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Foto del escritorAlfonso Abad Porras

DESAPROVECHAMIENTO DEL OCASO LABORAL

En una oportunidad, como a todos nos sucede, tuve que hacer una operación financiera en una agencia bancaria a la que normalmente no asisto, por no tener cuentas en la principal. Mientras esperaba mi turno, poco a poco pude apreciar a un empleado de atención al público que era muy dicharachero para con sus compañeros de trabajo (jóvenes todos ellos); demasiado, para mi gusto, porque a mi parecer los hacía perder el tiempo que ellos deberían dedicar a quienes estábamos allí en demanda de atención: esto, sirvió para que le dedicara una animadversión gratuita al susodicho empleado.


Para “mi mala suerte”, cuando me tocó ser atendido, justamente correspondió a ese empleado hacerlo. Lo hizo, de una manera tan atenta, tan amable y demostró tal conocimiento de sus funciones, que me sentí mal conmigo mismo, al extremo de pedirle una disculpa por haberme formado un mal concepto de él, a la vez que reconocía sus innegables méritos. Al hombre, poco le faltó para ponerse a llorar, mientras se deshacía en agradecimientos por lo que le había expresado.


En aquel momento, me di cuenta de que lo que este señor hacía no era otra cosa que vivir de la mejor manera posible los últimos momentos que le quedaban en ese puesto de trabajo, porque él ya veía venir su final en ese cargo, en el cual dicho Banco (y me parece que todos, en general) estaba ubicando personas plenas de juventud y, mayormente, de buen aspecto.


La oportunidad en que viví esta anécdota, se remonta, a veinte años atrás aproximadamente, pero me resulta muy presente, cuando siento que, yo mismo, estoy en un lugar similar a dicho señor; en realidad, unos pasos más adelante, porque ya pasé la etapa de ver venir el fin de mis días laborales (en realidad, nunca lo vi venir, porque en mi caso fui partícipe directo e involuntario de una reducción de personal ……; pero, eso, es otra historia) y, ya estoy en el equipo de los adultos mayores, de los jubilados o de los que quedamos fuera de circulación. Sin embargo, considero estar en una situación parecida en cuanto creo que terminé por ser desvinculado de una posición laboral que me hacía sentir logrado o, por lo menos en carrera para hacerlo, en mis aspiraciones personales y profesionales. Creo, sinceramente, que al empleado bancario que me ha servido de introducción, se le venía el mundo, que acabo de describir, encima: su expresión lo delataba.


Considero que las empresas en el Perú desperdician la inversión que hacen en su personal, a lo largo de la vida laboral de este (al menos, así fue en épocas no tan lejanas, porque en las actuales generaciones ya no es tan usual hacer carrera en una sola empresa). Resulta evidente que las empresas invierten en su personal brindándole procesos de capacitación que lo califican para cumplir cada vez mejor con las funciones a su cargo y, preparando a los que destacan para ocupar cargos superiores. A ese personal, cada vez mejor preparado y muy capacitado, las empresas deberían tratar de retenerlo para que transmita esas “virtudes” al nuevo personal, luego de pasar a la jubilación: estoy seguro que la competitividad de las empresas se incrementaría si utilizara ese apoyo laboral con el que cuenta dentro de sus propias canteras.


La transmisión de virtudes a que me refiero, puede ser brindada por los mencionados trabajadores antiguos y expertos de diversas formas, tales como: capacitación, liderando la ejecución de proyectos propios de la experiencia adquirida, dictado de charlas, etc. Un hecho notorio y cierto, es que todos los trabajadores de una empresa sienten y demuestran respeto y admiración por los antiguos, no sólo por serlo, sino también porque sus actos los muestran calificados para que se les guarde esa forma de trato y sentimiento.


Solamente por esa circunstancia, el trabajador ya tendría ganado un primer paso en el trato con los trabajadores jóvenes, lo que le permitiría “sembrar” en ellos lo que la empresa requiriera: sería, esta, una forma relativamente fácil de lograr un mayor desarrollo de la empresa a plazos relativamente cortos.


Es lo que mi experiencia de vida me permite aconsejar.



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