Después de veinte años y un día, el 30 de diciembre de 2021, se produjo un nuevo incendio en la “zona comercial” de Mesa Redonda, en el centro histórico de Lima. Mucho se ha hablado desde el incendio de 2001 -en el que hubieron oficialmente 277 muertos; pero extraoficialmente, unos dicen que más de 400 y otros que la cifra llegó a 700- cada año sobre el peligro de un nuevo incendio, al acercarse la época de Navidad, que es la temporada de mayores ventas en ese emporio, así como de aglomeraciones de gente que acude al lugar, buscando buen precio y variedad para elegir sus compras; siempre han habido muchedumbres tratando de satisfacer sus “necesidades” de efectuar regalos. Lo más increíble, es que en los días inmediatamente posteriores al de la ocurrencia del siniestro, los medios de expresión difundieron noticias que daban cuenta de que la afluencia de público a la zona, seguía siendo excesiva.
Como correspondía, aparte de aproximadamente 200 bomberos que acudieron para combatir el incendio, también estuvo presente, entre otras autoridades, el Alcalde de Lima, señor Jorge Muñoz Wells. Como es absolutamente lógico, al verlo los reporteros de la prensa hablada y escrita destacados en el lugar, le consultaron por la ocurrencia del hecho, dado que el Alcalde de Lima es el primer responsable de la seguridad capitalina frente a este tipo de sucesos. Algo fuera de lugar, a mi juicio, que respondió el señor Muñoz, es que la galería en la que se produjo el incendio tenía autorización para actividades comerciales, no así para mantener un depósito o almacén de productos.
Me pregunto: ¿es que al señor Muñoz y al personal a su cargo, responsable del cumplimiento de esa disposición -“prohibido el almacenamiento”- no se les pudo ocurrir que todo local que tiene ventas en cantidad necesita tener productos a la mano, para reponer los vacíos que quedan por efecto de las mismas?; ¿es que, acaso, creen que por poner algo en blanco y negro -una disposición- la gente cumplirá lo dispuesto?; ¿ignoran, acaso, nuestras autoridades municipales cómo es la idiosincrasia de los peruanos, público y personal de ventas?; ¿es que se imaginan que no hay ninguna otra galería comercial en la zona que cuente con almacén clandestino?. Realmente, se necesita ser muy infantil, para ser tan crédulo.
Sinceramente, no admito que haya habido esa “credulidad” de parte de Muñoz, su Gerenta de Fiscalización y la línea administrativa correspondiente; lo que me parece mucho más creíble, es la desidia con que actuó, una vez más, dicho personal. Esa, es la verdadera razón por la que en las entidades públicas se hacen tan mal las cosas: la burocracia. Mucha, muchísima gente, hoy en día está buscando trabajo; más, desde que la pandemia de COVID-19 trastocó nuestra forma de vida, a nivel ciudad y a nivel país; sin embargo, los que lo tienen, especialmente si trabajan en el sector público, siguen actuando a su ritmo, “con pies de plomo”, sin preocuparse de los afanes de quienes precisan de sus servicios, como si cada acción laboral que se les requiere, fuera un inmenso favor que hacen y por el que tienen todo el derecho de hacerlo cómo y cuándo les venga en gana.
En conferencia de prensa, el burgomaestre señaló que después de una indagación se concluyó que funcionarios ediles responsables en el tema no concluyeron el procedimiento para impedir que dicho almacén siga operando, pese a que se sabía de su existencia. Sin embargo, a los ojos de la comunidad limeña, el responsable de esa dejadez es la cabeza de la entidad, el señor Muñoz. Por su parte, el Alcalde optó por lo más fácil: -es necesario apaciguar a la masa- se dijo; y, le “cortó el pescuezo” a la Gerenta de Fiscalización. Que si la citada funcionaria se lo merecía, probablemente; pero, ¿qué sanción le correspondería al propio Jorge Muñoz?
Algo de eso hubo, cuando la Comisión de Descentralización del Congreso citó al Alcalde para que diera explicaciones sobre el siniestro ocurrido y las medidas preventivas que supuestamente habría puesto en práctica la Municipalidad de Lima para evitar que sucediera lo que ocurrió. El señor Muñoz brindó el 5 de enero último ante la citada Comisión, de acuerdo a lo publicado, información que intentaba ser convincente respecto a un programa de prevención de primer orden aplicado a dicho sector comercial, llegando a decir que, “…. una consecuencia de haber trabajado de manera conjunta -con entidades tales como la Policía Nacional y el Cuerpo General de Bomberos Voluntarios- es que, gracias a Dios, no hubo pérdidas que lamentar ni personas dañadas, a pesar de que el incendio fue de una magnitud de código 3”. Yo diría, que sólo gracias a Dios, porque las medidas de prevención aplicadas no impidieron el incendio.
La respuesta que recibió el señor Muñoz al mencionado informe, fue totalmente apabullante; en una palabra, le “dijeron de todo”: desde que …. han pasado tres años desde que inició su gestión en la Comuna de Lima y el lugar prometido, “Limaflores”, “más parece Lima de ladrones y traficones”; hasta, que …. “el plan maestro -para su gestión municipal, al que se refirió Muñoz en su informe- sólo ha servido para hacer fachadismo y una recuperación de monumentos”.
Al margen de lo que haya hecho o dejado de hacer la actual gestión municipal al frente de la Comuna Limeña, es evidente que se requiere aplicar una medida drástica pero definitiva en la citada “zona comercial” de Mesa Redonda. Se debe empadronar a los comerciantes del lugar, sacarlos de allí y derruir todo ese conglomerado, pero para construir un verdadero centro comercial, con sótanos para parqueo de automóviles y ambientes amplios y de varios pisos para albergar las tiendas de los actuales comerciantes; con todas las comodidades, en fin, de un centro comercial ubicado en el Centro Histórico de Lima y muy cercano a Palacio de Gobierno y a la Plaza Mayor de la ciudad. Con toda seguridad, ellos estarían dispuestos a ceder sus actuales “privilegios”, si se les demostrara de manera transparente que se construirá un mercado especial para ellos mismos y los productos que comercializan en un plazo muy breve. Hasta podría ser que brindaran aportes económicos, como compromisos de pago de las futuras tiendas que pasarían a poseer, administrar y usufructuar.
Si no se hace algo como lo indicado y, por el contrario, se continúa con el “mercado chicha” que ha sido hasta ahora y cada vez más Mesa Redonda, más tarde o más temprano lamentaremos y culparemos nuevamente, a quien esté de turno, por un siniestro similar o peor.
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