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Foto del escritorAlfonso Abad Porras

BICENTENARIO

El Perú está, cada vez, más próximo a cumplir doscientos años de convertirse en nación independiente, de liberarse de España; de que ese país, que nos descubrió para el mundo occidental, dejara de decidir nuestro destino y de aprovecharse de nuestras riquezas naturales: cómo habrá sido de rico el Perú entonces, que hasta hoy poseemos cuantiosas riquezas, pese a que los españoles se llevaron todo lo que pudieron.


A pesar de que ya falta poco más de un año para ese aniversario tan importante para nosotros, no se aprecia que se esté preparando nada tan especial como la fecha de ese evento amerita. Es cierto que estamos padeciendo los efectos de la pandemia de COVID-19; que el Presidente de la República y todo su Gabinete Ministerial se encuentren abocados a combatir un mal que nadie se imaginaba que pudiera presentarse, que fuera de la magnitud que padecemos, sembrara mortandad en nuestro territorio, que no hubiera medicinas para combatirlo y, que no tuviera fecha imaginable de terminación de sus efectos.


Sin embargo, a las actuales autoridades corresponde preparar el advenimiento del tercer siglo de nuestra existencia como república, como país independiente con derecho a voz y voto en el concierto de naciones del mundo en que vivimos. Para bien o para mal, a todos los peruanos de hoy nos toca hacer lo necesario para que ese magno evento, que coincidirá con el cambio de autoridades en los Poderes Ejecutivo y Legislativo, se lleve a cabo de acuerdo a su importancia.


Me permito hacer una sugerencia para la nominación del responsable de la organización de las actividades que deberán llevarse a cabo: el señor Carlos Neuhaus, quien tuvo a su cargo la organización de los Juegos Panamericanos y ParaPanamericanos de Lima 2019, la que fue tan brillante, que para muchos fueron los mejores juegos de su nivel en la historia (no se puede olvidar que estos juegos están en la segunda jerarquía mundial de importancia). Estoy seguro de que esta sugerencia será bien recibida por quienes tengan oportunidad de conocerla, así como no dudo de no ser el único que lo propondrá, sino que muchos lo harán.


Obviamente, el señor Neuhaus o quien asuma la responsabilidad indicada, sólo podrán hacerlo de las actividades y eventos que no sean de carácter político, porque este último es un ámbito muy diferente y, además, corresponde un cambio de Gobierno y Parlamento para la misma fecha, lo que hace que el acontecimiento sea mucho más complejo que los demás similares que los peruanos actuales hayamos podido vivir.


Para ese cambio de autoridades, las actuales están en la obligación de dejar al país en las mejores condiciones posibles, pese a los inconvenientes y problemas que hoy se ven obligadas a afrontar; más, aún, deben convertir esa situación en un hito histórico, en virtud del cual se dejen preparados -porque ya no es posible llevarlos a cabo- cambios estructurales en la vida del país. Quizá, no por deseada, la oportunidad de hacerlo la promueva la pandemia que hoy enfrentamos: ¿es que, acaso, alguien cree que la educación a distancia y el teletrabajo se van a “diluir” cuando la pandemia termine?; no creo que exista quien o quienes así lo imaginen.


Otros cambios, con toda seguridad se pueden y deben dar, por ejemplo en el tráfico urbano, en la movilización laboral (ya el 12 de setiembre de 2018 y sólo con fines de reordenar el tránsito, en mi Columna de Opinión de esa fecha, sugería que “se propugne que las empresas tomen personal que resida en su distrito de funcionamiento, porque en todos reside personal de diversas formaciones, profesionales y no profesionales, hombres y mujeres”), para irla reduciendo paulatinamente y permitir que se pueda hacer en bicicleta, porque las distancias a recorrer serían mucho menores que las que con la distribución laboral pre-pandemia, eso no era verdaderamente factible.


Evidentemente, revisando nuestro día a día, es posible encontrar mucho que modificar, pero ese no es el propósito de esta Columna; sólo hacer notar que se pueden y, en mi concepto, deben preparar cambios en la vida del país. Y, sin ánimo de que hacerlo implique crear diferencias entre la actual Administración y la que ocupe ese lugar a partir del 28 de julio de 2021, se debe dar tal difusión pública a los propósitos de cambio, que el nuevo gobierno de entonces se vea obligado a seguir el camino ya trazado: hasta su campaña política la podrá hacer basándose en los objetivos que los actuales Poderes Ejecutivo y Legislativo le tracen. Bien sabido es que, en el Perú, lo que hace una administración política, normalmente es descontinuado por la que le sigue a continuación; por consiguiente, si nuestras actuales autoridades consideraran pertinente hacer algo como lo que sugiero, deberían tener en cuenta la muy posible actitud anotada que adoptaría la administración que le sucediera, para poner los “candados” necesarios que eviten algo tan nocivo.



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