En enero del año en curso, bajo el título de Economía Circular, publiqué una Columna de Opinión que pretendía impulsar la reutilización de materiales, en general, a fin de usar las materias primas al máximo, así como obtener varios otros logros de provecho para la Humanidad en su conjunto. Decía, al inicio de dicha columna, que:
“Según Wikipedia, Economía Circular (también denominada "Circularidad") es un modelo de producción y consumo que implica compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar los materiales y productos existentes todas las veces que sea posible para crear un valor añadido; de esta forma, el ciclo de vida de los productos se extiende. Tiene por objeto abordar desafíos globales como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la gestión de los desechos y la contaminación; se define en contraposición a la economía lineal tradicional”. También decía, que “La Economía Circular constituye una alternativa al modelo lineal de «extraer, producir, consumir, desechar». Una economía circular convierte bienes que están al final de su vida útil en recursos para otros bienes, cerrando circuitos en ecosistemas industriales y minimizando residuos”.
La presente oportunidad, la dedico a destacar una modalidad de este tipo de economía, que se logra al introducir en la producción agrícola un método totalmente accesible y de costo mínimo, el compostaje, especialmente aplicable y aprovechable en las zonas urbanas de cualquier país, lo que se viene mostrando al mundo con la experiencia desarrollada de pocos años a la fecha -de acuerdo a la información disponible, no tiene más de una década de ejecución- en San Francisco (USA).
El compost, es un abono natural resultante de la acción de bacterias, hongos y gusanos sobre los residuos orgánicos, usado comúnmente para mejorar la fertilidad de la tierra y como alimento para las plantas. La composta o compostaje es una forma de reciclaje que permite reducir la cantidad de desechos que se generan, de tipo orgánico, para volver a utilizarlos como abono para las plantas, debido a que es el producto del proceso natural de descomposición aeróbica -con oxígeno- de los residuos. El compostaje contribuye al incremento de materia orgánica de los suelos agrícolas y, por lo tanto, a la mejora de su fertilidad, estructura y retención hídrica, previniendo así su erosión y degradación.
El compost es un tipo de abono que se prepara con diferentes materiales orgánicos, los cuales los podemos encontrar en nuestra casa o comunidad, aportando nutrientes y mejorando la estructura del suelo. El compost convierte los desperdicios del hogar en fertilizante y materia orgánica valiosa para los suelos. El compostaje de residuos domésticos, no requiere complicados mecanismos, ni grandes inversiones, así como tampoco del uso de una fuente de energía. Simplemente, un espacio dentro de casa o en zonas compartidas de la comunidad en el que ubicar el compostador, “zona marrón” o contenedor, donde se ha de realizar la mezcla de residuos orgánicos y en el que se llevará a cabo el proceso de transformación de dichos residuos para obtener compost.
Por consiguiente, para su preparación, sólo se necesitan los residuos orgánicos que se generan en cualquier hogar y remover de vez en cuando el contenido del compostador para airearlo. Dicho contenido se irá degradando poco a poco y, en aproximadamente cinco meses, se tendrá un compost orgánico de buena calidad. Si no se quiere o no se puede utilizar un compostador, se puede preparar compost directamente en la tierra. Para este fin, basta con cavar un hoyo para la fosa del compost; posteriormente, añadirle los materiales bien triturados, procurando que la fosa siempre esté húmeda. Si se quiere poder agregar más restos continuamente a la fosa, basta con cubrir el compost con una fina capa de tierra o materiales ricos en carbono. Finalmente, se debe sembrar plantas sobre el compost, una vez que se haya descompuesto.
Sin un mínimo de humedad, la mayor parte de los microorganismos no pueden vivir. Los niveles óptimos están entre 40% y 60%. Se puede comprobar cogiendo un puñado de compost y apretarlo con la mano; si la humedece, pero no escurre agua entre los dedos, la humedad es óptima. Si hay demasiada humedad, conviene añadir materiales secos, tales como paja, ramas finas, aserrín, papel/cartón. Por el contrario, si hay déficit de humedad, habría que añadir materiales frescos, como restos de frutas y verduras, césped recientemente cortado o regar ligeramente la pila de compost.
