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Foto del escritorAlfonso Abad Porras

ERRORES QUE SE PAGAN

De acuerdo a los textos de las noticias publicadas recientemente, con motivo de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, el 3 de noviembre de cada cuatro años se celebran los comicios correspondientes. Por consiguiente, el 3 de noviembre de 2016, se llevaron a cabo las que arrojaron como resultado el nombramiento de Donald Trump como 45° Presidente de Estados Unidos.


De acuerdo a las diversas publicaciones que nos han llegado a lo largo de su mandato, es posible que este personaje haya sido el de peor gestión a lo largo de la historia republicana de esa nación que, nos guste o no, actualmente es la primera potencia mundial a ese nivel. Visto desde aquí, Donald Trump no ha podido ser peor, ni ha hecho más daño a su país, porque le faltó tiempo.


Pero, él, no tiene la culpa de lo que ha hecho ni de lo que ha dejado de hacer; al menos, para mí, hay una persona culpable de todas las barbaridades que ha hecho Donald Trump durante su gestión, su oponente en las elecciones anteriores, Hillary Clinton. En aquella campaña electoral, la señora Clinton demostró un total descuido en su supuesto afán por alcanzar la primera magistratura de su país; la impresión que dejó es que tenía excesiva confianza en sí misma cuando tomó conocimiento de la calidad de rival electoral con el que se enfrentaba. Posiblemente, su equipo de campaña se encargó de informarse e informarla que su oponente, Donald Trump, era un hombre negado para las actividades que requerían tacto e inteligencia, aún a pesar de su éxito en los negocios.


Y, se dejó estar. Tal vez, quien actuó peor fue el jefe de su equipo de campaña; sin embargo, la culpa sigue siendo de ella porque, si su rival crecía en las encuestas y se oía que su nombre sonaba cada vez con más fuerza, ella debió “cuadrar” a quien le rendía cuentas, para que corrigiera los errores en que indudablemente incurría la campaña que iba desarrollando, para acallar esa voz que crecía, la de Donald Trump. Con toda seguridad, cuando se dio cuenta de que algo o todo estaba mal, ya fue tarde.


Pero tuvieron consecuencias negativas ese o esos errores en los que incurrió, porque no sólo puso a Estados Unidos en manos de ese energúmeno, sino también al mundo en general: no se puede negar que la presencia de Trump en la Casa Blanca ha afectado en mayor o menor medida a los demás países del mundo durante su gestión gubernamental, para bien o para mal.


¿Cómo nos ha afectado a nosotros, como país, la presidencia de Donald Trump en Estados Unidos? El Perú es parte de América Latina, región a la que ningún mandatario norteamericano “voltea la cara” para pedir algún tipo de apoyo, pero a la que le puede extender un poquito la mano si uno de los países que la conforman requieren de su ayuda, aunque tan sólo sea para evitar el desarrollo del comunismo en forma de partido político, movimiento terrorista o tendencia de izquierda que surja dentro de sus fronteras. Hasta donde me ha sido dable conocer durante el período de Trump, nunca el Gobierno Norteamericano brindó ayuda al Perú en este cuatrienio.


A lo largo de los cuatro años correspondientes al período de Donald Trump, nunca hemos dejado de tener noticia de que es un personaje que usa la mentira como argumento más convincente, que ha dado pasos constantes en detrimento de su país. No puedo citar ejemplos, porque ni soy natural de ese país, ni los actos de gobierno de tan desagradable líder han afectado directamente a mi persona o a mi país, hasta donde he podido dar fe.


Sin embargo, resulta por demás evidente que, si nos atenemos a que el Perú forma parte del hemisferio occidental, cualquier daño que su gestión haya hecho a los Estados Unidos de América, también lo ha infringido a los países que profesamos una ideología que se ajusta a las características que aquél establece. Se da un ejemplo por demás claro y reciente: el ataque al Capitolio americano por cuasi terroristas azuzados por él; ¿cuál es la consecuencia?, que la democracia, como la entendemos quienes somos parte del hemisferio occidental, queda totalmente mellada, sólo porque a un energúmeno se le ocurrió que no quería dejar el poder que ostentaba y tenía que retenerlo a costa de lo que fuera.


La publicación de esta Columna de Opinión se hace el día del cambio de mando en Estados Unidos y quiero creer que Donald Trump ya no va a poder dañar, como Presidente en ejercicio, ni a su país, ni al resto del Mundo, esperémoslo así. Pero esperemos, también, que los líderes de los dos principales partidos de Estados Unidos -no interesa, en realidad, si Hillary Clinton incluida- aprendan de los errores cometidos; unos, por mirar “por encima del hombro” al candidato del partido opositor y, los otros, por nombrar como su candidato a un exponente suyo de características de personalidad tan aberrantes.


Sirva esto, de modelo al Perú y a todos los países que se autodenominan democráticos, para elegir mejor a sus autoridades y representantes.


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