Debido a que soy Consultor Senior de una ONG -Mujeres Para la Acción – Perú-, he tenido ocasión de enterarme e interesarme por el tema del Reciclaje, de cuyo desarrollo y aprovechamiento me ocupé muchas veces en la ubicación señalada, así como en varias Columnas de Opinión que anteriormente he ofrecido a mis amables lectores.
Creo, honestamente, que es una actividad necesaria y productiva que, debido a la existencia e incremento paulatino -en correspondencia con el crecimiento de la humanidad en el mundo- de residuos sólidos, no es de suponer que pueda desaparecer sino, por el contrario, que aumentará indefinidamente con el tiempo y cuya ejecución será imprescindible, so pena de que los mencionados residuos sólidos dañen cada vez más a nuestro hábitat, el planeta Tierra.
El miércoles 17 de marzo último, el divulgador científico y periodista Tomás Unger que escribe en el diario El Comercio semanalmente, ya por espacio de cuarenta años, bajo el título Un repaso por lo que es el Reciclaje, se ocupó del tema de forma muy interesante, lo que me ha motivado a escribir la presente Columna de Opinión, solicitando públicamente permiso al señor Unger (porque no tengo forma de hacerlo directamente) para, a partir de su artículo o inspirado en el mismo, proponer una idea respecto a la práctica futura del reciclaje.
Dice el señor Unger que “siempre ha existido la idea de darle un segundo uso a un material”, lo que justificaría por sí sólo el afán de reciclar. Sin embargo, no me parece que actualmente esta actividad se lleve a cabo por la citada razón, sino porque debe ser lucrativa. Al respecto, no me compete opinar, debido a mi desconocimiento de lo que implica económicamente la dedicación al reciclaje, pero me permito llegar a una conclusión que me parece lógica: quien invierte capital para fabricar producciones en serie, lo hace con la expectativa de obtener resultados de carácter lucrativo; así de simple. En su artículo, el señor Unger hace amplia referencia a los usos más comunes del reciclaje, como son el de papel y cartón, de aleaciones metálicas, de plásticos y de la goma para neumáticos.
Luego de la conclusión previa de que el reciclaje es una actividad lucrativa, es válido decir que, si bien en nuestro país son pocas las empresas que se dedican a la misma, a través del tiempo su número se ha ido incrementando, por lo que es de suponer que llegará el momento que podrá ser considerada una industria dentro del pequeño concierto de las que se emprenden en el Perú.
A dicho momento, es al que me refiero al decir que pretendo proponer una idea para el futuro del reciclaje de materiales usados entre nosotros: si bien las empresas que se dedican a esta actividad lo hacen con la seriedad y responsabilidad de quien quiere colocar productos en el mercado indefinidamente -al menos, hasta donde me es dado conocer-, el volumen de los trabajos pertinentes no ha ameritado hasta el momento que presionen para que el país -léase universidades y/o institutos tecnológicos- produzca, también, especialistas en este campo de acción.
Con el correr del tiempo, sin embargo, estas empresas van a requerir equipos de personal que dominen la clasificación, el tratamiento pre-fabril, la fabricación misma y, finalmente, la comercialización de productos reciclados. Creo, por consiguiente, que algunas universidades e institutos tecnológicos harían bien en prepararse para satisfacer la necesidad de contar con personal calificado -profesionales y técnicos- que las empresas mencionadas han de requerir para hacerse cargo de producciones así generadas.
El área de trabajo es bastante amplia, según la variedad de productos reciclados que ya se conocen, a los que en un futuro no lejano habrá que agregar posiblemente muchos más, tanto por el ahorro en costos de fabricación, del cual se ocupa el señor Unger al explicar cómo se impulsó el desarrollo del reciclaje de aleaciones metálicas: refiriéndose a la fundición de objetos metálicos, demuestra la utilidad industrial que puede dársele a este proceso, por permitir el ahorro de costos de fabricación en extracción del mineral y su refinamiento; la fundición inicial de dicho mineral recién extraído; el transporte del mineral refinado; y, hasta la fundición misma, donde se combina con otros metales para formar aleaciones.
Otra importantísima razón para que llegue el momento en que los procesos de producción han de utilizar como insumos materiales reciclados, es el hecho que muchos de ellos provienen en su origen de extracciones minerales o de la pulpa de los árboles. Ambos materiales iniciales, son perecederos en la medida en que sean más utilizados, por lo que su aprovechamiento hasta que termine su rendimiento potencial en calidad de reciclados -lo que habrán de decidir siempre expertos que cuenten con la formación necesaria que los autorice para hacerlo- demandará su reemplazo oportuno. Ese personal especializado, en el caso de reciclaje de aleaciones metálicas deberá decidir, también, hasta cuándo se les podrá reciclar, debido a que las mismas terminarán inutilizándose con el uso, debido a la “fatiga del material”, que le hace perder algunas de sus propiedades total o parcialmente.
A lo anterior, es pertinente agregar que el reciclaje se convierte en imprescindible para la humanidad, porque su aplicación es una forma de reducir el daño al medio ambiente, ya que se lleva a cabo básicamente a partir de los residuos sólidos domiciliarios, cuyo mantenimiento como tales hasta que se produce su destrucción de acuerdo a las disposiciones e infraestructura que al respecto determinen los responsables de la salubridad de cada país es totalmente nocivo para el medio ambiente. Resulta, pues, evidente, que las citadas autoridades dictarán disposiciones que favorezcan la fabricación y utilización de productos reciclados: hay que estar preparados.
Para afrontar toda la problemática del reciclaje será necesario, por consiguiente, contar con personal especialmente formado para tal fin, lo que justifica la conveniencia que instituciones educativas se preparen para definir e impartir los conocimientos que esa formación demande.
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