La basura diaria que se genera en los hogares contiene un 40% de materia orgánica, que puede ser reciclada y retornada a la tierra en forma de humus (abono) para las plantas y cultivos. De esta manera, se contribuye a la reducción de la basura que se lleva a los vertederos o basurales; al mismo tiempo, se consigue reducir el consumo de abonos químicos. Con el compostaje doméstico, se emiten cinco veces menos gases de efecto invernadero que con el compostaje industrial, para tratar la misma cantidad de restos de cocina y jardín. El compost tiene varias funciones: mejora la estructura del suelo y con ello el cultivo, la aireación y la conservación de humedad. También provee nutrientes a las plantas, el suelo se hace más saludable y produce plantas sanas.
Se puede citar como beneficios ambientales de la utilización del compost, los siguientes:
· Contribuye al incremento de materia orgánica de los suelos agrícolas, y por tanto a la mejora de su fertilidad, estructura y retención hídrica, previniendo así su erosión y degradación.
· Ahorra recursos y uso de abonos químicos, ya que el compost contiene macronutrientes -nitrógeno, fósforo, potasio- y micronutrientes indispensables para el crecimiento de las plantas.
· Disminuye la emisión de gases de efecto invernadero; tales como metano (CH4), debido al proceso de descomposición anaeróbica; y, las emisiones de dióxido de carbono (CO2), debido al proceso de combustión de los restos orgánicos.
· Retiene carbono en el suelo, mejorando su potencial como reservorio de carbono.
· Se cierra el ciclo de la materia orgánica.
Asimismo, la aplicación del compostaje, como método o técnica de producción agraria, tiene los siguientes beneficios:
§ Gran parte de la basura que generamos en nuestra casa es materia orgánica, que puede ser aprovechada previo tratamiento, como enmienda orgánica en huertas y jardines.
§ Reduce la cantidad de materia orgánica que va a los basurales.
§ Reduce el uso de fertilizantes inorgánicos, a los que sustituye.
§ Ahorra agua de riego debido a la capacidad de retención de agua del compost.
§ Aporta los nutrientes necesarios para el desarrollo de las plantas de forma natural.
A continuación, expongo la idea aproximada de una aplicación muy positiva y ejemplarizadora del compostaje, que debería servir de modelo a nivel mundial: San Francisco, rumbo a ser la primera ciudad en no generar residuos orgánicos. Gracias a sus grandes estrategias de compostaje, que incluyen la creación de espacios marrones o compostadores comunitarios, donde acercar los desechos que no se pueden trabajar en los hogares, ha logrado reducir en un 80% la generación de estos residuos.
La gestión de los residuos sólidos urbanos se ha convertido en una gran problemática ambiental en todo tipo de ciudades. Dentro de ellos, el principal ítem corresponde a materia orgánica, que no suele ser reaprovechada; en la actualidad, se generan en el mundo unos 10.000 millones de toneladas anuales de basura, de las cuales el 58% son restos orgánicos. Pero sólo el 1% de estos residuos orgánicos es aprovechado y tratado adecuadamente. Por esta razón, el compostaje aparece como una gran solución para transformar los desechos orgánicos en fertilizante artesanal, mejor conocido como humus. Lograr este proceso en las ciudades no es algo sencillo, porque se vincula con un cambio en los hábitos de la población, aunque lógicamente esto puede ser dinamizado por políticas locales concretas que incentiven la transición.
Uno de los ejemplos más importantes de la década, el de San Francisco (Estados Unidos), demuestra que gracias a una interesante política pública integral, se ha logrado convertir el 80% de los desechos de la ciudad en compost. Se trata del primer ejemplo del mundo que está próximo a alcanzar una gestión residual óptima, sin vertederos o basurales a cielo abierto.
