez que me atendió la doctora, fue en la segunda quincena de noviembre último y me corresponde la próxima en la segunda quincena de febrero próximo, ya que me debe atender cada tres meses según ella ha dispuesto; después de muchos intentos (las citas sólo se obtienen por teléfono), la he obtenido para la segunda quincena de …… abril.
Como es de apreciar, es muy mortificante sufrir esta desatención, que ya no es culpa de la profesional que me atiende, ni del personal administrativo en forma directa, es culpa del sistema. ¿Qué debemos hacer los pacientes ante esta situación?; para empezar, comprarnos los medicamentos por nuestra cuenta o dejar de tomarlos, si no está a nuestro alcance adquirirlos. ¿Para esto nos han descontado tantos años un porcentaje (por pequeño que pueda parecer en el momento que se nos aplica por planilla) de nuestro sueldo? Por este tipo de situaciones, a los asegurados no nos queda sino sentir que esta entidad, cuya bandera debería ser el humanismo, es absolutamente fría para con quienes debería estar obligada a ser todo lo contrario; que, para EsSalud, todos y cada uno de los asegurados somos un número más entre los pacientes que acuden a sus servicios de salud; que no le importa si nos llega la muerte mientras esperamos a que nos vea el facultativo cuya atención demandamos.
Por lo menos, es lo que sucede en lo que a consulta externa se refiere en los hospitales de EsSalud.
Comments