Debido a que formo parte de la Tercera Edad y por consiguiente ya soy jubilado, debo recibir mis actuales atenciones de salud -cuando fui empleado, la empresa para la que laboraba disponía de un servicio médico-hospitalario contratado que hacía innecesario recurrir al más conocido pero también mucho más demandado- en el sistema de EsSalud, debido a que en mi época de trabajo efectivo cumplí -y, por su parte, mi empleador también lo hizo- con abonar las cotizaciones al citado servicio, cuya existencia y actividad las normas vigentes siempre han dispuesto en previsión de las necesidades de este tipo que los trabajadores puedan tener.
Naturalmente que esta, que se ha ido constituyendo en probablemente la entidad prestadora de servicios de salud más sólida del Perú, existe porque es la mejor forma de evitar carencias y emergencias de salud para los trabajadores vigentes e incluso sus familias -a lo que se ha ido llegando con el tiempo y la experiencia- así como para los trabajadores jubilados, que muchas veces son objeto de descuido o de falta de atención por razones que no es objeto de esta Columna de Opinión analizar.
Este servicio y su derivado para personas de setenta años o más, PADOMI (Cobertura del Servicio de Atención Domiciliaria), lamentablemente dejan mucho que desear, supongo que por exceso de pacientes y/o insuficiencia de profesionales de la salud para brindarlo. Es obvio que forzosamente requeriría de una reingeniería, porque el servicio ha ido desmejorando paulatinamente, a la par que se le ha ido incrementando la cantidad de pacientes a atender -cónyuges e hijos menores de edad de los trabajadores titulares, trabajadores independientes como taxistas y sus respectivos dependientes, etc.-, mientras que no se ha incrementado la infraestructura hospitalaria, incluyendo el personal de salud.
Esta última circunstancia, que trae como primera consecuencia demoras extremas en la atención de los pacientes, me ha obligado a “escuchar” a mi familia -esposa y dos hijos- sometiéndome desde hacen alrededor de nueve meses al tratamiento médico de una endocrinóloga, debido a que soy diabético “convicto y confeso” desde hace buena cantidad de años y mis controles pertinentes habían desmejorado, sin visos de próxima o probable mejoría al alcance.
Considero necesario hacer énfasis en la cada vez peor atención que brindan los policlínicos de EsSalud, en su área de atención ambulatoria que es de la que puedo acreditar conocimiento debido a que, como ya reconocí líneas arriba, soy paciente diabético de larga data -del orden de 27 años-. La obtención de citas, tanto en los diversos nosocomios de EsSalud, como en PADOMI, demanda una larga espera, pudiendo transcurrir meses -según la especialidad- para obtenerla e incluso, en el caso de PADOMI especialmente, no concretarse nunca.
También se da el caso de que escaseen o se terminen las existencias de stock, de los medicamentos más recetados por los médicos, sucediendo con alguna frecuencia que los facultativos no se enteran de la inexistencia de tales productos y los siguen recetando, con el consiguiente malestar de los pacientes que reciben una respuesta negativa en el área de farmacia y, a veces, deben volver al consultorio médico para que se les indique sustitutos; o, también, que se sugiera a los pacientes su adquisición en forma particular por la incertidumbre de su próximo reaprovisionamiento.
Estas, son las incomodidades más comunes que reciben los pacientes en los policlínicos de EsSalud, pudiendo apreciarse algo similar en PADOMI, aunque ante esta entidad generalmente no hay a quien recurrir porque, siendo la atención normalmente telefónica, es mucho más fácil para el personal que atiende el servicio encontrar algún argumento evasivo y deshacerse del “problema” que le significa quien reclama.
Mencioné que frente a tales dificultades me vi obligado a hacerme atender por una médica endocrinóloga, cuya mejor atención en todo aspecto ha servido especialmente para mejorar y estabilizar mi diabetes en límites normales; pero, como es lógico, con la emisión de recetas para la adquisición particular de medicamentos, así como la realización periódica de análisis para el control del desenvolvimiento de mi organismo. Dado que soy vecino de La Molina y que en el distrito existe una clínica municipal que supuestamente ofrece garantía y mejores precios en general que cualquier otra clínica y/o laboratorio, los análisis mencionados me los he venido practicando en la misma.
A raíz de que la mencionada doctora dispuso la realización de un análisis especial que tuvo el buen gesto de indicarnos a mi familia y a mí -debo mencionar que las consultas de dicha facultativa son “virtuales”, es decir vía zoom digital, por lo que mi esposa y mis dos hijos pueden asistir de acuerdo a su disponibilidad de tiempo- que tenía un costo algo elevado, así como que hasta donde ella conocía en el Policlínico Peruano Japonés se podía obtener el mejor precio. Tuvo razón, tanta que nos hizo desplazar a mi esposa y a mí hasta ese lejano -para nosotros- nosocomio: mientras en la clínica municipal de La Molina el análisis en cuestión costaba del orden de S/ 470.00, en el policlínico el precio era S/ 165.00.
Esta circunstancia nos ha permitido conocer “por dentro” y “en vivo y en directo” la forma de atender que tiene el referido policlínico, en el que parece haberse hecho un análisis de las diversas deficiencias de los establecimientos de EsSalud, empezando por las demoras de toda índole en la atención a los pacientes, proporcionar a estos y a sus acompañantes -si los tienen- comodidad para la espera de su atención -que nunca es demasiado prolongada-, puntualidad en las citas y plazos de entrega de análisis, atención siempre atenta y agradable.
En fin, nos hemos sentido muy bien tratados; lo ideal sería que los demás clínicas y hospitales del medio, fueran a ver cómo funciona el Policlínico Peruano Japonés, para copiar todo lo positivo de ese establecimiento de salud en el que da gusto ser atendido, luego de haberlo sido en esos otros ya mencionados.
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