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Foto del escritorAlfonso Abad Porras

EL FUTBOL PERUANO

El fútbol peruano, lamentablemente, tiene dos caras: la que muestra la selección nacional en la mayoría de competencias en que participa desde que la tomó a su cargo Ricardo Gareca; y, la que pone en evidencia en cada partido de los campeonatos internos de fútbol y/o los campeonatos internacionales a nivel de clubes.


No se puede negar que el entrenador argentino ha logrado encontrar una expresión muy especial del fútbol peruano, extrayendo del grupo de jugadores que, con pupila de técnico conocedor, ha sabido seleccionar, lo mejor de ellos mismos, independientemente o aprovechando que en su mayoría militan en clubes de países cuyo fútbol actualmente es muy superior al nuestro. Cuando ha llamado a futbolistas de nuestro medio, es obvio que les ha sabido contagiar la mística y el no “achicarse” ante equipos de mayor renombre que el nuestro, de modo que su presencia en el campo de juego ya no evidencia, en la mayoría de los casos, sentirse opacados y apocados por la casaquilla que tienen enfrente.


En momentos que escribo esta Columna de Opinión, se acaba de terminar el partido amistoso de nuestra selección con la brasileña, con el triunfo inobjetable de Perú por 1-0. Este resultado, que muy pocos optimistas auguraban antes de iniciarse el cotejo (debo reconocer que no estuve entre ellos), no hace sino ratificar lo que escribo líneas arriba respecto a “la mano” de Gareca sobre el seleccionado de fútbol peruano. Por consiguiente, también hace más notoria la versión tan diferente que dan de nuestro fútbol los conjuntos locales en los campeonatos internos, así como cuando participan en la Copa Libertadores de América y en la Copa Sudamericana. (Al referirme al resultado tan significativo de esta gira de la selección peruana a tierras estadounidenses, debiera tal vez hacer lo propio con el resultado adverso que obtuvo nuestra selección en su partido con la de Ecuador. Tanto para los fines de lo que pretendo decir en la presente columna, como para no malograrles su lectura a quienes tienen a bien hacerla, simplemente prefiero no ocuparme de eso.)


A lo que voy, es a lo que deben hacer nuestras autoridades deportivas y futbolísticas para que nuestro fútbol sólo tenga una cara que mostrar en toda vitrina por la que se le mire: debemos cambiar a los dirigentes. Resulta por demás evidente, que hay una mala conducción dirigencial del fútbol peruano; si hacemos un poco de memoria, ha sido tradicional en los equipos peruanos, incluyendo la selección, que los dirigentes se inmiscuyan con sus decisiones en el manejo deportivo de las competencias en las que participan; aparte de que, la gestión de las actividades a su cargo, dista mucho de ser la mejor. Todo lo dicho, lo ha demostrado el señor Gareca, no aceptando intromisiones en su manejo del equipo, así como exigiendo que las responsabilidades dirigenciales, que tienen que ver con la parte administrativa, se cumplan al pie de la letra, desde contratar a los elementos que conforman su plantel de dirección técnica, hasta la elección de las comidas que deben ingerir los jugadores cuando salen de gira.


Creo que el único acierto dirigencial de muchos años a la fecha, ha sido la contratación (y ampliación de contrato, a mi parecer) de Ricardo Gareca como Director Técnico de la selección, gracias a la muy buena pupila del “Ciego” Juan Carlos Oblitas, quien no por gusto, es considerado por muchos (yo, entre ellos) como el mejor entrenador peruano que hemos tenido oportunidad de ver dirigir a clubes y seleccionados peruanos. Cabe anotar que Oblitas ha manifestado su intención de postular a la presidencia de la Federación Peruana de Fútbol en las próximas elecciones: habría que apoyarlo masiva y públicamente.


Necesitamos, como país amante del fútbol, imbuir a los dirigentes de una mística de servicio que hasta ahora no demuestran tener; considero que sería muy beneficioso para el país, que se creara una Escuela de Dirigentes de Fútbol, que sea creada y manejada (controlada) por la Federación, a fin de que los dirigentes dejen de ser personas metidas en sus clubes de preferencia que, poco a poco, llegan a ocupar el sitial de Presidente en cada club, sin demostrar otra cosa que cariño (es de suponer) al club en el que, de alguna manera, hacen carrera. De hecho, habría muchos pasos más que dar, como la democratización de los clubes, su venta a capitalistas que los manejaran como empresas, la mayor y mejor formación de los directores técnicos y, en fin, un largo etcétera que debería ser motivo de análisis de quienes tomaran a su cargo esta responsabilidad.



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