El domingo 31 de octubre se celebró, una vez más, el Día de la Música Criolla. El vals peruano, como se le conoce fuera del Perú o, el vals criollo, como lo denominamos los peruanos, como más representativo, pero también tenemos la marinera, el festejo, la polka y otras expresiones musicales menos conocidas, especialmente en el exterior de la república. El vals criollo data de finales del siglo XIX y tuvo su apogeo durante la mayor parte del siglo XX. Actualmente, es muy poco lo que se difunde, por lo que ya no aparecen, tampoco, nuevos compositores de esta música propia de la costa peruana.
Con fecha 3 de marzo del año en curso, publiqué una Columna de Opinión titulada El Vals Criollo. Lamentablemente, entonces no encontré la acogida que el tema requería y requiere, porque es uno de los distintivos de la identidad nacional y, simplemente, está desapareciendo, está muriendo.
Hoy, que creo tener una “legión” algo mayor de lectores, me ocupo nuevamente de la necesidad de hacer algo para salvarlo del inexorable destino que hoy podemos vislumbrar para nuestra música “de bandera”, a la que llamo así porque por ella se nos identifica en el exterior, por lo menos en los países en los que se sabe que el Perú existe.
Soy fiel creyente que la publicidad es muy convincente y motivadora, que si se le aprovecha para el desarrollo de nuevas expresiones musicales de esta melodía nuestra, se puede lograr que aparezcan nuevos valores, tanto de la composición de valses, como de su interpretación. El asunto, entonces, es lograr que la publicidad o parte de ella se oriente, se dedique a este fin: la resurrección del vals criollo.
Vía concursos y programas musicales bien estructurados, se puede lograr con relativa facilidad que surjan nuevos e inesperados compositores. Es cierto que casi no hay empresas de capitales exclusivamente nacionales, pero las existentes pueden auspiciar programas-concurso de esta naturaleza. Sin pretender que así tenga que ser, pongo como ejemplo a la desaparecida Graña y Montero: por razones de amplio conocimiento, que creo innecesario tocar aquí, esta empresa se vio forzada a cambiar su razón social que, para su mal, prácticamente nadie conoce; si auspiciara un concurso del tipo que sugiero, con toda seguridad haría conocida a su nueva razón social, sin que ello implicara decir que antes fue la mencionada empresa.
Es cuestión de pensar un tanto, para encontrar la forma de poner al vals peruano en cartelera. Pongo, como ejemplo, una telenovela peruana que transmitió en la década de 1960 América Televisión, El Kid Cristal, que fue transmitida en el horario estelar y, hasta donde tengo conocimiento, acaparó la teleaudiencia, alcanzando un elevado rating, que es lo que realmente interesa a los propietarios de los canales de televisión.
Como es de suponer, dicha serie auspiciada por la cervecería peruana más poderosa económicamente hablando de la época, creada para su propalación en la pequeña pantalla, tenía como trama a personajes peruanos, que desarrollaron una historia melodramática apropiada para la época, exenta además de lenguaje vulgar y grosero como era normal también entonces. A pesar de lo ligero de la idea que plasmó dicho programa, al menos si la miramos retrospectivamente pero con ojos típicos de la época que actualmente vivimos, en su momento la obra fue un éxito y algo similar ocurriría con una serie o telenovela que se propalara en estos tiempos.
Ahora, si en cambio se llevara a cabo un concurso para generar la composición de valses y para descubrir nuevos cultores de nuestra música criolla, llevados a la hora estelar con apropiado e inteligente marketing, es indudable que tendría éxito y quien se beneficiaría sería el Perú, porque renacería nuestra música de bandera. De algunos años a esta parte, se propalan varios programas-concurso en uno de los canales de señal abierta de nuestra pequeña pantalla, por parte de una misma empresa productora de telecomunicaciones, Rayo en la Botella; esta empresa podría afrontar esta tarea que se convertiría en un desafío. También podría hacerlo G.V. Producciones o alguna otra del ramo.
Necesitamos que surjan nuevos compositores, como Felipe Pinglo, Mario Cavagnaro, Chabuca Granda o Alicia Maguiña; asimismo, intérpretes de la talla de Jesús Vásquez, Edith Barr, Arturo “El Zambo” Cavero o hasta el mismo Roberto Tello (El Espejo de mi Vida), como solistas, así como Los Morochucos, Los Chamas, Los Troveros Criollos, Los Embajadores Criollos o Fiesta Criolla, por citar a algunos de los más famosos en sus respectivas épocas
Es de reconocer que tenemos grandes atractivos turísticos, así como una producción culinaria de primer orden; pero, también, que no tenemos actualmente una música que vaya a la par con ambos pilares de atracción. Debemos, pues, desarrollarla.
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