Desde que inicié la publicación de esta Columna de Opinión, me propuse y lo declaré así, que no iba a dedicarla a temas políticos, porque siempre dan lugar a opiniones a favor y en contra, muchas veces expresadas en forma desagradable. Sin embargo, en esta ocasión, no puedo -y creo que no debo- sustraerme a opinar respecto a la situación de crisis por la que atraviesa el Perú en el ámbito político, la que arrastra al país -o, puede hacerlo- a todos los otros ámbitos, especialmente el económico.
Durante todo este período gubernamental, iniciado en 2016, hemos sido testigos de una pugna feroz entre los poderes Ejecutivo y Legislativo. De quién es la culpa o quién la inició, creo que no viene al caso, además de que todos y cada uno tenemos nuestra propia opinión al respecto y no la vamos a variar. Sí podemos, en cambio, aceptar que ha habido errores de ambos lados ….. y muy gruesos; de magnitud tal, que han logrado polarizar al país, de manera por demás negativa.
Pero, las consecuencias del último desencuentro, han sido tan graves, que hoy el nombre del Perú está tan lamentablemente juzgado a nivel internacional y en todo el Mundo que, por lo menos, es motivo de vergüenza tener que reconocer que en nuestra patria suceden cosas como las que se han divulgado por televisión. El espectáculo que dieron nuestras autoridades políticas el último lunes -y, que aún continúan dando- ofrece una imagen pobrísima de lo que sucede en el Perú.
Es cierto que cada lado tiene sus argumentos y siempre habrá quien le dé la razón a uno u otro, pero en lo que ambas partes tienen culpa total, es en que se han dedicado casi totalmente a dejar mal a la otra, sin importarles la marcha del país, las mejoras económicas para los más pobres, los problemas de salud, de infraestructura; en fin, de todo aquello para lo que fueron elegidos y/u ocupaban los cargos que ostentaban.
Mientras que en el Congreso, se dedicaban a intentar sacar adelante y de cualquier manera (a vista y paciencia de la mayoritaria teleaudiencia que tenían y de la cual estaban plenamente al tanto) una elección, con procedimiento perverso, de magistrados para el Tribunal Constitucional, desde el Gobierno no cesaban de amenazar con pedir la Confianza para, al serles denegada en los términos y procedimientos que exigían, cerrar o disolver el Parlamento. Se vieron acciones tan impropias de la investidura de los parlamentarios, como la de cerrar la puerta por donde debían ingresar al hemiciclo los Ministros de Estado, con el Jefe del Gabinete a la cabeza, así como no se dio a conocer ningún intento de acercamiento real del Ejecutivo al Legislativo o viceversa (lo que, de todas maneras, se habría conocido a efectos de salvar la imagen).
De parte del Ejecutivo, el Presidente Vizcarra siempre puso de manifiesto su afán de imponerse al Legislativo mediante gestos efectistas dirigidos a la ciudadanía; mientras tanto, del lado contrario, siempre se urdieron formas de poner trabas y dilatar los pedidos urgentes que les alcanzaba el Gobierno.
Este martes continuó el ataque, artero y por demás cínico, de parte de representantes del Legislativo. Por citar un par de ejemplos, en entrevista a medios de difusión apostados en el Congreso a primeras horas del día, el congresista Heresi hablando de la inseguridad que nos amenaza se refirió a los “descuartizamientos diarios” (hasta donde se ha dado a conocer, sólo ha sucedido uno, doble, en los últimos tiempos); por su parte, el Presidente del Congreso, Pedro Olaechea, en declaraciones a una radio colombiana, ante la pregunta de qué había sucedido primero, si la disolución del Parlamento o la suspensión del Presidente de la República, respondió que la suspensión de éste último (todos quienes hemos seguido los actos del último lunes, sabemos que Vizcarra se dirigió a la Nación para informar su decisión respecto a disolver el Congreso, mientras que la decisión respecto a suspender al Primer Mandatario por incapacidad temporal fue tomada en el Parlamento en las primeras horas de la noche del mismo día). En ambos casos, mintieron con el mayor cinismo.
Según la mayoría de constitucionalistas que han desfilado últimamente por los canales de televisión, la decisión del Presidente Vizcarra es inconstitucional; tengo que creer que han dado su opinión profesional de forma honesta, aunque el señor García Toma (uno de los expresidentes del Tribunal Constitucional consultados) dijo en algún momento que todos tienen su “corazoncito” y, de hecho, él también. Estoy seguro de que el señor Vizcarra cree (o quiere creer) que sus asesores en el área legal le han aconsejado correctamente que proceda como lo ha hecho. La mejor prueba, en todo caso, de que Martín Vizcarra quiere actuar o dar la imagen de que actúa de acuerdo a la Constitución, es que mantiene en funciones a la Comisión Permanente del Congreso y ya convocó a elecciones parlamentarias complementarias para el 26 de enero de 2020.
A estas alturas y dado que al ser consultada la OEA ha respondido que el Tribunal Constitucional del Perú es la entidad a la que corresponde dar su opinión decisoria al respecto, se debe esperar a quién le da la razón. Sin embargo, puesto que el Parlamento disuelto por Vizcarra quería nombrar a seis de los siete Tribunos en calidad de nuevos este último lunes 30 de setiembre, es de suponer que la opinión que generen le sea adversa.
Gracias Chabela. Es contra mis deseos tratar temas políticos, pero creo que en este momento la situación lo amerita.
Sin duda una crisis política que se acrecentó el Lunes 30 de Setiembre, que generará algunas dificultades más, sí por lo menos nos evitará seguir constatando las incongruencias y mala fe de la fuerza mayoritaria de los ex- congresistas y sus satélites.Me parece que la razón legal se impondrá y las leyes constitucionales, ampararán la decisión del Presidente Vizcarra. Celebro como siempre tu interés en articular esta situación tan importante de nuestro país.