En un cruento suceso, las obreras textiles de Nueva York realizaron una gran protesta el 8 de marzo de 1857, exigiendo mejoras laborales; independientemente de lo que lograron o no con esta protesta, la misma significó la muerte de 129 trabajadoras. Por ese motivo, en marzo de 1977, 120 años después, La Organización de las Naciones Unidas proclamó el 8 de marzo de cada año como Día Internacional de la Mujer.
Es necesario y conveniente, rendir homenaje a la mujer, en general, porque ella ha contribuido, en paridad con el hombre a lo largo de la historia de la Humanidad, al desarrollo de los pueblos de los que ha formado parte.
Sin embargo, muchos hombres, espero que no la mayoría, se oponen hasta hoy a equipararse con las mujeres, a reconocer su apoyo y contribución, decidida y decisiva, al desarrollo del género humano. Especialmente, en los países subdesarrollados, como el Perú, el machismo se impone especialmente en los estratos de menor nivel cultural y económico, convirtiendo, paralelamente, al hombre en amo y señor de la creación.
En nuestro país, como creo que en todos o la mayoría de países del Hemisferio Occidental, las mujeres han demostrado que sus cualidades son totalmente comparables con las de los hombres, afrontando actividades que antes eran consideradas exclusivamente masculinas. Por otro lado, no han dejado de cumplir con su responsabilidad tradicional, como es traer al mundo a sus hijos, dirigir su crianza y formación, así como ser dignas compañeras de vida de sus parejas masculinas.
A pesar de esto y de todo lo que se pueda decir en reconocimiento del rol que desempeña actualmente la mujer en nuestra sociedad, el Perú está viviendo, de un tiempo cercano a esta parte, un incremento de delitos contra ella, destacándose por su carácter extremo, el feminicidio. Estos hechos demuestran que nos falta mucho por crecer, por avanzar como sociedad, que tenemos que buscar la forma en que nuestro país entienda, valore y respete a la mujer.
Yo creo que la única forma de superar esto, como en la mayoría de problemas insolutos que tenemos, es desarrollando métodos educativos que formen hombres con respeto a la mujer, así como mujeres que se respeten y se hagan respetar; que no se deje de lado la cobertura educativa de otras áreas en las que adolecemos de un significativo subdesarrollo, pero que también hagan énfasis en la necesidad de proteger y respetar a la mujer, por el solo hecho de serlo.
Si bien soy fiel creyente de las bondades de la Educación y de lo que con ella se puede lograr (lamentablemente, el proceso es muy largo, pero si nunca lo comenzamos, nunca lograremos una verdadera mejora conceptual de los individuos cuya tendencia es dañar a la mujer en alguna forma) tanto en este aspecto, como en todos los demás, no dejo de lado la necesidad urgente de endurecer las penas por los atentados contra mujeres normalmente indefensas: mientras más duras sean las sanciones, mejor se castigará a quienes cometen estos delitos y/o crímenes. No creo, en cambio, en el desaliento para cometer delitos de este tipo que muchas veces ha motivado el incremento de las sanciones porque, se ha demostrado hasta la saciedad que esto no ocurre.
Debemos propender a que los medios de difusión no tengan motivo para darnos a conocer constantemente abusos de toda índole y asesinatos de mujeres por el uso y abuso que demuestran algunos hombres en su trato con ellas. Debemos tratar de que esa forma de obtener credibilidad o audiencia cambie por noticias que resalten los logros femeninos.
Si no somos capaces de desarrollar y aplicar medidas para superar esta cada vez mayor tendencia criminal contra la mujer, no debemos, tampoco, ser capaces de celebrar el Día Internacional de la Mujer, porque lo único que haremos será un acto de hipocresía cada vez que lo recordemos y rindamos homenaje a la mujer.
Comments