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Foto del escritorAlfonso Abad Porras

CARA Y SELLO EN LA GESTION MUNICIPAL

Actualizado: 28 ene 2021

Como parte de la gestión que viene llevando a cabo la actual administración de la Municipalidad Distrital de La Molina, en los primeros días del mes y año en curso, junto con una carta en la que se agradece mi puntualidad en el pago de los arbitrios municipales -lo que en realidad a quien más conviene es a mí mismo, porque de no hacerlo así, se me acumulan los pagos y me resulta difícil “ponerme al día”-, recibí un volumen del libro Plan Domo Saludable – Modelo Social Distrital de Habitabilidad, editado por el Concejo Distrital, para dar a conocer a sus vecinos que, desde el inicio de las funciones de la actual administración municipal -enero de 2019- se propuso “la transformación estructural de la gestión del distrito bajo un enfoque innovador coherente y eficaz que procure el desarrollo del distrito a través del fomento del emprendedurismo, la colaboración solidaria, la participación ciudadana y el respeto al medio ambiente”, dando a conocer en sus páginas en qué consiste dicho plan, así como lo que hasta el año 2020 ha venido ejecutando del mismo.


Dentro de su Presentación, este libro menciona que “…. el desarrollo de los ejes temáticos del modelo, los cuales parten de una base social colaborativa, permite la construcción abstracta de un halo de protección (Domo) que posibilita al distrito y a los vecinos afrontar con éxito todo tipo de amenaza social, económica, epidemiológica, entre otras, ….”. Debo decir que en los prácticamente 36 años que vivo con mi familia en La Molina, esta es la primera vez que tengo una experiencia de esta naturaleza.


Es una manifestación de querer hacer las cosas en orden, de planificarlas y darlas a conocer en una presentación de óptima calidad, que detalla todas y cada una de las actividades a las que está abocado y planea abocarse el Concejo Distrital para el desarrollo de la circunscripción y de quienes habitamos en ella, los vecinos molinenses. Se presentan una serie de cuadros, gráficos y detalles explicativos de las mencionadas actividades, lo que permite la ubicación de las mismas en cada momento del tiempo, su estado de avance y, entiendo que debe ser así, la actualización del proyecto a ejecutar o en ejecución.


El actual Alcalde, señor Alvaro Paz de la Barra, generador de la idea y máxima autoridad edil para llevarla a cabo, merece una formal felicitación por esta obra con que toda organización seria debería contar: es tener un norte, un objetivo que siempre se podrá mejorar, aunque ello no implique que la planificación que incluye pueda estar mal diseñada; todo lo contrario, es de estimar que, al momento de su elaboración, llenó los requisitos de calidad que se pretende y espera aplicar, pero nadie puede prevenir cómo se desarrollarán los diversos parámetros que intervienen en la concreción de cada proyecto, ni por dónde se encaminará el desarrollo tecnológico venidero.


Paralelamente a esto, sin embargo, me ha tocado ser testigo de excepción de uno de muchos hechos típicos, lamentablemente “rutinarios”, que se presentan en cualquier lugar del Perú, con los que muy a nuestro pesar tenemos que convivir. A fines de diciembre último, la Municipalidad de La Molina, vía circulares a los vecinos, comunicó a los de varias arterias de esta circunscripción que en los primeros días de enero, mes en curso actualmente, iba a proceder a la reparación y renovación de las pistas correspondientes; esto, naturalmente, para quienes vivimos en esas calles, fue un motivo de satisfacción porque, a pesar de molestias propias de los trabajos a realizar, las pistas iban a quedar muy bien.


Y así fue, la que pasa frente a mi domicilio y las demás, quedaron muy bien, “a pedir de boca”…. Esto, fue a mediados de la segunda semana del mes. Hacia la medianoche de viernes para sábado de la misma, cuando incluso ya se había iniciado el toque de queda pertinente, veo a un hombre poniendo una especie de cerco protector alrededor de una tapa de buzón de la tubería de desagüe que pasa a lo largo del centro de la pista en forma subterránea, como entiendo tiene que ser en todas las calles.


Alarmado, porque la pista estaba “chillando”, salí de mi casa y le pregunté qué ocurría, a lo que me contestó que en otro buzón y tubería, de la misma línea, se había producido un atoro, probablemente debido a que alguna maquina aplanadora de la contratista que había reconstruido la pista habría presionado excesivamente la tubería, produciendo el atoro; iban a tratar de desatorar y al entrar la mañana procederían a informar del resultado a la Municipalidad, esperando solucionar el problema, para no tener que romper la pista recién reparada.


Lamentablemente, la rotura de la pista, con el consiguiente reemplazo de un tramo de la tubería de desagüe, tuvieron que hacerse, con el consiguiente perjuicio para todo el vecindario; hasta la fecha, en la que estoy por publicar la presente Columna de Opinión, no se han concluido los trabajos, la pista sigue rota longitudinalmente en buena parte de la cuadra en la que vivo, está cerrada al tránsito vehicular, los vecinos que tienen movilidad propia -entre ellos mi hijo, yo dejé de usar la mía hacen algunos años- tienen que dejar sus vehículos en la vía pública y un poco apartados de sus hogares o, si les es posible, guardarlos en sus respectivas cocheras luego de hacer malabares para lograrlo, en cualquiera de ambos casos, para salir o guardar sus carros en sus domicilios.


Si bien el alcalde no es responsable directo de cada acto indebido que ocurre en el distrito, sí lo es de que la organización edil a su cargo actúe correctamente, en beneficio y no perjuicio de la población molinense. Considero que a él toca la responsabilidad de lo que está ocurriendo, porque sus inspectores de obra deberían estar atentos a estas ocurrencias y dictar las medidas pertinentes para superarlas en el menor tiempo posible.


Como malo sobre malo, “llovido sobre mojado”, quiero también referir una ocurrencia por demás demostrativa de la baja o pobre calidad de mucha de nuestra gente: Dado que la rotura de la pista empezó prácticamente frente a nuestro domicilio, las dificultades propias de ingresar y sacar su vehículo de la cochera dieron lugar a que entablara alguna comunicación con el que supongo era el capataz de la obra; por ejemplo, cuando ya hubo posibilidad de que lo guardara por lo menos en las noches, le avisaron y al efecto rellenaron un poco la zanja hasta ahora sin cerrar. También, el personal lo vio como vecino de confianza al cual proponerle algo: un buen día, cuando él salía a trabajar, dos albañiles se le acercaron y le ofrecieron mejorar la entrada de concreto a nuestra cochera, porque “les había sobrado material y no querían tener que botarlo”; al consultarles mi hijo por el costo de “la ganga” que le ofrecían, le respondieron que “se lo dejaban” en S/ 600.00, con el mayor cinismo y sin pensar que para cualquier persona resulta evidente que ese material les sale gratis, así como que utilizarían las herramientas que su empresa les había proporcionado para cumplir con el trabajo que se le asignó. Por supuesto, mi hijo rechazó “la oferta”.



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