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Foto del escritorAlfonso Abad Porras

DIA NACIONAL DE LA PERSONA CON DISCAPACIDAD

El Perú conmemora cada 16 de octubre, en recuerdo de la ‘Gran marcha de la solidaridad por los derechos de la persona con discapacidad’, el Día Nacional de la Persona con Discapacidad, desde que se promulgó la Ley General de la Persona con Discapacidad (N° 29973) el 13 de diciembre de 2012, la cual fue emitida para establecer el marco de protección legal de este sector de población en cuatro principales ejes temáticos: salud, educación, trabajo y accesibilidad, para que la persona con discapacidad alcance un óptimo desarrollo social, económico, cultural y tecnológico.


La conmemoración tiene por finalidad resaltar la necesidad de una cultura sin discriminación ni barreras que limiten la efectiva inclusión y participación social de la Persona con Discapacidad, así como el compromiso del Estado de garantizar sus derechos en igualdad de condiciones. Asimismo, se busca reflexionar acerca de los prejuicios y falta de atención social y política, hacia las personas con discapacidad, para lograr un trato más justo, equitativo y respetuoso hacia ellas.


Cabe resaltar que, según el censo de 2020, en el país existen alrededor de 16,441 escuelas inclusivas de gestión pública y privada que brindan servicio de Educación Básica, Educación Técnico Productiva y Educación Superior (Artística, Tecnológica y Pedagógica); en ellas estudian 64,183 estudiantes que presentan algún tipo de discapacidad, según indica el diario oficial El Peruano.


De acuerdo a la ley, la persona con discapacidad tiene derecho a la vida y al respeto de su integridad moral, física y mental en igualdad de condiciones que las demás. Su participación en investigaciones médicas o científicas requiere de su consentimiento libre e informado.


Los derechos de las personas con discapacidad, son los siguientes:

- Igualdad ante la ley sin discriminación.

- Ser juzgados en pleno uso de sus derechos y contar con la defensa debida.

- Derecho a la vida, la libertad y la seguridad.

- Protección contra la explotación, la violencia y el abuso.

- Protección contra la tortura


A pesar de lo anteriormente indicado, con motivo de la conmemoración que el título de la presente Columna de Opinión recuerda, el diario El Comercio entrevistó el 16 de octubre último a tres deportistas nacionales quienes se quejaron de la “hostilidad de la ciudad y de su falta de infraestructura inclusiva”. A continuación, algunas de las declaraciones de los entrevistados en relación al tema:


- El judoka Fred Villalobos, medalla de bronce en los Juegos Parapanamericanos Lima 2019 y miembro de la delegación peruana a los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020, declaró que ambas participaciones deportivas han sido sus más grandes desafíos, pero el mayor de los retos a los que se enfrenta cada día, es transitar por las calles de Lima, debido a su pésima accesibilidad y falta de infraestructura idónea para personas con alguna discapacidad -en su caso, dicha incapacidad es la pérdida de la vista que sufrió al nacer-; reclama, con justa razón, que en Lima existen muy pocas zonas con superficie podotáctil (guía para invidentes), además que hay muchas veredas en mal estado y mucho ruido ambiental, por lo que le resulta muy difícil orientarse.


- Pilar Jáuregui, que está obligada a usar silla de ruedas como medio para su desplazamiento, se queja de la falta de respeto al peatón en general y a las personas con discapacidad en particular, poniendo como ejemplo que los autos de servicio público generalmente no quieren trasladar a personas que usan silla de ruedas y, si aceptan hacerlo, quieren cobrar más por llevarlas, sin comprender que las mismas vienen a ser “las piernas” de la persona que las usa. Se queja, también, de las veredas y pistas rotas o sin asfaltar y con huecos; asimismo, de los semáforos malogrados o de su inexistencia. Además, de la ausencia de rampas peatonales o de que ellas son muy empinadas, tanto para veredas como y peor aún, cuando ellas son el medio de acceso a puentes peatonales generalmente construidos sobre vías de tránsito de alta velocidad y/o de tráfico vehicular muy denso, por lo que son el único medio de cruzarlas.


- Jenny Ventocilla, que usa una pierna ortopédica, tiene motivos de queja similares a los de la deportista anterior, pero pone especial énfasis en las pistas y veredas sin asfaltar, que la obligan a caminar por tierra.


Estas expresiones de tres personas jóvenes que no se dejan vencer por la discapacidad con la que les ha tocado convivir, no hacen sino demostrar que el probable motivo de “solidaridad” que impulsó a quienes participaron en la emisión de la ley mencionada al inicio de esta columna, no ha calado en la opinión pública, ni mucho menos en el accionar público, por lo que se impone aplicar nuevas actitudes que lo consigan: no basta con que ya exista una ley al respecto, hay que aplicarla y sancionar a quienes, debiendo hacerlo -léase, principalmente, los alcaldes provinciales y distritales, por su mayor proximidad a la población en general- no lo hacen, ni se preocupan de que suceda lo que los entrevistados por El Comercio reclaman.


He mencionado la “solidaridad” que hipotéticamente impulsó a quienes participaron en la emisión de la ley que, por cierto, no fue el Presidente de la República del momento, señor Ollanta Humala Tasso, sino que fue promulgada por el Congreso de la República, haciendo uso constitucional de la “insistencia” parlamentaria: ya, desde entonces, fue evidente la falta de solidaridad, de empatía de muchas de nuestras autoridades, porque al primer magistrado de la Nación, debieron asesorarlo quien fungía de Primer Ministro y/o quien estaba a cargo del sector de Poblaciones Vulnerables -no podría precisar si, entonces, este sector estaba comprendido en el Ministerio de la Mujer.


Los reclamos de los tres deportistas que consigno, no son sino un pálido reflejo de todo lo que deben sufrir las personas con discapacidad, no sólo por las dificultades y obstáculos que encuentran a su paso sino, especialmente, porque no reciben esa solidaridad que todos deberíamos prodigarles, sólo por el hecho de ser seres humanos, como nosotros, que tuvimos “la suerte” de no ser afectados por alguna discapacidad en la vida, de lo que nadie habría tenido la culpa, como tampoco la tiene ninguna otra persona de que a Fulano, Sutano o Perencejo le haya tocado “en suerte” sufrir tal o cual discapacidad.




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