Mucho se conjetura sobre lo que debemos hacer, como sociedad civil -incluyendo a las autoridades, pero no dejando solamente en sus manos la elección-, para promover en los jóvenes ocupaciones que los alejen de las malas compañías, los malos hábitos y, en fin, de los malos pasos a los que siempre están expuestos por su propia naturaleza. Algo por lo que ya los de generaciones anteriores hemos pasado.
Un intento en ese sentido, parece ser el anuncio del Presidente de la República respecto a que los jóvenes que ni trabajan ni estudian cumplirán con hacer servicio militar obligatorio, medida cuyos resultados se verán en un futuro próximo, pero que de alguna manera se había dejado de lado al disponerse su no obligatoriedad a partir del año 2000.
Una de las mejores maneras de aprovechar las energías juveniles, es dedicarlas al Deporte, en cualquiera de sus especialidades. Creo que, definitivamente, se debe estimular la dedicación de los jóvenes a actividades de esta naturaleza, tanto por parte de las autoridades, como por la sociedad civil en general.
¿Cómo hacerlo? Las autoridades tendrían que saber qué les toca hacer, porque si no fuera así, estarían ocupando un cargo que no les corresponde y, además, recibiendo de todos los peruanos un sueldo que no justifican -hablo, en este caso, de quienes por función dentro del Ministerio de Educación les corresponde y de quienes tienen que planificar las actividades y dirigir a ese personal; asimismo, de los parlamentarios que integren la Comisión de Educación-.
Por su parte, aquellos que no ocupan u ocupamos cargo público alguno que implique alguna obligación al respecto, los que forman parte de alguna entidad, desde una pequeña tienda comercial hasta una empresa, a cuyo alcance esté fomentar las prácticas deportivas vía la realización de campeonatos amateurs o de aficionados, deberían aplicar la idea con el mayor entusiasmo, porque su puesta en práctica podría beneficiar sus actividades empresariales vía publicidad comercial, pero también si se involucraran jóvenes de su entorno más cercano. Toca, asimismo, a las respectivas autoridades hacer campañas publicitarias entre los mencionados comerciantes o empresarios, para lograr su participación de la forma indicada.
A los demás, “ciudadanos de a pie”, nos tocaría motivar a nuestros familiares y/o conocidos para que participen voluntariamente en esos certámenes: todos tenemos, cerca nuestro, a una o más personas en edad de intervenir activamente en los eventos que se gestaran. Además, quienes no participaran activamente en las mencionadas actividades deportivas, deberían comprometerse, entre ellas mismas, a asistir a las competencias, para estimular en el terreno a aquellos a los que hubieran incentivado a participar.
El Perú organizó hace muy poco tiempo, los Juegos Panamericanos (26 de julio al 11 de agosto) y Parapanamericanos (23 de agosto al 1° de setiembre) Lima 2019, con notable éxito en lo que a organización se refiere, llegando a decir algunos comentaristas peruanos y extranjeros que habían sido los Juegos Panamericanos mejor organizados en toda su historia, desde el año 1951 en Buenos Aires (entre el 25 de febrero y el 9 de marzo). En este certamen, Perú ocupó el 10° puesto entre 31 países, obteniendo 11 medallas de oro, 7 de plata y 23 de bronce.
A decir de la crítica especializada, esa ha sido una de las mejores actuaciones de delegación peruana alguna, lo que posiblemente se debe a que, siendo locales -por primera vez-, nuestra delegación ha sido la más numerosa de todas las que Perú ha inscrito hasta la fecha en estos eventos deportivos.
No se puede negar el esfuerzo y dedicación que pusieron los deportistas que defendieron los colores patrios en esas lides pero, evidentemente, resulta insuficiente en el concierto panamericano, porque no puede ser motivo de orgullo obtener la décima ubicación siendo el país anfitrión del evento. La razón de este resultado, es que el Perú nunca se ha preocupado de manera especial del desarrollo del Deporte en cualquiera de sus disciplinas; más, aún, si por alguna razón que sería motivo de un análisis exhaustivo, cuando una delegación deportiva peruana ha participado en competición de carácter nacional de cualquier índole, con resultado final de primer nivel -lo que ha ocurrido en eventos de vóleibol y de fútbol especialmente-, nuestra propia dirigencia se ha encargado de desaprovechar el resultado obtenido y nunca se ocupó realmente de fomentar la práctica del deporte de que se tratase, desatendiendo la formación de equipos de menores que sirvieran de base para competencias futuras.
Esta es, en buena cuenta, una razón de peso más para justificar la mayor preocupación que los peruanos debemos tener para contribuir al desarrollo deportivo de nuestras actuales generaciones en edad y aptitud de participar en las lides deportivas, a las que constantemente nuestro país es convocado, con expectativas de obtener mejores resultados e ir creciendo en este aspecto en el concierto americano y mundial de países.
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