En estos tiempos en que la economía peruana está alcanzando sólo mediocres resultados, tanto para empresas públicas como privadas, se impone recurrir a medidas en las que normalmente no se ha puesto interés, especialmente si nos referimos a las pequeñas y micro empresas. Una de dichas medidas, puede ser la que da título a esta Columna de Opinión.
Las pequeñas y micro empresas son, por definición, aquellas que están en mayor desventaja frente a fluctuaciones negativas del mercado, situación que estamos atravesando, precisamente, en la actualidad.
Una posible forma de que estas empresas menores adquieran mayor fortaleza, es la Asociatividad Empresarial, mediante la cual dos o más micro y/o pequeñas empresas pueden asociarse para formar otra de mucha mayor solidez, sin que, paralelamente, cada empresa que conforma la asociación pierda su individualidad de requerirlo así su gestión en algún momento.
Para concretar la asociación, las empresas que pretenden o consideran conveniente asociarse para afrontar el mercado, deben encontrar que la mencionada conveniencia se da, porque se dedican al mismo ramo empresarial o, que se complementan entre sí para hacerlo.
Naturalmente, para llevar a cabo esta unión, desde todo punto de vista estratégica, se deben analizar todos los detalles inherentes a la misma. Para comenzar, evidentemente no se trata de una fusión de empresas, lo que permite que cada una de las conformantes mantenga su individualidad si así lo requiere, mientras que en la fusión de empresas las intervinientes se convierten en una sola, la nueva, resultante de la unión “indisoluble” de dos o más.
Si bien es posible que los análisis detallados a efectuar antes de la constitución de la alianza estratégica pueden ser asignados a terceros, por cada empresa, la mayor seguridad de hacerlo en defensa de los intereses de cada una de ellas, es que lo haga uno más de los miembros activos de las mismas, toda vez que ellos serán los que velarán con mayor dedicación y esmero por dichos intereses de las empresas, que son los suyos propios.
Se debe definir qué aporta cada empresa a la mencionada alianza, aporte que paralelamente siempre deberá estar disponible por cada empresa que interviene de requerirlo así su individualidad. También, qué infraestructura, funciones, conocimientos, experiencia, resultados, etc.; asimismo y, muy especialmente, qué personal estará disponible para efectos de la marcha de la alianza.
Evidentemente, puesto que los miembros de cada empresa que integrará una alianza estratégica no la crearon para ser parte de alguna futura alianza, no estarán preparados para conformarla, por lo que será recomendable que, antes de discutir los términos y condiciones de la misma, asistan a un proceso de capacitación que les permitirá defender mejor sus propios intereses y los de cada empresa individual. Esta capacitación debería abarcar los siguientes campos:
· Gestión Empresarial.
· Alianzas Estratégicas.
· Autoestima para el desarrollo empresarial.
· Planificación Estratégica.
· Planeamiento Tributario.
· Microfinanzas para Mypes.
· Marketing.
· Asociatividad.
Esta capacitación no significará demasiado tiempo para los interesados en obtenerla, debiendo serles muy útil en su aplicación al ponerla en práctica en el proceso de creación de una alianza estratégica con otra u otras empresas. De más está decir que la capacitación a que se sometan servirá indefinidamente a quienes la reciban, de forma independiente a la concreción o no de la alianza estratégica motivo por el que se acogieron a ella.
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