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Foto del escritorAlfonso Abad Porras

BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA: HITO HISTORICO

Este 28 de julio, se cumplen 200 años de que el libertador, Generalísimo Don José de San Martín, declaró la independencia del Perú con las inmortales palabras, “El Perú es, desde este momento, libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende”, para después exclamar, “¡Viva la Patria, Viva la Libertad, Viva la Independencia!”.


Al llegar a este aniversario, creo que la gran mayoría de peruanos nos sentimos orgullosos de poder cumplir ya dos siglos de existencia como república independiente, de no tener que dar cuenta ni rendir tributo más que a nosotros mismos. Sin embargo, a pesar de que esa gran mayoría tiene identidad plena con lo que significa ser peruano, es mucho lo que realmente falta por hacer para justificar ese orgullo que sentimos.


No pretendo, con esto, implicar que el orgullo es indebido, solamente, que seamos conscientes de que debemos justificarlo ante nuestros propios ojos y ante los de los demás, es decir ante cualquier extranjero, sea cual sea su nacionalidad. Para hacerlo posible, a continuación enumeraré las principales acciones que a mi modesto entender es necesario, pero también urgente, llevar a cabo por nuestro país y su gente, para justificar el orgullo mencionado y, sobre todo, alcanzar una mejor calidad de vida y proyección a futuro para todos los peruanos.


Unidad de patriotismo y cohesión de peruanidad.

No es justo que, paralelamente a celebrar este especial aniversario patrio, muchos peruanos sientan que forman parte de poblaciones olvidadas y que, por consiguiente, no alberguen sentimientos de solidaridad para con los demás connacionales. Mal se puede pedir o esperar de estos compatriotas que hagan suya la bandera de la peruanidad; mucho menos, aún, que se identifiquen con todos aquellos a quienes desde el fondo de su ser, envidian.


Desarrollo equitativo del país.

Si bien ya no es tan literal eso de que “Lima es el Perú”, porque algunas de las principales ciudades del interior de la República actualmente ya han alcanzado un nivel de desarrollo como para no poder seguir identificándolas como “poblaciones olvidadas”, entre las que es fácil identificar capitales de región o departamento, son muchísimas más las ciudades de nuestro país que tienen muy poco o ningún desarrollo respecto al que debieran haber alcanzado, especialmente si los tiempos que corren corresponden al siglo XXI de nuestra era. Las autoridades en particular, pero los peruanos en general, con especial énfasis en los habitantes de esas “poblaciones olvidadas”, deben dedicar los mayores esfuerzos a su desarrollo; esto, sin olvidar a las ciudades que ostentan un mayor desarrollo, porque ellas tampoco se deben estancar.


Análisis y desarrollo de la economía nacional y local.

Siendo el económico un sector transversal a los demás, en tanto y en cuanto todos los demás sectores precisan de aquel para llevar adelante sus planes de desarrollo y sus programas de acción, se debe determinar en qué medida la satisfacción de las necesidades económicas puede y/o debe ser privilegiada para uno o más sectores sin perjuicio de los demás, pero satisfaciendo en la mayor medida posible las necesidades de recursos económico-financieros de los mismos, hecho lo cual proceder a la aplicación de lo determinado. Simultáneamente, se debe también determinar las mejoras a que se deban someter los procedimientos económicos para optimizar su rendimiento, con miras al ascenso paulatino del país en el concierto económico mundial.


Producción que identifique a la localidad de origen.

Se debe determinar qué productos determinados son originarios de cada localidad, a los que se identificará como productos típicos de la misma. A partir de hacerlo, se deberá estudiar cuál o cuáles de ellos se deben producir prioritariamente en cada localidad, como para aplicarles técnicas de desarrollo avanzadas que permitan la identificación de la localidad de la que dichos productos son naturales, como para asociarlos de manera biunívoca a nivel país, incluso con fines de exportación.


Reforma sanitaria general.

La pandemia que hasta ahora azota a la humanidad en general y a nuestro país en particular, ha hecho evidentes muchas deficiencias y falencias en nuestros sistemas de salud en general, dando a conocer que nuestro país requiere con urgencia su revisión y la de los sistemas de atención pública para esos fines de modo que, de presentarse algún problema sanitario de envergadura similar, no nos vuelva a encontrar en déficit de infraestructura o de recursos humanos, así como de medicamentos necesarios para atender la emergencia causante de la necesidad anotada. Esto, no debería implicar que se disponga de excedentes de infraestructura y/o recursos que encarezcan su utilización, más aún cuando la demanda de los mismos requiriera también su menor costo: se deberá efectuar estudios y establecer compromisos de atención de emergencia con los proveedores de tales insumos, así como la garantía educativa de poder contar con personal de emergencia en lapsos asimismo de similar emergencia.

Sin perjuicio de la urgencia de esta reforma, las autoridades sanitarias deben continuar combatiendo los efectos de la pandemia de COVID-19, hasta que ellos desaparezcan o sean superados por las medidas de nivel mundial que se continúan creando, con especial énfasis en las vacunas desarrolladas y por desarrollar al efecto.


Reforma de la educación en todos sus niveles.

Se deberá evaluar la necesidad y conveniencia de efectuar una reforma integral de la educación, en todos sus niveles, de modo que:

Ø Sea participativa, no memorística.

Ø Tome en cuenta las características de la localidad en que se dicta, para impartirla.

Ø Reintroduzca los conceptos de valores sociales en la enseñanza.

Ø Los niveles de exigencia para ser docentes correspondan a las mejores remuneraciones profesionales.

