En este país, tenemos el dudoso privilegio de contar con infinidad de disposiciones de toda índole y nivel, muchas de ellas repetitivas y, probablemente, en algunos casos contradictorias en todo o en parte de su articulado, emitidas con la mejor de las intenciones, sin lugar a dudas, pero que adolecen de lo más elemental: se considera que, por el solo hecho de dictarlas, serán cumplidas.
La realidad nos demuestra, lamentablemente, que es muy fácil evadirlas, que nuestra idiosincrasia y nuestra “viveza criolla” nos llevan a ingeniarnos sobre cómo saltarnos por encima de tal o cual norma, tan pronto ella es emitida. Es como si, en cada caso, se invitara a su violación apenas se hace pública, como cuando en el intermedio de las funciones cinematográficas se pasaba el aviso de “Prohibido fumar en la sala; si algún espectador lo hiciere, se suspenderá la función.....” (se sigue pasando?); en la práctica, lo que sucedía era recordar a los fumadores que ya era hora de encender un cigarrillo y, en la mayoría de los cines, la función no era suspendida, porque el policía municipal que debía verificar el cumplimiento de esa disposición cuyo objeto no era otro que preservar la salud del público asistente brillaba por su ausencia, o no se molestaba en cumplir su obligación.
Abundan los ejemplos: todo el que conduce un vehículo sabe que está prohibido pasarse una luz roja o ir en sentido contrario al señalado en cada calle; sin embargo, basta sólo con mirar a todos lados y, de no ver policías en las inmediaciones, hacer exactamente lo que no se debe, si se necesita o quiere; más, aún, en el caso del semáforo, hasta se hace sentir tonto al respetuoso de la norma, si parece que él estuviera contra lo establecido. Si, en el muro perimetral de un terreno sin construir, pero cercado, se pinta o coloca un letrero con emblema municipal que dice algo así como “Prohibido arrojar basura bajo pena de multa (a veces, de arresto)”, se convierte en el lugar más indicado para hacerlo, porque no hay quien imponga la penalidad. Hay arterias por las que está explícitamente prohibida la circulación de determinados vehículos -camiones de carga, camionetas y ómnibus de servicio público, bicicletas, triciclos, motocicletas, etc. -; sin embargo, es común ver transitar a cualquiera de ellos por las mismas, sin que aparezca autoridad alguna que los sancione.
Si en estos casos somos irrespetuosos, mucho peor es la actitud cuando se cometen delitos, razón más que suficiente para explicarnos el desarrollo desmedido que han alcanzado el crimen en general y el narcotráfico y el terrorismo (en su momento de apogeo) en particular, en nuestro medio. Por supuesto que una facilitación que dan quienes deberían luchar por eliminarlos, es la forma en que se dejan presionar (comprar, en la mayoría de los casos).
¿Cómo superar situaciones como las anotadas?. Muy fácil y, a la vez, muy difícil: bastaría con que los altos niveles de los entes a los que toca hacer cumplir las normas planificaran, racionalizaran y controlaran debidamente el uso de los recursos a su disposición, dando a sus subordinados la capacitación que requieren y fortaleciendo paulatinamente su moral. Pero, ¿lo querrían hacer?.
Finalmente, o para en realidad comenzar, sería importantísimo inculcar entre la población estudiantil, escolar y universitaria, el civismo del que actualmente carecemos, mediante la re-introducción en la currícula de materias tales como Educación Cívica, Educación Moral y Religiosa (no únicamente Religión), Urbanidad e Instrucción Pre-Militar. Naturalmente, si queremos mejorar el nivel de vida de nuestros hijos y el de los hijos de nuestros hijos; si no queremos que esta actitud vaya degenerando aún más.
Muy buena apreciación sobre la personalidad y desempeño del Técnico Gareca, es cierto los peruanos le debemos, el haber recuperado por momentos y por días, nuestra alegría y comprender que con disciplina, honestidad y amor al trabajo o, a la actividad que realizamos más la unión como fortaleza tendremos la población del Perú mayores oportunidades de crecer y lograr entrar al mundo del desarrollo. Sí Gareca es nuestro mejor referente de perseverancia y profesionalismo, Gareca es un Señor.