En mi última Columna de Opinión, propugno la necesidad y conveniencia de que nos sirvamos de las redes sociales para hacernos oír. Propongo que, para dar inicio a campañas cada vez más sólidas respecto al poder que podemos alcanzar “los ciudadanos de a pie”, difundamos una tendencia popular:
Que se destituya al Fiscal de la Nación, señor Pedro Chávarry
Esta propuesta, fue hecha antes de los acontecimientos provocados por el personaje de que se ocupa la misma: la destitución y posterior marcha atrás de los fiscales Rafael Vela y José Domingo Pérez, a cargo del proceso conocido como Lava Jato, por parte del Ministerio Público.
Sin perjuicio de lo que modestamente pudiéramos lograr, la destitución de los fiscales ha desencadenado una ola de protestas que, por lo pronto, ha obtenido la marcha atrás del propio Pedro Chávarry, al anular su medida para retirar a los fiscales anotados del caso Lava Jato.
Y es que el referido titular del Ministerio Público llegó a un extremo que no fue capaz de visualizar al dictar su medida punitiva contra dos fiscales que “le hacían sombra”. El pueblo peruano, que ya se había manifestado en encuestas, tanto respecto a Chávarry (negativamente) como a Pérez y Vela (muy positivamente), tomó las calles de determinadas plazas del país, para protestar y amenazar con mayores hostilidades de mantenerse la medida: se hizo escuchar logrando, por lo pronto, que este 2 de enero de 2019, dos días después de dictar su disposición para sacar a Vela y Pérez del caso Lava Jato la anulara, dejándolos en sus cargos.
Con toda honestidad, creo que la gente hizo bien en protestar, porque no se puede permitir que un individuo del nivel de funcionario que se trate, pueda hacer lo que se le antoje, desde amenazar al Presidente de la República (hacen algunos meses, cuando declaró, sin ningún empacho, que habían varios juicios y acusaciones pendientes contra el señor Martín Vizcarra, especialmente por el caso Chinchero), hasta hacer regresar de un acto oficial en otro país al mismo primer funcionario de la Nación, pasando por una serie de actos y declaraciones que no muestran escrúpulo alguno de su parte. Todo esto, amparado en el blindaje, en la protección, que le brida la bancada mayoritaria del Congreso, a la que estuvo unida una bancada pequeña, pero con mucho poder convincente y mucha experiencia política, como es la del Apra.
Sin embargo, quisiera que fuéramos capaces de manifestar nuestras protestas de forma más ecuánime: a través o por medio de las redes sociales. Creo que, hasta ahora, no hemos descubierto el poder de dichas redes, lo mucho que se puede obtener con movimientos mayoritarios que se pueden crear y crecer como “bolas de nieve” en las mismas; alcanzaríamos, dicho sea de paso, un nivel cultural que nuestra condición de país subdesarrollado nos condena, o lo ha hecho hasta ahora, a no alcanzar.
Volviendo al actual Fiscal de la Nación, independiente o paralelamente a los movimientos populares para lograr su salida del Ministerio Público (no solo del cargo que lo hace cabeza visible de dicha entidad, sino también de su condición de Fiscal Supremo, en la que todavía puede hacer mucho daño), creo que deberíamos seguir intentando movilizar a quienes están en condiciones de valerse de las redes sociales para hacerlo por esta vía: debemos confiar en que somos capaces de hacernos oír como sociedad civil, si llegamos a percibir del gran poder que podemos alcanzar por hacernos escuchar.
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