Ø Se reintroduzca en la currícula escolar cursos tales como: Educación Cívica, Educación Física, Instrucción Pre-Militar, Educación Moral y Religiosa, Lógica y Etica, Economía Política, que antes se impartían y hoy hacen falta a los educandos.

Ø Se añada a la currícula escolar cursos de artes marciales y/o defensa personal, como protocolo de seguridad personal para los ciudadanos desde su formación básica.

Ø Se creen programas de formación de mando medio, como alternativas a los de formación universitaria, cuya finalidad no sea sólo de establecer un lugar intermedio en el mercado laboral, sino también un complemento entre profesionales y técnicos según especialidades.

Ø Se evalúe y fortalezca, si se requiriera, la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (SUNEDU) que, si bien ha ofrecido resultados significativamente alentadores en relación a sus funciones de registro y control de las entidades de educación superior asegurando una oferta educativa de calidad en favor de los estudiantes a través del licenciamiento y supervisión de este servicio público con eficiencia, predictibilidad, transparencia y respeto a la autonomía universitaria, siempre puede requerir de mejoras y/o ampliaciones en su campo de acción, sin dejar de mantener el debido respeto a su autonomía.


Reforma de los sistemas de seguridad.

La inseguridad que vive la población nacional, especialmente la urbana es una demostración palpable de que el Perú necesita revisar sus métodos para combatirla, así como los convenios internacionales suscritos con el mismo fin. No puede ser, no debe ser, que aquellos que cometen delitos, sean estos los que fueran, tengan acceso a más cuidados y prevenciones por la preservación de sus “derechos humanos”, que quienes son o se convierten en sus víctimas. Algo está fallando o está mal, por lo que es necesario revisar todo lo que rige -o intenta hacerlo- las consecuencias de los actos que configuran un delito, especialmente víctimas y victimarios. Esto, debe incluir la legislación necesaria para impartir justicia, los encargados de aplicarla -desde su formación, hasta su remuneración- y los medios de control para este propósito.


Reforma de la división política del Estado.

Como ya he mencionado líneas arriba, en esta misma Columna de Opinión, es desde siempre que entre nosotros se oye que “Lima es el Perú”, aunque tal máxima podría estar perdiendo vigencia. Sin embargo, los ciudadanos de este país estamos, también, acostumbrados a que en Colombia, por ejemplo, no existe sólo Bogotá, sino también ciudades como Medellín, Cali, Barranquilla, etc; o, que en Méjico, existen Guadalajara, Jalisco, Michoacán, etc; que en Brasil, otras ciudades aparte de Río de Janeiro y Brasilia, de nombres conocidos, son Sao Paulo, Recife, Bahía, etc; en Estados Unidos, ni se diga. En mi concepto, esto se debe a que en los países que menciono como ejemplo, hace mucho tiempo decidieron federarse y las diversas poblaciones de las ciudades que los conformaron y aún lo hacen, decidieron desarrollar sus reparticiones geopolíticas como si fueran pequeñas repúblicas a las que debían dedicar sus mayores esfuerzos.


Creo que si esto se hiciera en el Perú, las diversas ciudades del interior de la república alcanzarían otro nivel de desarrollo, mucho mayor, y hasta cesaría la migración del campo a la ciudad.

Evaluación y análisis de los servicios públicos y comunales.

Así como la ciudadanía en general requiere que se le brinden servicios públicos y comunales (estos últimos desde los gobiernos locales), la prestación de los mismos debe recibir un justiprecio: ¿cómo sabemos que se nos cobra lo justo por lo que recibimos? En mi concepto, el Estado debe evaluar que esto sea lo correcto y, cuando se verifique o corrija, se debe proceder no sólo a las rectificaciones a que hubiera lugar, si fuera el caso, sino también a planificar el desarrollo a continuación, para que los vecinos sepan a tiempo lo que ocurrirá y los posibles mayores costos que tendrán dichos servicios.

Con toda seguridad que hay muchos cambios, modificaciones o mejoras a realizar, así como que no necesariamente los enunciados son todos absolutamente necesarios o los únicos, pero es imprescindible dejar de hacer “el muertito” -dejarnos llevar por la ola de los acontecimientos-, sino también hacer obra que haga historia; esto es, que el Bicentenario nos despierte, por fin, para llevarla a cabo.


Esta importantísima efemérides está pasando prácticamente inadvertida por situaciones que difícilmente o casi nunca se han dado en nuestro país, tales como la pandemia y sus caóticos efectos contra la salud pública, así como la situación política que ha encumbrado como Presidente de la República a un maestro rural que representa la posibilidad de convertir al Perú en una nación similar a Venezuela, Nicaragua o hasta la propia Cuba. Dado que el nuevo mandatario ha esgrimido como argumento de campaña que va a hacer cambios profundos en el país, espero que los mismos sean del tipo de los aquí sugeridos.


Obviamente, el orden de las sugerencias propuestas en este documento no refleja necesariamente un orden de prioridad. Solamente, detalla lo que a mi juicio se debe empezar a hacer en el nuevo Gobierno; incluso, no implica la forzosa conclusión de ninguna de ellas.


¡Hagamos del Bicentenario un hito trascendental!; que, en la Historia, los futuros peruanos puedan encontrar que fue la fecha en que se inició el verdadero desarrollo del Perú como una nación unida y decidida a volver a ser hegemónica, como lo fue antes de la llegada de los españoles, cuando era el Imperio de los Incas.

Nota.- La redacción de esta Columna de Opinión la he llevado a cabo en días previos al de la fecha del aniversario patrio, motivo por el que no implica comentario ni consecuencia del discurso inaugural del nuevo Presidente de la República ante el Congreso.

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