El caso de la ciudad de San Francisco es paradigmático y demuestra que con una buena estrategia e implementación, se pueden lograr resultados sorprendentes. Para conseguirlo han puesto varios puntos marrones o compostadores públicos en puntos importantes de la ciudad, para ubicar los restos de poda municipal, como también todos los desechos particulares. De esta manera cumplen un triple rol social, por un lado reducen la cantidad de desechos de manera importante; por otro lado permiten transformar estos residuos en fertilizantes orgánicos. Pero, además, se eliminan las emisiones de metano de los basurales, que son una de las principales fuentes de la dispersión de este gas, mejorando de manera considerable la calidad del aire e incorporando el carbono que está alojado en los residuos vivos.
Para lograr esta iniciativa, en San Francisco han conseguido impulsar la creación de diversos espacios de compostaje comunitario donde los ciudadanos pueden ir a dejar sus residuos -en caso de que no composten en sus hogares- y así poder sumarse a esta gran iniciativa. Esto, permite que los cultivadores y productores agrícolas puedan acceder a fertilizantes orgánicos de bajo costo y reemplazar los de origen químico, de los cuales solo el 40% de su totalidad es absorbido por las plantas, mientras que el resto es esparcido por el suelo y el aire, contaminando de glifosato todo a su paso.
Además en San Francisco, gracias a esta iniciativa, se ha logrado generar 200 veces más empleo que en años anteriores, al mismo tiempo que “genera dinero orgánico para las arcas públicas, convirtiendo lo que usualmente es basura en nuevas oportunidades”. Un divulgador científico dedicado a esta actividad, Javier Peña, aseguró que la quema o enterramiento de estos residuos es una pérdida de tiempo y dinero que genera un problema medioambiental, cuando tranquilamente podría convertirse en “oro negro”.
“Además de un problema medioambiental y de salud pública es el equivalente a enterrar o quemar electricidad y dinero”, expresó Peña en relación a la desinformación que ronda el mundo, particularmente en los municipios donde no tienen gestión de residuos separada. En ese sentido, tanto a gran escala como a pequeña escala, el compostaje se consolida como un “ejemplo perfecto de cómo podemos convertir un problema en una solución, regenerando nuestro planeta”.
Esta práctica regenerativa, además de generar un importante impacto ambiental positivo, también impulsa la sustitución de envases reutilizables para generar una economía circular. Esto, se debe a que la práctica del compostaje ayuda a fortalecer los esquemas de conciencia sobre la utilización de plásticos y está comprobado que quienes compostan tienen un cambio en sus hábitos de consumo. Para Peña, la inserción del compostaje a niveles municipales permite implementar la economía circular a gran escala, generando una gran conciencia que se expande por efecto contagio.
En Argentina por ejemplo la Red de Compostaje busca impulsar la creación y generación de espacios marrones o compostadores para que los vecinos puedan disponer sus residuos orgánicos y así transformarlos en compost. También lo hacen desde Compostate Bien, donde además fabrican y enseñan a fabricar composteras para departamentos.
Para Peña esta práctica es tan importante que es necesario que se expanda por todos los continentes, especialmente en aquellos de base agrícolas. “Es hora de usar o exigir los contenedores marrones en todas partes, de reclamar el compostaje de los residuos orgánicos, restos de poda o restos agrícolas”. Esto, además, va a permitir que los municipios evolucionen a técnicas más lógicas de gestión de envases y residuos para “convertir los basurales con todo su impacto, con todo su derroche”.
Creo que nuestras autoridades municipales, principalmente, deberían evaluar la aplicación de este sistema que, por lo que muestra la información que he podido recabar al respecto, representa muchas ventajas si es aplicado, tales como beneficio al medio ambiente, incremento del empleo, ahorro en fertilizantes, mejora de la calidad del terreno de cultivo y, en fin, otras que seguramente llegaríamos a constatar si lo aplicamos. Dada nuestra idiosincrasia, es muy difícil que los gobiernos locales, espontáneamente, generen la aplicación de este sistema -lo más probable, es que lo “ignoren” para no hacerse del “problema” de cambiar los hábitos de sus respectivas comunidades-; toca, entonces, al Poder Ejecutivo, por intermedio del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego; así como al Congreso de la República, dictar disposiciones y motivar la aplicación de este relativamente nuevo sistema de producción agrícola urbana.
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